Experimento 2. #ExperimentoEgo

Juan lo llevaba siempre sobre sus hombros. Era pequeño, tan pequeño que a los demás les pasaba siempre desapercibido. Pero él no podía olvidar a ese hombrecillo enfurruñado y fanfarrón, que tenía algo que decir en todo lo que le pasaba.

Le llamaba Ego. A veces parecía una criatura absolutamente independiente, un parásito que habitaba el interior oscuro de su cuerpo. Otras veces le parecía que era una parte de sí mismo, y que el hecho de darle un nombre distinto no era sino una manera de engañarse, y de no tener ninguna responsabilidad en los actos del homúnculo.

Ego siempre estaba exigiendo. Cuando alguien hablaba de alguien que destacaba en algo, Ego se impacientaba. “No está hablando de nosotros”- le comentaba al oído a Juan.  Cuando alguien hablaba de sus vacaciones, el hombrecillo se colgaba del cuello de Juan y pellizcándole insistía: “Háblale de nuestras vacaciones”. Juan intentaba resistirse, pero casi siempre acababa cediendo.

 

Ego
¿Quemamos el ego?

El ego. El gran enemigo.  El espíritu malvado que es y no es tú mismo. El culpable de todo lo malo que te ocurre, el culpable de que la sociedad sea como es.

Dicen los budistas, los cuasibudistas y los semibudistas que el ego es un gran obstáculo para la felicidad. Posiblemente. Lo experimento con frecuencia. Sufro sus mordiscos en mis entrañas, y sus quejas con voz de ultratumba. Y me hace ser menos feliz.

¿Se puede controlar el ego?

¿Se pueden ignorar sus exigencias?

Como en todos los sentimientos, parto de la evolución. Parto de considerar que el ego subsiste en nosotros porque nos ayuda a conseguir cosas. ¿Podrían Leo Messi o Cristiano Ronaldo ser tan buenos futbolistas si no tuvieran ego? , ¿podrían Vargas Llosa o García Márquez hacer el sacrificio que requiere ser un novelista de esa categoría sin tener un ego que les empujara?

Una vez le leí al gran Gabriel García Márquez que si no pensabas que ibas a escribir mejor que Cervantes, era mejor que te dedicaras a otra cosa.

Quizá no sea conveniente eliminar el ego.

¿Pero no podríamos al menos evitar que decida lo que hacemos? ¿No podríamos resistirnos a mencionar que nuestro libro se vende bien, que nos ligamos a una chica guapísima, que metimos un gol el otro día, que nuestro hijo es extremadamente guapo, que tenemos un teléfono de última generación?

Si juzgo por lo que veo en mí y en los demás, es una tarea complicada.

Precisamente estoy aquí para experimentar. Quiero dedicar mi segundo experimento al Ego.

 

Segundo experimento.

Experimento Ego.

Durante una semana, comenzando el día 14 de diciembre, intentaré resistirme a todas las exigencias del ego. Será el #ExperimentoEgo

Intentaré:

– No demostrar que sé más que los demás de algo.

– No mencionar mis logros.

– No alardear de amistades.

– No intentar dejar caer que he hecho algo mejor cuando alguien me comente alguna cosa.

Cosas que no incluye este experimento:

– Puedo responder a lo que se me pregunte acerca de mis logros y méritos. Sin adornarme.

– Puedo seguir teniendo una opinión muy alta de mi mismo.

– Puedo defenderme de los ataques de los demás.

– Puedo exponer opiniones que contradigan las de los demás, siempre que no sea para intentar quedar por encima de ellos.

A lo largo de la semana, iré escribiendo por aquí los resultados.

¿Me quieres acompañar?

 

2015.12.14

El #experimentoego de momento está siendo más fácil de lo que había pensado. Quizá es porque el día de hoy no he trabajado y mi contacto con humanos ha sido más limitado.

