En una carta de Steve Jobs a sí mismo de 2010, se recuerda lo mucho que necesita al resto de la humanidad.
Cultivo poco de lo que como, y de lo poco que cultivo no crié ni perfeccioné las semillas.
No confecciono mi propia ropa.
Hablo una lengua que no he inventado ni perfeccionado.
No descubrí las matemáticas que utilizo.
Estoy protegido por libertades y leyes que no he concebido ni legislado, y que no aplico ni dicto.
Me conmueve la música que no he creado.
Cuando necesité atención médica, me vi impotente para ayudarme a sobrevivir.
No inventé el transistor, el microprocesador, la programación orientada a objetos ni la mayor parte de la tecnología con la que trabajo.
Amo y admiro a mi especie, viva y muerta, y dependo totalmente de ella para mi vida y mi bienestar.