El peligro de escoger las batallas inadecuadas

 Como si fuéramos Quijotes errantes, recorremos el mundo y nos encontramos con gente. Muchas veces vemos algo que no nos gusta, y sentimos malestar. Ese malestar nos produce una reacción que puede ir desde una leve molestia hasta la irritación más intensa. Y en algunas ocasiones sacamos nuestra imaginaria espada y combatimos. Pero existe el peligro de escoger las batallas inadecuadas. 

Battle of Alquiri (Final)

Puede ser por cualquier cosa. Puede ser una cosa poco importante. A veces es una frase que no nos convence del todo porque implica una visión de la vida contraria a la nuestra. A veces es la referencia a un personaje que nos revuelve el estómago. Otras veces es porque un amigo ha contado por decimoquinta vez una historia edulcorada y falseada de la realidad. Pero también puede ser por algo importante porque hay algo que es injusto, o algo que nos perjudica gravemente.

Así que o luchamos por todo, o nos quedamos cortos y no luchamos por nada. Algunos irían a la guerra por una palabra de más y otros no serían capaces de luchar ni aunque su vida estuviera en juego. Por eso tenemos que plantearnos qué batallas tenemos que luchar.

Batallas que merece la pena luchar

¿Cómo determinar por tanto las batallas que sí hemos de luchar y las que conviene dejar pasar, mirándolas como si fueran dientes de león que lleva el viento y que no afectan a nuestra vida?

Creo que hay que considerar varios factores:

1)      La importancia de la batalla. Hay temas que para nuestra visión del mundo son fundamentales, y hay otros temas que no. Para mi visión del mundo, por ejemplo, es fundamental que se implante en la sociedad la ética del esfuerzo. Sin embargo la polémica de si Plutón es un planeta o no, tiene una relevancia ínfima para mí.

2)      El coste de luchar la batalla. Me refiero no al coste económico ( que a veces puede existir) sino al coste psicológico, de tiempo y de todo lo que tenemos que poner de nuestra parte cada vez que luchamos. En ocasiones parece que el coste de la batalla es sólo el esfuerzo de lucharla, pero muchas veces no es así. A nadie le gusta que le corrijan o le lleven la contraria, así que piensa que cualquier batalla implicará una cierta tensión respecto a la persona con la que has de luchar. Si esa persona tiene una situación de poder con respecto a ti, será aún más peligroso.

A veces el peligro no es del todo conocido. He leído hace un rato en internet la historia ( en inglés)  de un troll de twitter que se dedicaba a recordarle a un boxeador su poco éxito. El boxeador se cansó, descubrió donde vivía el troll y se plantó en su casa. El troll sufrió un acceso de arrepentimiento instantáneo y pidió  perdón por su comportamiento de manera automática, indigna y sin embargo comprensible.

3)      Nuestra conexión con la batalla. A veces pasamos simplemente por un lugar ( real o virtual) escuchamos de refilón unas palabras, y ya queremos meter baza en la discusión que está teniendo lugar. ¿Recuerdas alguna ocasión en que una persona, sin conexión ninguna con el asunto que se estaba discutiendo, le dió la razón a la otra parte?  Seguro que le respondiste “¿ a ti quién te ha dado vela en este entierro?” o algo parecido.

4)      Las posibilidades reales de conseguir algo con la batalla. A veces luchamos en batallas totalmente perdidas de antemano. ¿Cuántas veces has discutido con alguien y de pronto esa persona se ha dado cuenta de lo erróneo de su postura y te ha dicho “¿sabes qué, tienes toda la razón”? . Seguro que pocas veces. 

Sin embargo en este punto sí que he de admitir que en algunas ocasiones el mismo hecho de mostrar que no estás de acuerdo con la posición de otros tiene un valor. Muestra que la posición contra la que te manifiestas no es la única y da la posibilidad a otros que quizá no son tan valientes de aprovechar tu valentía para manifestarse también.

Criterios para saber que batallas luchar

Así que como ves, no es nada fácil decidir si has de luchar o no. Eso sí, una vez que lo decidas, es importante respetar esa decisión. Si has decidido no luchar, respétalo y deja que pase la batalla delante de tus narices como si vieras una fiesta de moros y cristianos desde el balcón. Y si decides luchar, entonces hazlo con todas tus energías e implícate, porque será una causa que merezca de verdad la pena.

¿Qué batallas escoges tú? ¿Qué criterio te parece el mejor para decidir si luchas o no? ¿Tienes algún truco?.

 

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13 comentarios en «El peligro de escoger las batallas inadecuadas»

  1. Este es un tema muy importante. Después de leer tu artículo me he encontrado en menos de 24 horas con tres situaciones (leyendo artículos en blogs) en que mi primera reacción ha sido el lanzarme a la batalla dialéctica.

    Creo que tengo un modo de combate que se activa con mucha facilidad ante las opiniones contrarias o los errores ajenos. Me siento como un lobo delante de una presa fácil, con ganas de hacer sangre, salir victorioso y reafirmado.

