La descubrí un día por azar. Llovía. Los soportales de piedra estaban aún más grises que de costumbre. Cómo si llevaran encima la carga de millones de lágrimas derramadas. La pequeña tienda estaba, bajando unos escalones muy pronunciados, como una raja abierta en el vientre de la tierra.
En el interior un hombre de aspecto cansado repasaba unas cuentas en una vieja libreta sobre el mostrador.
– “¿Cuánto quiere devolver?”, me preguntó con una cierta indiferencia mezclada con desdén.
– “¿Devolver de qué ?”, le pregunté envolviendo mi ignorancia en un baño de inocencia.
– “De tiempo por supuesto”. Al decirlo me señalo con una cierta displicencia las estanterías que se alzaban detrás del mostrador, repletas de relojes de arena llenos de una sustancia brillante y misteriosa.
– “¿ Aquí es dónde se devuelve el tiempo?” pregunté incrédulo.
(Cuento inconcluso “Donde se devuelve el tiempo”. Iván. )
En un comentario que leí hace unos días, una lectora decía que “quería devolver el tiempo” que había pasado con una persona.
Sería una idea hermosa. Un lugar donde pudieras, como un cliente insatisfecho, devolver el tiempo que desperdiciaste. Un lugar al que pudieras llegar, poner cinco años sobre el mostrador y decir “lo siento, no me sirve, devuélvame mi tiempo”.
Por desgracia eso es imposible. No existe una tienda así.
Tempus fugit.
“El tiempo huye”. Esa idea obsesionó a la humanidad durante la Edad Media. Y la consecuencia lógica era sencilla. Si el tiempo huía, había que aprovecharlo. “Carpe Diem”, aprovecha el tiempo, agárralo antes de que huya de tus manos como un pez con las escamas mojadas.
Pero no hemos cambiado mucho desde la Edad Media. También ahora nos obsesiona el paso del tiempo. Idolatramos la juventud y tememos la ancianidad. En un mundo dominado por la televisión y por la estética, cuando dejamos de ser jóvenes, parece que fuéramos poco a poco dejando de existir.
El tiempo no se devuelve.
Hay muchas cosas de las que me arrepiento. Cosas que he hecho y ( más aún es cierto) cosas de las que no he hecho. Y no está mal arrepentirse. El problema es la forma de arrepentirse. Y hay dos maneras:
Arrepentirse pensando ” es verdad, ahora actuaría de otra manera, habría sido mejor hacer X”. Eso es solo arrepentimiento.
Arrepentirse pensando ” Me equivoqué muchísimo, tendría que haber hecho “X”, soy un fracasado, perdí miserablemente años de mi vida”. Eso no es solo arrepentimiento. Es arrepentimiento con tres manos de culpa y varias guindas de disminución de autoestima. Esto es el arrepentimiento culpable. El arrepentimiento masoquista. El arrepentimiento del que tiene las entrañas encadenadas al pasado.
Arrepiéntete si quieres. Pero no olvides, de que si te arrepientes de forma culpable, si te torturas, no solo habrás perdido el tiempo pasado ( que ya es un coste hundido) sino que estarás perdiendo, además, el tiempo que pierdes en sentirte culpable.
Y a estas alturas ya deberías saber, que no hay ninguna tienda donde devuelvan el tiempo perdido.
Todos tenemos algo de lo que nos arrepentimos. Pero el arrepentimiento con culpa, ciega. Bloquea. La culpa bloquea e impide avanzar.
Una vez hice algo que me pareció horrible y le pregunté a una buena amiga: “Y ahora, cómo voy a poder vivir con esto?” Ella me dijo: “Pues viviendo Diana, viviendo”
He arrastrado esa culpa con mayúsculas después de haberme equivocado en varias ocasiones. Errores de esos que todos cometemos pero que te dejan ese sentimiento de culpabilidad que no hay Dios que te lo quite. Como si llevara una mochila llena de piedras. Ir soltando piedras y vaciar la mochila, para mí, que soy una persona muy “culposa” es una tarea muy difícil. Me funciona cambiar los pensamientos negativos por positivos y….seguir viviendo. Tienes razón en lo de que es una pérdida de tiempo. No lleva a ningún sitio
A veces es muy fácil desde el futuro, mirar al pasado y condenarnos. Yo creo que la culpabilidad es algo que nunca debería referirse al pasado. Uno no es el mismo que hizo algo. Es una persona distinta, y solo debería sentirse culpable por lo que hace o no hace ahora.
Así es la vida.
De todas maneras se podría sacar algo positivo del arrepentimiento y de la sensación de haber perdido el tiempo con algo o con alguien. Si tenemos esas sensaciones es señal de que ya estamos en otra etapa vital, es señal de que hemos evolucionado; pero claro, no hay que apegarse a esos sentimientos, hay que reconocerlos, aprender de ellos y luego dejarlos ir…
Dejar ir es muy complicado, pero es una de las cosas que merece la pena aprender.