Decide qué sientes el impulso de hacer, sé consciente de ello, y después decide voluntariamente si haces eso o haces otra cosa.
— Ivan Entusiasmado (@Entusiasmadocom) June 12, 2014
El otro día tenía sentada al otro lado de la mesa de mi despacho a una clienta. En general me cae bastante bien. Había entrado para aclarar un asunto un poco complicado. Al poco de estar hablando recibe una llamada en su móvil. Le dije “no te preocupes, cógelo” pensando que diría “no puedo hablar y dejaría la conversación”.
Sin embargo no fue así. Siguió hablando durante varios minutos. Se notaba que la otra persona quería seguir con la conversación y además era alguien que llamaba desde fuera de España. Aún así me sentí muy incómodo. La clienta estaba sentada en la mesa de mi despacho así que no podía hacer nada en el ordenador sin que me viera. Y tampoco podía hablar por el teléfono de mi despacho.
Mi irritación fue aumentando, y consciente de ello, me fui al baño. Ahí me detuve en el espejo y me dije “La rabia me está escalando por el pecho”. No soy ningún buda consciente de todos sus sentimientos en tiempo real, pero por lo que sea esta vez sí me di cuenta.
Analicé rápidamente mis opciones.
Podía ignorar el tema, haciendo como que no me había molestado. Pero sí me había molestado. Y la razón de la molestia estaba clara. No es solo que me robara unos minutos. Era una cuestión de “estatus”. No podía aceptar que esa clienta hiciera con mi tiempo y con mi espacio lo que quisiera, porque eso rebajaría mi “estatus” respecto a ella de manera inmediata.
Tenía también la posibilidad de montar un escándalo. Que es lo que en otras ocasiones, siendo menos consciente, he hecho. Pero el riesgo de perder a la clienta era grande. Y además de caerme bien, es una buena clienta. Así que esa era la opción menos aconsejable.
Por último quedaba una opción intermedia. La de decirle de una manera asertiva pero firme que “por favor, en otra ocasión te pido que salgas fuera de mi despacho si necesitas atender la llamada”.
Consciente de lo que hacía, escogí la tercera opción. No fue fácil porque no deja de ser algo desagradable de oír, pero fue la opción que tomé. Después de decirlo de la manera más suave y firme que pude, cambie de tema e intenté suavizar las cosas con alguna broma.
La secuencia propia de la atención plena ( según la teoría de los tres elementos del mindfulness) es:
Reconocer la sensación negativa.
Mirarla de una forma no prejuiciosa y no demasiado dura.
Actuar de manera consciente.
Lo que aprendí es que esa actuación consciente, a veces puede consistir en usar esa sensación negativa. Incluso, en otro caso, podría haberme resultado útil usar esa rabia de una forma plena. La diferencia es que no es un acto irreflexivo, sino una decisión. Como un pintor que mirara su paleta, viera todos los colores que tiene disponibles y dijera “me quedo con este”.
Actuar de manera consciente no siempre significa esperar que ese sentimiento pase, o intentar actuar para que se evapore.
Los sentimientos negativos tienen siempre una función. A veces nos interesará que cumplan esa función y otras veces no. Eso depende de lo que tú quieras.
Qué dependa de ti y no del azar, esa es la cuestión.
Y ella… Cómo reaccionó?
Se quedó callada. Un poco asombrada. Supongo que algo molesta. Pero la cuestión Ana es que no podía elegir entre que todo acabara perfecto y que todo acabara mal. Sino entre aceptar algo que no quiero aceptar, y molestar un poco a alguien. Y hace tiempo que tengo claro que no quiero tolerar comportamientos que no me parezcan tolerables.
Seguro que la próxima vez que le suene el móvil en tu despacho no lo cogerá. O mejor aún: antes de entrar lo apagará porque siempre recordará ese “incidente”.
A esto que hiciste yo le llamo poner límites a la gente. Es una tarea difícil. Pero a la larga compensa. Es una de las maneras de conseguir que te respeten. En mi opinión, lo más complicado no es darse cuenta en el momento de los sentimientos que te invaden y reflexionar para no reaccionar impulsivamente. Lo difícil a mi juicio es encontrar las palabras adecuadas para conseguir ser asertivo. Decir lo que hay que decir y callarse. Y saber manejar los silencios en esas situaciones incómodas. A mi me resulta difícil porque tiendo a justificarme, luego siento lástima por esa persona, me excuso… Total que acabo casi pidiéndole perdón! Vamos.. Que lo hago fatal… La asertividad es mi asignatura pendiente…
Estaba pensando que… Quizás un post sobre el tema no te costaría mucho escribir no??? Jajja es broma.
Excelente tercera opción. Creo que es la más inteligente y también la más valiente, porque no es cómodo hacer ver el error a los demás y puede ser violento, pero tampoco sobrerreacionastes por tu ego herido.
Creo que estamos en el camino del Satori… Este ha sido un momento Satori. Keep up the awesome work!
Satooooooooooooooooooooooori Time