    No es que piense que hay muchas ventajas en entrar en batalla (“posibilidad de lograr algo en la batalla”) más allá de mi autoafirmación y el placer de tener razón y mostrar que tengo razón. Para mí es casi como un resorte, un vicio, un hábito perjudicial.

    Creo que ahí pones de relieve otro punto muy importante: el coste psicológico de luchar en la batalla. Creo que este es casi el más importante. Aunque uno obtenga un subidón de energía y la gratificación inmediata de refutar o rebatir el argumento de alguien, es temporal, es una energía agitada que tiene los pies de barro y que si hay respuesta del contrincante te acaba dejando agotado. Además, hay que tener en cuenta el coste de oportunidad: lo que podrías haber hecho con tu precioso tiempo si no hubieras perdido el tiempo con la discusión.

    Creo que pocos consideramos las reglas para entrar en batalla o puntos que hay que considerar antes de enzarzarse en una batalla. Los criterios de los que hablas me recuerdan a los “rules of engagement” (http://en.wikipedia.org/wiki/Rules_of_engagement ) de la ciencia militar; es decir, las condiciones que han de producirse para practicar una acción militar violenta.

    Tu artículo me ha despertado la conciencia sobre mi caracter discutidor y lo fácil que es para mí el entrar en batallas, sobre todo dialécticas. En las tres situaciones a las que aludía al inicio he conseguido parar el reflejo discutidor y he terminado no escribiendo ningún comentario.

    También me he dado cuenta de que la mayor parte de las veces que comento es para rebatir alguna idea con la que no estoy de acuerdo. Desearía seguir comentando pero con una actitud más exploratoria e inquisitiva.

    Hace tiempo escribí en mi blog sobre un par de intenciónes de implementación que pretendían inhibir mi modo de combate, pero me he dado cuenta de que no han sido muy fructíferas hasta ahora. Son estas:
    http://homominimus.com/2011/10/27/regla-de-la-entrada-en-discusion/
    http://homominimus.com/2012/01/16/regla-de-la-opinion-en-la-conversacion/

    En resumen, tu artículo señala una fuente de fricción importante en la vida cotidiana y nos anima a tomar una posición más estratégica en situaciones cotidianas.
    Estaría bien que más adelante nos proporcionaras algun método práctico o ejemplo más detallado de elección de batallas correctas.

    ¡Salud y saludos!

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    • Acabo de volver a leer tus artículos. Son interesantes, e inciden en lo mismo, la necesidad de no dejarse llevar por actitudes que no nos aportan nada, y que sin embargo son muy difíciles de erradicar. De la misma manera que comentaba en mi experiencia con el cambio de hábitos de Fogg, creo que el problema es que los propósitos de actitudes concretas son muy difíciles de implementar y más aún cuando son una reacción en tiempo real a acontecimientos que no tenemos previstos de antemano. La presencia en el momento es una solución, pero me gustaría encontrar un camino más fácil para los que no estamos tan avanzados en ella.
      Un saludo Homo minimus.

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  2. Tu lo has dicho Ivan, “la presencia” es la solución. Pienso que no hay atajos a la hora de ser mas consciente de los actos propios y como reaccionamos ante lo que vivimos. Creo que es algo gradual, a medida que se viven experiencias vamos acumulando conocimientos.

    PD: Muy interesante esta entrada.

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    • Andrés, es innegable que la presencia sería la mejor solución. Sin embargo he de confesar que es extremadamente complicada de conseguir, así que hay que intentar encontrar quizá alguna manera de favorecerla. Es un tema sin duda fascinante.

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  3. Hola Iván,

    Un tema muy relevante, sin duda. Elegir cuando intervenir y cuando no es fundamental, y no siempre lo tenemos en cuenta. A veces ya decimos que no vale la pena, pero otras no somos conscientes y luchamos cuando quizá no nos conviene. También pasa que en algún caso dejamos de luchar por cosas que son realmente importantes para nosotros, por falta de coraje, de confianza en nosotros mismos, etc.

    Un saludo

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    • Así es Manuel. Y después de escribir ese post, me voy dando cuenta día a día de las muchas veces que sin darme cuenta, elijo batallas que no me corresponden. O incluso convierto en batalla lo que no tendría que ser. Y al igual que nos preocupamos de ahorrar energía en la factura de la luz, deberíamos preocuparnos de ahorrar energía para las cosas que de verdad importan en nuestra vida. Un saludo y gracias por comentar.

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  4. Yo no soy de discutir(hablar a gritos en pie de guerra),pero sí digo todo lo que tengo que decir.
    Todos podemos tener opiniones diferentes sobre un tema,yo puedo escuchar y respetar una opinión totalmente diferente a la mía,pero tengo que entender la otra postura.
    Si yo tengo muy clara cual es mi opinión,entonces el desgaste psicológico es más para el de la opinión contraria que me tiene que convencer de su razón o desmontar mi argumento(y puede no ser fácil ,jaja).
    Intervenir por intervenir,no,como tú dices, me la repampinfla bastante el tema Plutón.
    Tengo una duda 🙂 el dibujo de posibilidad de éxito:es el chasis de un coche,es un sombrero o es una pieza de tetris???piensa bien la respuesta,jaja,tendrás que argumentarla y defenderla!!!

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