Aprendiendo a estar triste. Aprendiendo a ser feliz.

“Las neuronas que se disparan juntas permanecen juntas” Dicho de la neurociencia. 

 

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Somos aquello a lo que le dedicamos tiempo.

 

No creo que nadie tenga duda de que si me tiro muchas horas tocando el violín aprenderé a tocar el violín mejor. Para mí será cada vez más fácil, y llegará un momento en que sea mi segunda naturaleza.

Si estoy mucho tiempo hablando en ruso, es seguro que terminaré acostumbrándome a hablar ruso.

Si estoy mucho tiempo dedicándome a las relaciones públicas, acabaré siendo un buen relaciones públicas.

Las cosas se aprenden haciéndolas. Cada vez que hacemos algo, nuestro cerebro se modifica. Se establecen conexiones entre neuronas, e incluso se llega a modificar la forma en que los genes actúan.

Los taxistas de Londres acostumbrados a brujulear por sus calles complicadas modifican inconscientemente sus cerebros, haciéndolos más hábiles para el razonamiento espacial.

Nos convertimos en aquello a lo que le dedicamos tiempo.

Pero nos falta sacar las consecuencias últimas de todo eso.

 

Doble bendición y doble maldición.

 

Nos falta atrevernos a darnos cuenta de que si estamos tristes, estamos modelando nuestro cerebro para estar tristes.

Si sentimos odio, estamos creando un cerebro más capaz de volver a sentir odio de nuevo.

Si reaccionamos con ira, estamos entrenando nuestro cerebro para saltar como un ogro enfurecido en cada ocasión oportuna para ello.

Quizá uno de nuestros errores, es no darnos cuenta de que los sentimientos se aprenden. De que puedes aprender a estar triste igual que puedes aprender a tocar el violín. Y no darnos cuenta de que cada sentimiento negativo es una doble condena. La condena al sentimiento negativo actual, y la condena por estar aprendiendo a reproducir ese sentimiento negativo en el futuro.

Pero veamos el lado positivo. Cada vez que tienes un sentimiento positivo es una doble bendición. Si eres optimista, por ejemplo, tendrás la bendición actual de sentirte bien, y la bendición futura de estar entrenándote para sentirte bien en el futuro.

Doble bendición o doble maldición. Tú eliges.

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7 comentarios en «Aprendiendo a estar triste. Aprendiendo a ser feliz.»

  1. Amigo Ivan, no puedo estar más de acuerdo contigo en este artículo tuyo, “uno es aquello a lo que dedicamos tiempo”.
    En mi evolución personal, cuento como sintiéndome infeliz, gracias a un sueño que me dio las claves del asunto, dediqué y dedico ingentes cantidades de tiempo a fortalecer la “llamita” pequeñita que encontré dentro de mí (como cuento al principio de mis artículos donde cronifico mi evolución bajo la etiqueta “fe de vida”).

    El resultado, meses después del inicio del proceso, lo encuentro extremadamente positivo para mi ser.
    Todo me ha cambiado, el mirar con otro prisma la realidad del mundo que me rodea, me ha hecho notar los matices diversos de nuestro universo, he ganado en tolerancia, en paz interior y exterior y en más compromiso humano con el mundo que me rodea (del que me considero dimitido de sus valores mundanos, que rechazo frontalmente).
    Me considero poseedor de la doble bendición que mencionas.
    Un gran artículo.
    Abrazote amigo de Alberto Antonio.

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  2. Doy fé de ello, en tres años he conseguido modificar todos los circuitos neuronales…de ser una persona super negativa y triste a ver todo lo bueno y que ni el “desamor” me arranque la sonrisa! 😉

    Muy bueno niño!

    Chuuuu!!

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  3. Todo se aprende y todo es susceptible de ser desaprendido. Sólo tenemos que practicar el cuestinonarnos a nosotros mismos (nuestros valores, creencias, comportamientos…) y el darle la vuelta a la tortilla. A veces es difícil, pero difícil no es imposible, ¿verdad? 😉

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  4. Interesante reflexión, la mayoría de los libros de autoayuda te animan a estar feliz y ser positivo siempre, pero no te hablan de la “doble bendición” que te trae esto. Existen sentimientos como el miedo que los bebes lo desconocen y lo aprenden mayoritariamente con la influencia de sus padres.

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