La importancia de sentirse importante.

En ocasiones, varias personas a las que lees, coinciden en el tiempo en escribir cosas sobre el mismo tema.

Eso me ha pasado a mí en los últimos días con el tema de la importancia que nos damos a nosotros mismos.

Homominimus y  Robert Sánchez, han escrito recientemente sobre el tema. El primero defendiendo la idea de ser un don nadie, y el segundo añadiendo a ese dudoso título el epíteto “de mierda”.  Aunque obviamente discrepo de ambos, creo que es importante la lectura de sus artículos para no caer en simplificaciones sobre sus ideas, que son más complejas de lo que el título sugiere.

Omar Carreño ha escrito sobre la necesidad de sentirse importante.

Y @Rafasarmentero, perennemente nos recuerda que hay que sentirse un genio.

Cómo siempre, no me puedo quedar callado, así que daré mi opinión.

 

Por: flickr.com/photos/elgekonegro/2395663908/

 

 

La importancia de sentirse importante.

 

Todo ser humano quiere ser importante. 

Aún no conozco ningún niño que desee ser suplente en su equipo de fútbol.

Aún no he visto a ninguna persona que escriba en el blog sin el deseo de tener el mayor número de visitas posibles.

Aún no he conocido a nadie que prefiera no atraer a nadie.

El deseo de ser importante es parecido a lo que ocurre con la alimentación.

Si el deseo de ser importante te desvía de tus objetivos, entonces tienes un problema. Es como la persona que come sin límite. Está tomando una necesidad natural y convirtiéndola en un vicio.

Pero ¿cuál es la solución? ¿dejar de comer?

La solución es aceptar que tienes la necesidad de comer, pero no dejar que esa necesidad te arrastre al exceso.

Con la importancia ocurre algo parecido. Tenemos necesidad de ser importantes. No deberíamos negarlo, porque no tiene sentido. Pero no podemos dejar que ese deseo de ser importantes establezca nuestras prioridades en la vida. 

Yo no quiero ser un don nadie. Ni siquiera como estrategia para ser más humilde. Ni siquiera como una manera de compadecerme de mí mismo. Ni siquiera como una manera de no sentirme exigido.

Quiero sentirme exigido. Lo que quiero, es tener la confianza que haga que no tenga problema en sentirme exigido.

Quiero ser maravilloso, genial, brillante, creativo. Es obvio que muchas veces no lo voy a conseguir. No importa. Me compadeceré de mis errores, recordaré que en el fondo sí soy maravilloso y seguiré adelante.

Al fin y al cabo, si no fuera importante, si no me sintiera importante, para que iba a seguir.

 

 

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13 comentarios en «La importancia de sentirse importante.»

  1. Conozco a uno que te diría narcisista por eso. Yo opino igual que tu.
    Todos queremos ser, y está bien porque te mantiene ascendiendo, queriendo más. Es un motor de progreso como cualquier otro y no veo que le haga daño a nadie. Como bien dices, siempre que no caigas en el exceso.
    Un saludito.

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  2. Bien por la polémica en el mundo del minimalismo minimalista y maximalista.
    Un pequeño experimento, repite 83 veces: “soy un don nadie” o si eres tan audaz como Robert “soy un don nadie de mierda”.
    Repítelo si quieres cambiando el tono, la rapidez, el ritmo, poniendo voz de tonto, de listo, de profesor… etc. Sé creativo.

    A ver qué tal:

    Soy un don nadie. Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie. Soy un don nadie.

    [¿Lo estás diciendo?] [No es obligatorio el experimento, pero te perderás alguna lección en primera persona, en tus propias carnes mentales]

    Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.Soy un don nadie.

    ¿Ahora cómo te sientes? ¿Cómo ha evolucionado tu sentimiento según repetías hasta la extenuación que eres un don nadie? ¿Te crees que eres un “don nadie”? ¿Ha sido tan terrible?

    Quizá el miedo difuso a ser un don nadie es peor que el mismo hecho de ser un don nadie. Esa vocecilla que en los momentos en que nos falta la confianza aparece es difícil de acallar y es el mayor obstáculo. Pero si haces el experimento anterior, verás que según lo repites en voz alta y a ser posible con distintas voces, a cual más ridícula, su poder para suscitar emociones fuertes va decayendo, hasta que termina por convertirse en un soniquete casi sin fuerza emocional (si no es así, prueba 83 veces más durante 83 días).
    Esta es una técnica de “defusión” de la ACT (Acceptance and Commitment Therapy) que sirve para neutralizar pensamientos incapacitantes. Seguro que ya la conocías (aunque adivino que no la has puesto en práctica debido a que contradice algunas de tus creencias).

    Fíjate que no digo que “QUIERO ser un don nadie”, digo que “SOY un don nadie”. Es bastante distinto. Yo, de hecho, quiero ser el rey de la montaña, el amo de la pista, el genio del blogging, la hostia en verso. También reconozco que mis deseos son a veces megalomaniacos y para mí legítimos. Los reconozco, los acojo sin demasiados aspavientos y sigo fijándome metas ambiciosas igualmente.

    En términos relativos, y comparado con el poder, conocimiento, saber, bondad, virtudes que hay contenidas en 7.000 millones de seres humanos sí que soy un don nadie. De hecho, todos somos don nadies a escala planetaria y más a escala cósmica. En un artículo hablé del “poder de la mediocridad”, que profundiza en la misma línea: http://homominimus.com/2013/06/27/el-poder-de-la-mediocridad/

    Para mí es soportable que sea así, y creo que si te pones a pensarlo fríamente también lo será para ti. Comparativamente, mirando a muchas personas particulares te puedes sentir superior, mejor, más bueno, etc., eso seguro que es así, pero el reverso de la comparación positiva es la negativa, y por eso puede que cada vez que te comparas favorablemente, sientas dentro de ti remotamente que si miras a otros te compararás negativamente.

