El efecto lupa

Efecto lupa

Por: flickr.com/photos/mauroescritor/10975838886/

 

Tengo cien millones de dólares en una cuenta en Suiza.

Tengo una casa maravillosa en el lago de Como.

Mi salud es envidiable. Nunca he tenido un problema.

Soy extremadamente popular. La mitad de los días me invitan a una fiesta de gente famosa a la que pocas veces tengo tiempo de acudir.

Hoy he estrenado mi nuevo Lamborghini. Es amarillo. Cuando paro en un semáforo, los hombres me miran con envidia y algunas mujeres con deseo.

Voy a comer al mejor restaurante de la ciudad. Obviamente podría llevarme el chofer en el Rolls, pero no quiero que nadie toque mi Lamborghini. Uno no debería dejarle a nadie su Lamborghini. Ni siquiera al aparcacoches del restaurante. Mientras aparco, observo a mi amigo que está llegando. Le hago un gesto de saludo y zasss. Por ese despiste le he dado un golpe al coche de atrás. Con el Lamborghini nuevo.

Salgo del coche. Voy a ver la parte posterior de mi Lamborghini. Está abollado. Mi Lamborghini nuevo. Qué manera de estropearse el día.

 

Por si acaso te has pensado que era yo el de los cien millones te aclaro que no lo soy. Y la historia no es real. Pero historias parecidas son reales todos los días. Dejamos que cosas muy pequeñas alteren nuestro estado de ánimo. Y todo por culpa del efecto lupa.

 

El efecto lupa

En el caso de la historia, la abolladura del Lamborghini no es un problema grave considerando la vida del protagonista. Al contrario, es un detalle mínimo. Incluso podríamos decir que irrelevante, pero en ese momento no lo parece.

La mente humana está creada para fijarse en lo que cambia. Para mirar un campo y ver el conejo que se mueve y no las flores que están quietas. Para darse cuenta de que algo no está en el sitio en que estaba.

No es un defecto. Es algo muy útil. Si eres un homo sapiens de la antigüedad caminando por el bosque, necesitas saber qué cosas han cambiado. Necesitas darte cuenta de que un arbusto se mueve (detrás puede haber un tigre) o de que cada vez hay menos caza cerca de la cueva (conviene pensar en una mudanza).

Como tantas otras veces el problema es que nuestra mente antigua se enfrenta a una realidad nueva. Tenemos unas botas de montaña para ir al baile de graduación.

Nuestro cerebro se fija en las cosas que cambian. Nuestra mente se altera por cambios mínimos.

Nuestro estado de ánimo se altera según lo último que ocurre y lo que tenemos más cerca.

Es como si tuviéramos una lupa que no nos deja ver el conjunto de nuestra vida y que hace que lo que tenemos delante parezca extraordinariamente importante. 

Cuando lo que vemos en la lupa es bueno, el efecto es maravilloso. Gana nuestro equipo y nos olvidamos de todos los problemas. Nos vamos de vacaciones y nos sentimos felices. El efecto lupa en lo positivo puede impedirnos hacer autocrítica, pero no nos hace sentir mal.

Cuando lo que vemos en la lupa es malo, nos sentimos muy mal. Nos venimos abajo por una raya en el coche, por el comentario negativo de una persona que no conocemos, por un simple fallo.

La primera vez que visité Estados Unidos vi algo que me llamó la atención porque no lo había visto en España. En la parte de abajo de los retrovisores se leía una frase: “las cosas pueden parecer más cercanas de lo que están”.

Al mirar la vida, también ocurre eso. Pero nadie te lo advierte.

Por: flickr.com/photos/exfordy/123900378/

Cómo sobreponernos al efecto lupa

El problema no es que nuestra mente actúe como una lupa. El problema es que olvidamos que estamos mirando el mundo a través de una lupa.

Por eso tenemos que ser conscientes de ese efecto. Y en cuanto lo notemos buscar la distancia. Alejar la visión como hacemos en Google Maps cuando queremos ver algo más distante.

Preguntarnos: ¿Importa esto en el conjunto de mi vida?

El otro día por ejemplo me pusieron una multa. (Una multa canallesca en el radar que más sanciona de España por cierto).

Creo que la multa es de unos cien euros. Cien euros es mucho dinero. Si miro el día de hoy y pienso que he perdido 100 euros, es inevitable que esté triste. Pero si considero el conjunto de mi vida, los 100 euros importan mucho menos.

Algunos proponen también la pregunta: ¿me importará esto cuando me vaya a morir? Estoy seguro de que en mi lecho de muerte no recordaré esos cien euros de multa.

No es que no debas darle importancia a los problemas. Tienes que darles importancia. Pero la importancia que tienen y no la que ahora mismo crees que tienen.

Decía el personaje de Jack Sparrow que el problema no es el problema sino tu actitud ante el problema. Quizá tu actitud ante el problema dependa de tu manera de enfocarlo. Y tu manera de enfocarlo quizá depende de dejar a un lado la lupa.

 

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