Aun así he encontrado dos momentos en los que he visto que mi ego asomaba la cabeza:

En una conversación particular, alguien me indicaba un defecto mío. Es adorable esa manía de los demás de ponerte tus defectos delante de las narices y esperar que digas “sí, bien, muy bien” como si fuera el peluquero enseñándote con un espejo la parte de atrás de tu cabeza. Mi reacción, automática e inconsciente fue lanzarme a destacar una de mis virtudes ( por desgracia no demasiado aparentes para los demás) . El ego esperando como un tigre detrás de un matorral. El ego como mecanismo de equilibrado

Más tarde en una conversación con varios amigos sobre fútbol, alguien destacaba el ruinoso estado de nuestro equipo. Era una previsión que había hecho un tiempo atrás. Ya iba a lanzar un “yoya” ( “yo ya lo dije”) cuando lo maticé: “no quiero decir que lo había dicho yo antes pero…” Error mío. Matizar que no quiero dármelas de listo y luego dármelas de listo es como decir “no te ofendas por lo que te digo” y después ofender. Suavizar la frase no cambia en absoluto lo que dices.

Me doy cuenta de que mi intención cuando muestro mi ego es mejorar mi estatus. Mejorarlo porque ha sido atacado o mejorarlo simplemente por mejorarlo. El ego es posiblemente un instrumento de gestión del estatus.  A veces dices o haces algo y tu estatus aumenta. Aunque casi siempre lo único que consigues es disminuir ese estatus.

Conclusiones del primer día:

  • El ego sale a la luz cuando hablas con otras personas.
  • El ego es un instrumento para mejorar el estatus.
  • Decir que no vas a alardear de algo y después hacerlo es como mínimo tan malo como hacerlo directamente.

 

2015.12.15

El segundo día ha sido parecido al primero. Estar pendiente de cuándo va a saltar el ego es positivo. Hace que lo tenga más controlado.  He tenido un par de episodios relacionados con el ego:

He ido a jugar un partido de fútbol como  todos los martes. En el entrenamiento previo, he tirado un par de veces a portería sin mucho éxito. Otro jugador me ha hecho un comentario como ” Hoy no estás muy afinado”, y mi tentación ha sido dejarle caer que el otro día había metido dos goles. No se me da bien meter goles, ni es mi función en el equipo ( soy defensa) pero de alguna manera quería quitarme el mal sabor de boca del comentario negativo. Así que pretendí recordar lo de los goles. Por suerte paré a tiempo.

También durante el día hablé con una persona que me comentaba que le resultaba muy fácil controlar su ego, porque no tenía demasiado. Pensar que te resulta fácil controlar tu ego ¿no es ego? Posiblemente sí.

Comenta Bel que el ego hay que aceptarlo. Creo que hay que distinguir dos cosas: por un lado el saber que tienes ego sí creo que es algo que hay que aceptar; por otro la manifestación de dicho ego, que yo sí creo que hay que controlar, porque mostrar el ego de esa manera resulta perjudicial además de antiestético.

 

2015.12.17

 

El ego sigue apareciendo en las conversaciones con los demás. Al hablar esta mañana con mi compañero de fútbol, he estado a punto de mencionar los dos goles famosos del otro día. De hecho estoy empezando a lamentar haber hecho dos goles por primera vez :).  Me estoy planteando si contarlo aquí no es también ego. Supongo que no, porque una de las cosas que caracteriza a lo que dices por ego es que se lo cuentas a gente que teóricamente pensará mejor de ti si tiene ese dato. En una reunión de amigos que juegan al fútbol decir que has hecho dos goles puede estar muy bien, en una reunión de literatura es absolutamente irrelevante.

Así que las manifestaciones del ego son para conseguir estatus en un entorno social determinado. Y el estatus se gana de manera distinta según el grupo de que se trate.

También veo la influencia del ego en el deseo de hacer añadidos a las conversaciones. Mi compañero hacía una referencia a lo fácil que es comprar ropa de imitación en Tailandia. Yo afirmé que en China es aún más fácil. No hace falta escarbar mucho para comprobar una intención de dejar caer que he estado en China.

