El efecto Diderot y el efecto bola de nieve.

Seguro que te ha pasado alguna vez. Te compraste una nueva bolsa para ir al gimnasio y de pronto sentiste la necesidad de comprar un nuevo chandal y unas nuevas zapatillas . Cambiaste el ordenador y de pronto te pareció que los altavoces eran demasiado viejos. Compraste una nueva tele y pensaste que había que cambiar la estantería.

Si alguna de esas cosas te ha ocurrido, es que has sido víctima del efecto Diderot.

 

El efecto Diderot.

Este término fue acuñado por el antropólogo Grant McCracken en 1988, usando el nombre del filósofo francés Denis Diderot, un famoso ilustrado (1713–1784) que participó en la redacción de la Enciclopedia francesa.

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“Qué bien me vendría una nueva bata”

 

Diderot describe el efecto que lleva su nombre en un ensayo llamado “Lamentos por vestir una bata vieja”. En él relata cómo recibe el regalo de una hermosa bata escarlata. Inicialmente está muy satisfecho con el regalo, pero comienza a darse cuenta de que el resto de sus posesiones palidecen en comparación con la bata. Eso le hace sentir mal y empieza a cambiar más cosas. Sustituye su vieja silla de paja por una butaca de piel, cambia su vieja mesa de despacho por una nueva y cara. La conclusión es triste: ” Era el amo de mi vieja bata” – dice Diderot- “pero soy el esclavo de la nueva. Cuidado con la contaminación de la riqueza repentina. El hombre pobre puede prescindir de las apariencias, pero el rico está siempre bajo presión.” No sientas tanta lástima de Diderot, el relato es una ficción, pero contiene una importante advertencia.

El efecto Diderot se basa en dos circunstancias:

– Los bienes que posee un consumidor están relacionados con su sentido de identidad y son complementarios entre sí.

– La introducción de una nueva posesión que se desvía de los bienes actuales puede resultar en una espiral de consumo.

El efecto Diderot en el consumo es interesante. Pero el efecto Diderot no solo se puede aplicar a las cosas que poseemos. También se puede aplicar a cómo actuamos. Es el efecto bola de nieve de cambio de la identidad.

 

Identidades.

 

El ser humano siempre está en constante necesidad de afirmarse. En constante lucha por estar por encima de los demás o al menos a su nivel. Nuestros genes nos llevan a ello.

Cualquier cosa vale para afirmar nuestra personalidad. La pertenencia a un equipo de fútbol, veranear en una localidad, identificarse con un grupo de música, usar una determinada marca de teléfono. Dices “yo soy de Apple”, ” me gusta el Barça”, “siempre veraneo en Punta del Este”, “me gusta Muse”.  Y cada una de esas frases pinta un poco tu retrato. Para otros, pero también para ti.

Cada afirmación sobre nosotros mismos es una pincelada aislada. Pero tratamos siempre de que los trazos estén coordinados entre sí. Nos esforzamos en crear una historia personal, una descripción de lo que somos. Nos quejamos de que no podemos resumir nuestra personalidad en cuatro frases para una red social y al mismo tiempo nos pasamos la vida intentando que nuestra personalidad pueda sintetizarse en un par de frases.

Nos gusta la coherencia. Tenemos una idea de lo que somos y pretendemos que esa idea sea lo más coherente posible. Nos consideramos conservadores o progresistas, pensamos que somos hipsters o que pasamos de la estética. No hay manera de escapar. El que compra toda la ropa de marca es tan prisionero de su propia imagen como el que afirma a los cuatro vientos que no le importa llevar una camiseta vieja. Creamos una identidad y luego vivimos dentro de ella, sin atrevernos a salir.

La identidad que creamos para nosotros mismos es tan importante que define lo que amamos y lo que odiamos, lo que hacemos y lo que criticamos, lo que creemos que somos y lo que creemos que debemos ser.

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¿Quién soy?

Cuando nuestra identidad cambia.  Breaking bad y el efecto bola de nieve.

 

Si alguna vez nos vemos forzados a hacer algo incoherente con nuestra identidad actual, lo más probable es que volvamos a ella tan pronto como podamos. Es como si una persona que se considera un gourmet, tiene que comer un día en un restaurante de mala muerte. O el ciudadano ejemplar que un día se va sin pagar de un lugar porque no le traen la cuenta. Lo más probable es que se olvide de ello lo antes posible y vuelva a sus pautas de comportamiento.

