La maestría no depende solo del esfuerzo

¿Que influye más en el ser humano la biología o la educación?

La mayor parte de los autores han aceptado que tanto la biología como la educación influyen en la configuración humana.

Por: flickr.com/photos/pagedooley/4196773347/

En lo relativo a la maestría, que es la capacidad de algunas personas para llegar a actuar de manera sobresaliente en diversas áreas, durante mucho tiempo se pensó que lo más importante era el talento.

Si una persona destacaba tocando el violín, era porque tenía un talento innato para ello. Lo mismo valía para escribir una novela o jugar al tenis.

La teoría del talento innato conviene tanto a las personas destacadas como a los que no lo son. A los destacados porque  les rodea de un halo de magia, mucho más glamouroso que el esfuerzo acumulado. A los que no han destacado porque les libera de responsabilidad. Si no han destacado, es porque no tienen talento y no podrían haber hecho nada para cambiar su suerte.

Para romper con la idea de que todo dependía del talento, se ha dado una importancia enorme al entrenamiento, en ocasiones de forma extrema. Se ha llegado a decir que la maestría en cualquier habilidad se adquiría dedicando 10000 horas.

Ya en otras ocasiones he criticado ese pensamiento. Atribuir un número de horas fijo a la maestría de actividades tan distintas como tocar el violín o jugar al badmington me ha parecido siempre un sinsentido.

Ahora un reciente estudio  (Hambrick y otros 2018) presenta de nuevo la hipótesis más lógica. Que la maestría depende no solo del entrenamiento sino también de las circunstancias biológicas, y que son muchos los factores que influyen en la maestría.

Diferencias físicas y diferencias cerebrales

En realidad con un poco de sentido común toda esta discusión habría sido innecesaria. Es evidente que hay diferencias físicas que influyen en la habilidad para realizar determinadas actividades.

Tiburcio y Terencio quieren jugar al baloncesto. Tiburcio y Terencio entrenan lo mismo, pero Tiburcio mide 1,60 y Terencio 2,10. ¿Quién jugará mejor al baloncesto?

Eso es algo tan obvio que nadie lo discutiría.

Pensando en el cerebro, también parece lógico que haya diferencias físicas o químicas en la estructura del cerebro que hagan que para una persona sea más fácil tocar el piano que para otra. Si por ejemplo la zona de la música está en una región del cerebro y una persona tiene esa zona más grande que otra, tendrá más facilidad para tocar el piano.

Alguno dirá que el cerebro se refuerza con el uso. Y claro que es así. Pasa igual que con los músculos. Pero si dos personas destinan el mismo tiempo al gimnasio, siempre habrá una que tenga por su biología una estructura que le haga más fácil adquirir musculatura. Con el mismo esfuerzo, los resultados serán diferentes.

La especialización hace cada vez más importante el talento

Entonces ¿puede una persona sin talento innato llegar a formar parte del top mundial en alguna actividad?

Creo que la clave es el número de personas que trabajen para entrar en esa élite.

Y para explicarlo hablaré de los jugadores de fútbol.

Los porteros de fútbol altos tienen ventaja sobre los más bajos. Llegan a balones a los que los otros no llegarían, cubren más portería, y en los corners se imponen con más facilidad.

Hasta hace tiempo los porteros, aun siendo más altos que los demás jugadores, no eran tan extremadamente altos. Podían medir 1,80 1,80 y algo pero pocos llegaban al 1,90.

Últimamente son muchos los porteros que llegan al 1,90 y lo sobrepasan. Es muy complicado estar en la élite sin tener esa altura.

¿Qué ha pasado?

Lo que ha ocurrido es que las personas altas son normalmente menos hábiles que las personas bajas y tienen menos reflejos.

Cuando había pocas personas muy altas que intentaban jugar al fútbol, había, por pura estadística, pocos porteros altos habilidosos, así que había hueco para que personas de más baja estatura pudieran ser porteros.

Al aumentar el número de personas que trabajaban para ser porteros de fútbol, el número de porteros altos habilidosos ha aumentado, y las oportunidades para porteros con mucho entrenamiento pero pocas condiciones físicas han disminuido.

Cuanta más competencia hay, cuanto más se iguala el entrenamiento, más importante es la parte del talento.

Es como si hubiera un examen para conseguir un puesto de trabajo en el que 7 puntos dependieran de tu esfuerzo y 3 puntos dependieran de tu cociente intelectual. Si los demás candidatos no estudian, tú consigues 7 puntos y los demás solo 2, dará igual tu cociente intelectual.  Sin embargo si todos consiguen 7 puntos, los 3 puntos del cociente intelectual serán decisivos.

 

Entonces ¿no merece la pena esforzarse?

Todo lo contrario. En un mundo tan competitivo como el actual el esfuerzo es absolutamente imprescindible. Sin esfuerzo no vas a llegar a ningún lado.

Pero quizá también es cuestión de plantearte si vale con el esfuerzo. Si mides 1,60 tienes absolutamente todo en tu contra para jugar en la NBA. Si te pasa como a mí y te cuesta un mundo aprender a tocar la flauta dulce, quizá no tienes el talento más adecuado para ser un concertista de violonchelo.

¿Cuál es mi conclusión?

La conclusión que yo saco es que deberías esforzarte al máximo y además escoger un campo en el que o bien no haya demasiada competencia ( por ser nuevo o poco explorado) o bien sea adecuado a tus habilidades innatas.

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