Muchas veces tengo esa sensación de querer añadir algo más a lo que se está diciendo. Y sinceramente no creo que sea para enriquecer el debate. Es más bien para no quedarme atrás. Como cuando digo “sí, yo también he estado allí”. O para quedar por encima, como cuando digo ” mejor aún que ese lugar es este otro” este otro en el que casualmente yo sí he estado.

Creo que el ego está detrás de gran parte de las veces que no escuchamos. No escuchamos porque no nos interesa la conversación, porque solo nos interesa tener nuestra ración de ego. Estamos simplemente esperando que la otra persona se calle para poder meter nuestra cuña publicitaria. Son muy reconocibles las frases que empiezan por “yo”, “pues yo…” “en cambio yo”, o cualquier otra forma de dar un giro a la conversación para poner de nuevo el foco en ti.

 

2015.12.19

Otra de las maneras en las que aparece el ego es mediante la envidia. Si sientes que una persona está destacando demasiado, es frecuente que tengas la tentación de criticarlo. Su estatus superior hace que el tuyo baje por comparación, y tu ego trata de controlar la situación por medio de la crítica.

Como casi siempre que el ego actúa hacia el exterior, el resultado no es bueno. Los demás notan tu intención.

Hoy se hablaba muy bien de alguien ( no recuerdo quién). No era alguien conocido por mí en persona, ni de mi campo, así que la envidia no debería ser muy alta, pero aun así tuve el impulso de criticar. Conseguí pararlo a tiempo.

Aunque no es propiamente objeto del experimento hoy me he fijado también en el lado positivo del ego. He jugado un partido de fútbol con una actuación bastante mejorable. He cometido un par de errores graves, y después de ellos, de manera inconsciente y automática me he acordado de momentos en que lo he hecho bien. Con todo el mal nombre que tiene el ego, creo que puede ser un gran aliado en momentos oscuros.

 

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4 comentarios en «Experimento 2. #ExperimentoEgo»

  1. El ego es más fácil controlarlo desde la aceptación , si luchas lo potencias , si lo aceptamos como parte de nosotros bajamos su poder y desde ahí coges el control .
    Es un trabajo importante … Gracias por compartirlo yo intento trabajar el mío a diario, a veces lo consigo y a veces no, porque muchas veces viene marcado por las creencias limitantes que tenemos y esas si podemos cambiarlas.
    Muchas gracias de nuevo.
    Un beso

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  2. Creo que el ego es esencialmente un problema tanto mayor en gente que se da mucha importancia a sí misma. Creo también que el ego, al menos en la forma en la que has descrito que se manifiesta (querer quedar por encima, mostrar cuánto has conseguido, etc) es muy propio de hombres. Las mujeres también tenemos ego, claro, pero creo que de otra forma. Por otro lado la sociedad ya se encarga de destruirnos el ego en este tipo de cosas (otra cosa es que se manifieste de otras maneras y de formas más sutiles y sibilinas)…en mi caso, basculo bastante entre parecerme alienígena lo que estás comentando, y sí, a veces me sale la parte más “tío” como yo digo, y tengo que quedar encima por mis eggs. Hace no mucho me he leído una teoría de un antropólogo y mientras leía cómo se estructuraban los primeros grupos humanos me dije, ea, ya está aquí el ego haciendo de las suyas. Lo que me pareció curioso, es que la forma de mantenerlo a raya era que toda la comunidad bajaba de las alturas al que se iba un poco por las nubes. Me pareció una forma de control bastante efectiva. Todos tenemos la misma importancia, hoy tú haces una cosa mejor que yo, otras yo, y no es cuestión de que tú seas un ser tocado por la mano de Dios.

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  3. Hola. Interesante entrada.
    A mi me pasa que me mimetizo con quien tengo delante.
    Si esa persona controla su ego o afloran las dosis justas, yo me relajo, disfruto de la conversación y no necesito controlar nada.
    Si por el contrario coincido con un top 10 del ego me pongo a la defensiva intentando adornar mi status. Es incomodo. No me hace sentir mejor, más bien todo lo contrario. No disfruto de la conversación nada. La mayoría de las veces evito a estas personas y no es que me lo proponga, no. Simplemente los evito a mi pesar.

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