Rebelde en modo seguro

  Os aviso que este post preparado con premeditación, y metafórica nocturnidad es un post que preveo polémico y dado a malas interpretaciones. Pero de todas formas aquí está, aprovechando, eso sí he de admitirlo, que las vacaciones de semana santa me cubren con su cambio de rutinas y que yo no estaré en las redes sociales para darle publicidad a este post, y posiblemente poca gente este en su casa para leerlo. Y es que hoy quiero hablar de la rebeldía, y concretamente de la rebeldía en modo seguro. 

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Las rebeldías no sirven para siempre. Lo que en un momento resulta tremendamente rupturista, arriesgado o innovador, en otro momento resulta totalmente ordinario e irrelevante.  Y en esta época en que casi todas las teorías tienen alguien que las defiende, es aún posible ser rebelde, pero no de la manera en que lo es la mayor parte de los que se llaman a sí mismos así.

Cómo ejemplo pondré los ataques a la religión católica. Yo no soy católico, aunque me eduqué en esa religión. Me considero agnóstico en lo intelectual y ateo en lo emocional. Agnóstico porque por la razón no puedo llegar a saber si existe Dios o no existe y ateo emocional en cuanto a que tengo la sensación de que Dios no existe. Sin embargo las obras de teatro, pinturas, y demás supuestas muestras de arte que atacan y denigran a la religión católica pretendiendo ser rebeldes, me parecen de un gran ventajismo hoy en día.

Eso no es rebeldía, no lo es en absoluto. Rebeldía era la de Galileo diciendo “ y sin embargo se mueve” cuando la Iglesia tenía el poder y no dejaba que nadie fuera contra su visión del mundo. Rebeldía era la de Miguel Servet defendiendo teorías contrarias a las imperantes y repudiado a la vez por católicos y protestantes. Rebeldía era la de Oscar Wilde soltando verdades en una época complicada y dando con sus huesos en la cárcel por “sodomía”. Incluso en su época, la película” la vida de Brian” fue una rebeldía, de hecho no fue financiada por los estudios que la tenían que pagar porque el tema aún era tabú.

Pero ahora, cuando estamos en el siglo XXI y la Iglesia ha sido criticada una y mil veces, cuando todos los símbolos de la religión católica han sido denigrados una y otra vez por todas las vías posibles. Ahora ya no es rebeldía.  Ahora puede ser una crítica justificable, un odio admisible o un rechazo aceptable, pero nunca rebeldía. Ya es tarde para eso.

La rebeldía ahora consiste por ejemplo en ser capaz de hacer unas viñetas que dibujen a Mahoma arriesgando la propia vida por defender un derecho por el que deberíamos luchar todos.  La rebeldía sería hacer una obra de teatro sobre el Islam,  o una película equivalente a la vida de Brian con la vida del profeta.

Y hablo de la religión por poner un ejemplo pero igualmente podría haber hablado de cualquier otro tema. Por ejemplo  la defensa de la homosexualidad, opción sexual tan legítima como cualquier otra, ni más ni menos. En los años 50 defender la homosexualidad era ser un rebelde y un valiente. Hoy en día es tan atrevido como lanzarse a la piscina con un flotador con cabeza de pato.

Porque la rebeldía no puede consistir en algo cómodo. En una rebeldía que permita dormir a pierna suelta, sin dejar siquiera un ojo abierto. En una rebeldía que merezca solo aplausos y no la inquietud del que no sabe qué consecuencias tendrá que sufrir por su obra. Criticar la dictadura es muy fácil ahora. Pero ya no es una rebeldía, es casi un lugar común, un cómodo paseo por el camino de los aplausos sin atravesar el paseo del miedo a lo que puede pasar.

Hoy en día todos quieren ser rebeldes, pero todos quieren serlo sin pagar el precio de la rebeldía, el precio de la exclusión social, del temor, del rechazo a la obra y la propia persona. Es una especie de “rebeldía en modo seguro” como ocurre con Windows cuando se inicia de esa manera para que nada pueda ir mal. Es como el actor famoso que desde la tranquilidad de su playa privada en una isla privada rodeada de todos los lujos privados posibles no quiere renunciar a seguir siendo un revolucionario, aunque se convierta en una caricatura.

Y yo no digo que todo el mundo haya de ser rebelde. En absoluto. Me parece perfecto no serlo, porque serlo requiere de un valor que no está al alcance de todos nosotros y de un motivo que no todos tenemos. Además no creo que nadie pueda ser rebelde en todo, sino que debe escoger las batallas para ser rebelde en aquellas cosas en que le arda la sangre no ser rebelde.