Pero en ocasiones salimos de nuestra identidad actual de manera más definitiva. Quizá ha cambiado algo que ha pasado a formar parte de nuestro entorno ( como la nueva bata de Diderot) o quizá es que de alguna manera hemos disfrutado con el cambio. Entonces, en lugar de volver a la antigua identidad, creamos una nueva. Es lo que pasa cuando una persona que ha vivido siempre sin salir de su ciudad, empieza a viajar y pasa a considerarse un “viajero”. Es lo que ocurre cuando quien ha comido pizzas congeladas toda su vida, empieza a hacer deporte, y se pasa a considerar una persona sana. O es lo que le pasa a quien siempre se ha preocupado por sus hijos y de pronto decide que va a vivir la vida loca dejándolos más de lado.

El cambio puede ser a mejor o a peor. No importa. Lo importante es que se deja la identidad antigua y se asume una nueva.

Lo que motiva el cambio de una identidad a otra puede ser el deseo de huir de algo de la vieja identidad o el deseo de tener algo de la nueva. Y más habitualmente ambas cosas a la vez.

En la serie de televisión “Breaking Bad” el protagonista Walter White es un profesor de química con poca autoestima que tiene un segundo trabajo en un lavadero de coches. Su vida es una mierda. Su identidad como profesor que cumple la ley es totalmente insatisfactoria. Además, cuando prueba a fabricar metaanfetamina descubre que puede ganar dinero fácilmente y sentirse importante.  Tiene dos estímulos para cambiar de identidad: el deseo de huir de la identidad antigüa y el deseo de disfrutar de las ventajas de la nueva. Así que cambia su manera de verse. Y con ello cambiará totalmente su mundo.

 

Por: flickr.com/photos/popculturegeek/4421434228/
“La” serie.

Alerta: el mundo está lleno de bolas de nieve.

 

Los cambios que introduces en tu vida suelen generar nuevos cambios. Y esos cambios producen otros cambios y modifican tu sentido de la identidad. Esa es la fuerza del efecto bola de nieve.

Por eso es tan importante introducir cambios estratégicos aunque sean muy pequeños. Es lo que se hace en el cambio de hábitos con los “baby steps” o “pasos de niño”. Cambiar una pequeña conducta es tirar una bola de nieve que puede ir creciendo hasta volverse imparable.

Y por eso también es importante vigilar qué cambios hacemos en nuestra vida y qué efecto pueden producir esos cambios.

 

Por: flickr.com/photos/kamshots/384814496/
La que estáis liando…

Ya lo sabes. Ahora eres tú quien ha de decidir si lo que vas a hacer es comprarte una bata nueva o empezar a hacer ejercicio. Si vas a introducir en tu vida algo que te cambie para bien, o que te cambie para mal.

Pero hagas lo que hagas, cuidado con las bolas de nieve.

 

 

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2 comentarios en «El efecto Diderot y el efecto bola de nieve.»

  1. Me gusta este artículo, dices cosas de calado y que me son muy familiares…
    En el párrafo que dices: [“El hombre pobre puede prescindir de las apariencias, pero el rico está siempre bajo presión”] encuentro la explicación en mis lecturas: “Donde aumentan los bienes, aumentan los devoradores.”
    “El sueño del trabajador es dulce, coma mucho o coma poco; pero al rico no le deja dormir su abundancia.”
    Eclesiastes 5,10. -11

    [Los bienes que posee un consumidor están relacionados con su sentido de identidad y son complementarios entre sí.]
    Cobra el sentido con el minimalismo, la austeridad.
    La coherencia en nuestra vida (siempre estoy insistiendo en esto en mis escritos) es determinante, si no hay coherencia somos hipócritas, y eso también marca.
    Por eso mismo es importante que la filosofía que adoptes sea positiva y benéfica.
    Afirmas: [Creamos una identidad y luego vivimos dentro de ella, sin atrevernos a salir.]
    Cierto, pero ya se dijo:” Buscad ante todo el reino de Dios y lo que es propio de él”

    [El cambio puede ser a mejor o a peor. No importa. Lo importante es que se deja la identidad antigua y se asume una nueva]
    Es lo que se dice: “Ha realizado una resucitación a un hombre nuevo, pues el viejo a muerto (yo soy un ejemplo palmario de esto mismo).

    [Cambiar una pequeña conducta es tirar una bola de nieve que puede ir creciendo hasta volverse imparable]
    Este párrafo me recuerda la parábola del grano de mostaza, donde Jesús dice que el reino de Dios se parece a un grano de mostaza (que es pequeñísimo) pero que una vez que se sembró crece hasta convertirse en un árbol enorme en el que la aves pueden anidar…

    En definitiva, un artículo muy inspirado con el que me siento en sintonía.
    Felicidades amigo Ivan.

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    • Gracias Alberto. Me parece muy interesantes tus interpretaciones y referencias a los textos bíblicos. Hay ciertas enseñanzas que se repiten a lo largo de los tiempos, y que por desgracia seguimos olvidando una y otra vez. Un abrazo amigo.

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