Fragmentación: Cuando el día se rompe en mil pedazos.

En los inicios de la humanidad, cuando éramos cazadores-recolectores la vida era muy dura. Sin embargo el número de horas dedicadas a las diversas labores era relativamente escasa. La caza era una actividad arriesgada, sí, pero no tenía unas grandes exigencias de tiempo. Y la vida en la caverna no requería ni permitía hacer demasiadas cosas.

Posteriormente el hombre se hizo agricultor y sedentario. Con ello se aseguró un suministro más estable y menos arriesgado de comida. Sin embargo también se condenó a un trabajo más exigente en cuanto a horas, especialmente en las zonas en las que el cultivo era de arroz ( que es más complicado técnicamente que el trigo).

Durante mucho tiempo el hombre siguió viviendo de una agricultura realizada con la ayuda de unos pocos animales de labor, fundamentalmente bueyes ( de mucho menor rendimiento que los caballos que tardaron en poderse  utilizar). La vida era dura. Al menos en cuanto a los campesinos que formaban la mayor parte de la población.

En todas esas épocas, fuera la vida más o menos dura, y fueran más o menos las labores a realizar sí había un elemento importante en común. Y es la unidad de la actividad. No existía la fragmentación del día y de la atención.  Durante el día se hacían pocas cosas durante un número muy grande de horas y sin interrupción en la realización de las mismas.

Los avances posteriores han hecho que la vida sea por un lado mucho más cómoda, librándonos a la gran mayoría de la dureza de las labores del campo, y facilitando a los que la siguen realizando una vida mucho más sencilla ( no es lo mismo arar a mano o siguiendo un carro de bueyes que estar en la cabina de un tractor mientras se escucha música). Pero junto a esa simplificación de las labores existentes anteriormente, se ha producido el surgimiento de muchas nuevas tareas.

Desaparece para la mayoría el trabajo principal de la agricultura, pero aparecen otras profesiones y sobre todo muchas obligaciones y posibilidades de consumo de tiempo comunes a los distintos trabajos.  Como consecuencia de ello quedamos igual en horas, pero quedamos mucho peor en cuanto a que las horas que tenemos están mucho más divididas. No se usan en realizar solo unas cuantas tareas, sino que se emplean en la realización de una multitud de cosas diferentes.   Es la fragmentación.

 

¿a qué agobia?
¿a qué agobia?

¿Qué entiendo yo por la fragmentación?

La fragmentación para mí, es el hecho involuntario de que las horas del día se ocupen en muy diversas ocupaciones que se entrelazan entre ellas y están cruzadas por numerosas interrupciones. ( subrayo que es involuntario para distinguirlo de fragmentaciones voluntarias como determinadas técnicas de productividad).

Así en la época por ejemplo de la edad Media, la vida de un campesino podía consistir en:

Levantarse, hacer sus necesidades, ir al campo,  desayunar, trabajar el campo, rezar, trabajar el campo , comer, descansar, trabajar el campo, cenar , charlar, rezar, dormir.

Ahora compara eso con lo que puede resultar la vida de una persona del siglo XXI desde que se despierta:

Levantarse, hacer sus necesidades, desayunar/ leer la prensa, ir al trabajo, trabajar con continuas interrupciones/responder mails/responder llamadas/seguir diversas páginas web/, comer/mirar el móvil/enviar un mensaje/fisgar en redes sociales/leer la prensa, trabajar con continuas interrupciones/responder mails/responder llamadas/seguir diversas páginas web//fisgar en redes sociales/ , ir al gimnasio, hacer ejercicio/escuchar música, volver a casa, ver la televisión/entrar en internet/mirar el móvil/charlar con la familia/fisgar en redes sociales/, dormir.

Y en prácticamente ninguno de esos momentos existe la posibilidad de estar centrado en la labor que se está realizando.

¿Cómo solucionar la fragmentación? . Eso lo veremos en la siguiente entrada.

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