Desde luego campos para la rebeldía no faltan. Estamos en una sociedad en la que existiendo unas facilidades inmensas para emitir nuestra opinión, hay sin embargo un conjunto de “verdades oficiales” formando una telaraña que impide el paso del pensamiento libre. Hay temas que nunca admitirá una sociedad adormecida por el pensamiento único y el deseo de pensar que las cosas son como nos gustaría que fueran  y no como son.

Y al igual que en temas más sociales o políticos, también en campos como el de la psicología o la motivación hay espacio para la rebeldía. Para ir contra el pensamiento imperante que niega aspectos como la envidia, ante la cual nos seguimos empeñando en mirar para otro lado como cuando era pequeño y me escondía al ver un coche de la funeraria para que no me tomara las medidas.

El verdadero rebelde siempre ha sido odioso, siempre ha sido quien ha puesto un espejo delante de la cara de la sociedad y le ha dicho “mírate, eres así”. Ninguna sociedad quiere mirarse en ese espejo, porque no quiere verse como es realmente sino como le gustaría verse. El rebelde siempre ha tenido que pagar un precio, y es conveniente que así sea, porque es la mejor manera de evitar la rebeldía por la rebeldía, la rebeldía como mueca o como pose, como manera de ser, como un molde prefabricado con el que es posible elaborar pasteles de todos los sabores a conveniencia.

Así que si acercas el espejo al rostro de la sociedad, hazlo siguiendo el consejo de Oscar Wilde “Si vas a decir la verdad a alguien, hazle reír, de lo contrario te matará”. A veces incluso si les haces reír puede que quieran matarte de todas maneras. No te sorprendas si es así. Pero esa es la vida del rebelde. Despertar conciencias al precio de la propia tranquilidad.

Así que tú decides si quieres ser rebelde o no serlo. No importa lo que decidas, pero decidas lo que decidas sólo te pido una cosa: Se coherente.

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5 comentarios en «Rebelde en modo seguro»

  1. Creo que el término rebelde lo acuñan tanto los que se sienten atacados como los que defienden lo que consideran valioso para sí mismos. Lo que para unos es defender, para otros es atacar y viceversa.
    Cuando dices que “la rebeldía no puede ser algo cómodo” creo que eso depende también del contexto personal en el que se desenvuelve cada uno. No es lo mismo discrepar de la iglesia si estás dentro del vaticano que si vives en Noruega (por ejemplo).
    Como todo, esto también está sujeto a infinitas interpretaciones. Yo creo que la “rebeldía” sea en el grado que sea, es necesaria para la evolución social (entendida como avance positivo). Como muestra me quedo con la siguiente reflexión:

    “Esto va por los locos, por los inadaptados, por los rebeldes, por los problemáticos, por los que van en contra de la corriente, aquellos que ven las cosas de una manera diferente. No siguen las reglas y no respetan lo establecido. Puedes citarlos, no estar de acuerdo con ellos, glorificarlos o vilipendiarlos, pero lo que no puedes hacer es ignorarlos porque ellos cambian las cosas, empujan la humanidad hacia delante. Y aunque algunos pueden verlos como locos, nosotros vemos genios, porque los que están tan locos como para pensar que pueden cambiar el mundo, son los que lo consiguen. Jack Kerouac.”

    Buen artículo.

    Saludos!

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    • Hermosa cita de Kerouac, aunque por otro lado lleva a la glorificación de la rebeldía como forma sin considerar el contenido. Quizá hay rebeldes positivos que rechazan lo que hay ofreciendo una alternativa y rebeldes negativos que rechazan lo que hay sin ofrecer ninguna otra alternativa.
      En cuanto a lo de que no puede ser cómodo me refiero siguiendo tu ejemplo a que igual discrepar de la Iglesia en el Vaticano es ser rebelde y en Noruega es simplemente ser luterano.
      Un saludo.

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  2. Creo que la mayor rebeldía que alguien puede llevar a cabo es vivir acorde a sus principios y a su verdadera naturaleza. Ahí sí que hay que tener valor, porque ya no se trata de una obra o un manifiesto con una duración limitada en el tiempo, se trata del día a día a lo largo de toda una vida. Y te aseguro que el precio se paga. Bastante caro, por cierto, aunque no tan caro como suele salir de precio el conformismo.

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