En las épocas antiguas, era costumbre que cuando un mensajero traía unas noticias muy malas, se le matara. De ahí derivan por un lado la expresión “matar al mensajero” y de otro la dificultad de encontrar alguien que te haga los encargos. Pero ¿es tan malo ser portador de malas noticias?. ¿Es importante que se te asocie con cosas positivas?.
Es verdad que lo del mensajero es un poco radical,y que en realidad es poco frecuente ver a nadie lanzando por la ventana al mensajero de Seur o de UPS solo porque nos traiga una carta que no nos resulte agradable. Sin embargo lo que sí sigue siendo muy actual es que asociamos las personas y las marcas a las sensaciones que tenemos cuando ellas están presentes.
Autopistas: pagar o no pagar esa es la cuestión.
Las tarifas de las autopistas me parecen abusivas, especialmente considerando que a veces operan en virtud de una concesión que se ha prorrogado de manera como mínimo irregular. Obviamente la persona que está encargada de recibir el pago no tiene la culpa de ello. Es un mero empleado de la compañía de autopistas. Pero cuando le hago el pago no puedo evitar emitir un gruñido en lugar de un saludo. Si el individuo que procede a cobrarme la cantidad que considero abusiva no me responde gentilmente me suelo irritar.
Sin embargo hay tramos de las autopistas que , por cercanía a las ciudades, son gratuitos. En ocasiones aún siendo gratuitos hay que pasar por la barrera de la autopista y dar el ticket al cobrador que te deja pasar sin que tengas que pagar nada. Sé que es totalmente injusto, pero siempre saludo con mejor humor al hombre de la taquilla de la autopista que está en la caseta en la que no tengo que pagar.
Y podría ser el mismo hombre haciendo un turno diferente. Pero la cuestión es que al que me cobra lo asocio con algo negativo para mí, mientras que al que me deja pasar gratis lo asocio con la satisfacción que me produce el pasar sin hacer ningún pago.
Mailchimp: El servicio de notificación de suscripciones.
Hoy estaba comentando con Homominimus una cuestión relativa al blog y a la página que uso para notificar que existe una nueva entrada que se llama Mailchimp. Al mencionar el nombre, he sentido como una pequeña oleada de simpatía. Y aún viendo que su funcionamiento es más que aceptable, he pensado que tenía que ser por alguna otra cosa.
Al poco rato me he dado cuenta de que cuando me llega un correo avisándome de que alguien se ha suscrito al blog, ese correo viene encabezado con el nombre del servicio de Mailchimp. Mailchimp=suscripción al blog= satisfacción= buenas sensaciones, luego Mailchimp=buenas sensaciones. No sé si me explico. Asociarse con algo positivo siempre es beneficioso.
La publicidad: Heineken.
En más de un concierto de música, estival o en algún otro tipo de entretenimiento hay publicidad de alguna marca de bebidas. Heineken es una que lo hace de forma bastante habitual, así que en nuestro cerebro poco a poco se va estableciendo la asociación de que Heineken es igual a diversión. Cuando estamos en las estanterías del supermercado decidiendo que cerveza comprar, nuestro subconsciente asigna al envase de Heineken las cualidades de todos los eventos de ocio que han patrocinado, produciendo una promesa subliminal de diversión.
Avisar de los errores:
Ayer entré a ver la entrada de un blog que alguien había enlazado en twitter. Conozco a la autora aunque no demasiado, y me cae bien, así que cuando comencé a ver la entrada y vi que había escrito “entre más ….. más ,,,” me dieron ganas de enviarle un mensaje privado y decirle que se había equivocado y que quizá sería mejor que lo quitara.
Luego pensé en lo que podría ocurrir después. Imaginé que posiblemente externamente me agradecería que le hubiera señalado el fallo, pero que internamente muy probablemente me asociaría a la emoción negativa de saber que se había equivocado. Así que al final no hice nada. Tampoco nadie se ha muerto por ver una falta en un blog. En todos los blogs hay, y el mundo sigue girando.
Consecuencias.
La primera es que conviene ser asociado a situaciones positivas. Eso pasa con cosas tan sencillas como decirle a un amigo que otro amigo ha hablado bien de él ( si es que lo ha hecho claro). Quien recibe el mensaje sentirá una corriente de simpatía por el amigo que habló bien de él, pero también hacia ti como portador del mensaje. En lugar del mensajero de la muerte, serías el mensajero de la alegría.
Ya me estoy imaginando que muchos me diréis, pero a ver, “es que a veces hay que dar malas noticias”. Y es muy cierto, hay profesiones en las que hay que dar malas noticias, como si eres un médico que tenga que contarle a los familiares que la operación no ha salido. Y también hay situaciones quizá familiares o con amigos, en las que es nuestro deber ser quienes demos la mala noticia que corresponde.
Pero tan cierto como eso, es que hay miles de situaciones cotidianas en las que nosotros asumimos, por nuestra propia voluntad y de una manera gratuita, la función del Mensajero de la muerte, y nos dedicamos a decir a la gente todo lo que no quiere oír. A veces es necesario para que la gente despierte, pero otras veces quizá el asunto no es tan grave, o quizá podemos hacer que la persona se de cuenta por sí misma o quizá podemos conseguir de otra manera.
Si eres el Mensajero de la Muerte en una situación, sé al menos consciente de ello, piensa que eso tendrá un coste, y calcula si realmente te compensará ese coste con el resultado que pretendes conseguir.
Creo que nadie es tan ogro como para ir dando malas noticias de manera gratuita y sin motivo alguno.
Voy a hacer dos matices en referencia a la figura del mensajero de la muerte:
1-cuando el mensajero no avisa de que es portador de una mala noticia,creo que es correcto preparar la situación,seguir incluso un protocolo de actuación en función de la gravedad de la noticia,antes de darla.
2-cuando el mensajero sí avisa antes de dar la mala noticia,pero el receptor no contempla la posibilidad de evitarla,en ese caso creo que sí es correcto ser muy directo y claro a la hora de dar la noticia.
En cualquier caso,siempre debemos, en la manera de lo posible,evitar la repetición de situaciones que nos hacen sentir mal.
Puede que pienses que nadie de una mala noticia pensándolo. Pero muchas veces no se piensa nada, y se actúa de manera refleja. Y entonces es cuando. sí que creo que puede ocurrir que des malas noticias bien sin pararte a pensar que lo son, o bien sin ser consciente de que a nadie le gusta oírlas. Un saludo Isara, me alegro de verte por aquí.