El arte de ser imprevisible
Muchas veces a lo largo de mi vida he escuchado las bondades de ser imprevisible.
Jugando al fútbol aprendí ( a mirar que no a hacer) el regate, que es la imprevisibilidad elevada a los altares. Un movimiento diseñado para simular ir a un lugar para ir a otro. Y no sólo están los regates, también se puede simular un disparo para hacer un pase, un pase para hacer un disparo, o cualquier cosa para no hacer nada en absoluto.
Lo mismo se puede decir del taekwondo que practiqué durante unos años. Cualquier golpe ha de ir precedido de una simulación de ataque que haga que el defensor quede desconcertado y sea más fácil de alcanzar.
En el ajedrez, que no he llegado a aprender en condiciones, el engaño es también la base de toda estrategia.
Y en la estrategia militar, batallas y batallas se han ganado por ser imprevisible. Por simular una retirada y contraatacar ( Hernán Cortés) por simular debilidad y retroceso y embolsar ( Aníbal) por simular que no está un ejército que sí está ( Arminio en Teotoburgo). Una y otra vez el arte de ser imprevisible.
Ningún alegato de la imprevisibilidad es tan evidente como el del arte de la guerra de Sun Tzu. Para Sun Tzu la táctica debe ser lo más imprevisible y cambiante que sea posible. “El Arte de la guerra” bien se podría llamar “el arte de la imprevisibilidad”.
El arte de ser previsible
Si ser imprevisible es una manera de atacar, no debería ser jamás una manera de tratar con la gente que nos importa.
La imprevisibilidad produce confusión, inquietud, sensación de que cualquier cosa puede ocurrir. Es difícil sentirse incómodo con una persona que no sabes cómo va a reaccionar. Has de estar constantemente en tensión, con la guardia alta, como en un combate que no tiene ni principio ni fin.
Lo imprevisible es siempre el enemigo. El enemigo que amaga un golpe, la serpiente que no se sabe cuando va a atacar, el asaltador que espera la oscuridad para cuando estemos durmiendo lanzarse sobre nuestros bienes.
Lo previsible es lo que está de nuestra parte. La madre que nos espera siempre hagamos lo que hagamos, el amigo que siempre está de nuestro lado sea cual sea la fechoría que hayamos cometido, el perro que nos espera después de la larga jornada de trabajo y nos lame la mano aunque seamos unos borrachos, unos perdedores, unos mentirosos.
Las personas tienen sus expectativas. Y desde luego no es necesario que vivas cumpliendo las expectativas de los demás, pero es mucho peor incumplirlas por el mero hecho de incumplirlas. Vive tu vida, rompe las expectativas que tengas que romper, y crea el grado de incertidumbre en los que conocen que necesites para ser libre, pero ni un poco más.
Ser previsible, especialmente en tus reacciones con las personas que te importan, también es un arte. No dejes que estén siempre preguntándose como reaccionarás si no hay motivo para ello.
A lo largo del tiempo, y tras bastantes errores, me he dado cuenta de que una de las cosas que menos tolera la gente es la imprevisibilidad en los demás. La religión, la mitología, la ciencia, nacieron todas del intento de evitar que el universo fuera imprevisible. De no tener que soportar la duda sobre lo que va a ocurrir el día siguiente.
Ser imprevisible es un arte. Ser previsible también es un arte. Pero deja que te diga una cosa:
“Usa el arte de ser imprevisible para los enemigos y el arte de ser previsible para los amigos”
Muy interesante esta dualidad que planteas.
Cuando una persona es previsible para nosotros, nos hace sentir más cómodos pq sabemos cómo va a reaccionar esa persona ante cualquier situación,y eso nos da seguridad y control.
Cuando alguien que conocemos se está enfadando,sabemos el momento exacto en el que va a llegar al punto de estallar y entonces tenemos margen para actuar antes de la explosión!!!. 🙂 y evitarla.
Si no conocemos a la persona que se está enfadando……..no tenemos margen de maniobra,y la mejor táctica es salir pitando!!!!
Pienso que más que una elección nuestra el ser previsible o imprevisible, es cuestión de lo que nos conozca la otra persona,si nos conoce muy bien,seremos prácticamente 100% previsible aunque no queramos.
Lo de salir huyendo cuando la cosa se pone fea es una estrategia que nunca ha sido capaz de realizar pero que es sin duda muy práctica.
No lo mires como una huída 🙂 es una táctica defensiva, yo creo que la más antigua que existe !!!!!