    ¿Lo llamas “humildad”? Yo lo llamo realismo comparativo. Por mucho que uno sepa o haya hecho, siempre será poquísimo respecto al océano del conocimiento o de lo que se puede hacer y se ha hecho. Y no pasa nada. Está bien. No considero que tener una imagen excesiva de uno sirva de mucho en la práctica, porque los egos grandes suelen ser muchas veces egos inflados con pies de barro, y aunque el ego grande sea real, los actos nunca tendrán escala cósmica. Y no pasa nada.

    En conclusión, creo que el “soy un don nadie” es una forma de quitar un poco de lastre emocional a nuestros más profundos miedos o temores. Para mí es liberador y me ayuda a centrarme más en lo quiero hacer que en lo que creo (o no creo) ser. Desplaza mi atención de mi autoimagen hacia mis actos y mis metas.

    Entiendo que es complicado poner en práctica esta técnica de defusión; casi siempre que la he recomendado me he encontrado mucha resistencia debido a que el que tenía que repetirse estas palabras (u otras parecidas) temía que por repetirlas se iba a convertir en lo que estaba diciendo que era.

    (Seguiremos hablando de este tema en Satori Time, va a dar bastante de sí).

    Salud y bravo por mostrar tu oposición claramente.

    Soy un don nadie que quiere hacer cosas importantes.

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    • Lo creas o no he repetido la frase ( Quizá me haya saltado algún don Nadie, eso sí). Y noto como un eco que me repite “don Nadie, don Nadie, don Nadie”. Me alegro de no haber hecho la versión de Robert, y haberle añadido el de mierda.
      Pero creo que podemos sacar conclusiones:
      – Estamos de acuerdo en que todos tenemos ambiciones tan grandes, que casi nos da vergüenza admitirlas en voz alta.
      – Estamos de acuerdo en que en comparación con lo que ha hecho la humanidad desde que se inventó el hacha de piedra, nuestra aportación es “modesta”.
      – Estamos en desacuerdo en cómo conseguir liberarnos de la decepción de no ser capaces aún de dominar el mundo.
      – Creo que confías menos que yo en el poder de las afirmaciones. En las afirmaciones, los objetivos han de estar en tiempo presente. No vale con decir “haré cosas grandes” o ” quiero hacer cosas grandes”, sino “hago cosas grandes”. Aunque obviamente no las hagas todavía.
      – Para ti la imagen mental es un obstáculo, y para mí, es una herramienta importantísima.
      – Si después de leer tus frases alguien me dijera: completa la oración .. Eres un … diría “don Nadie”. Y eso no me gusta.
      – El que una técnica esté dentro de un programa en el que creo no significa que haya de creer en ella. Aunque siendo sincero no sabía que en ACT se creyera en eso.
      – Puedo estar de acuerdo en usar alguna técnica para aceptar el hecho de que aún no hemos alcanzado todo nuestro potencial, pero para mí el término don Nadie es negativo. Los árboles nacen de semillas, pero las semillas no son mierdas sino que son algo valioso y hermoso.
      – En cuanto a la imagen, creo que el problema del ego inflado se soluciona partiendo de centrarnos en nuestro potencial de crecimiento y no en nuestras carencias, o en unos supuestos logros que aún no están ahí.
      – Y lo más importante, me gusta mucho que discutamos estas cosas, porque como siempre me haces pensar.

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    • Jamás conocí a nadie tan……(no se me ocurre la palabra que te define Homominimus).
      A veces leo tus comentarios y tus posts y pienso: se le ha ido la olla. Pero reconozco que los releo y acaban enganchándome y haciéndome pensar.
      Voy a probarlo.
      No es que seas raro, creo que eres una edición limitada. Escucharé vuestro podcast.
      Saludos
      Diana

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      • Homominimus, si eres capaz de superar el prejuicio inicial hacia él, es posiblemente de las personas que más cosas te puedan aportar en esta vida. Es obviamente mi amigo, pero no lo digo por eso, sino porque es lo que veo constantemente.

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        • Estoy en vías de superar mi prejuicio inicial. A mí me asusta y me hace sentir chiquitita. Me acojona! Le leo, pero no me atrevo a comentar sus post como me atrevo aquí. Pero engancha (que no nos oiga jeje).
          Lo tengo apuntado en mi cuaderno de tormentas también.
          Vaya pareja de dos hacéis!

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      • Solo comparándome con la mayoría lo consigo, esa mayoría solo me supera en número, no en otra cosa.
        En la individualidad con otros, ya me es más difícil. Pero debe de ser algo de autoestima (supongo).
        Fijémonos en la historia reciente y muy reciente ¿Las mayorías otorgaron acertadamente sus apoyos? ¿Son fiables esas mayorías?
        Cuando me comparo con ellas -por ejemplo- me ensalzo.

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  3. Típica frase de velatorio: No somos nadie. Allí nos damos cuenta de lo insignificantes que somos, humanos expuestos a los vaivenes de la vida. Es bueno recordarlo de vez en cuando.
    Y es que es cierto:no somos nadie( y menos en traje de baño)

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  4. ¡Cuidado con las palabras que las carga el diablo!
    Yo no he hecho el experimento, lo siento, y eso que a mí me gusta más un experimento que a un perro un hueso.
    La oración cura más que muchas medicinas. Los sonidos vocálicos y los mantras tienen un efecto fisiológico… Cuidado con las palabras que tienen mucho poder.

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