Pide consejo, pero la responsabilidad es tuya

Por: flickr.com/photos/katerha/15898214824/

Consejos de amor

Siempre me ha gustado analizar las relaciones entre los seres humanos. En especial me gusta analizar las relaciones entre hombres y mujeres, porque creo que responden a unos principios bastante claros que se repiten una y otra vez.

Así que puede que sepa algunas cosas sobre el amor.

Cuando escribí la entrada sobre cómo olvidar a una persona, y empezaron a llegar comentarios, hubo una cosa que me sorprendió más que ninguna otra.

Y no es que la gente me pidiera opinión sobre sus relaciones.

Cuando estás confuso es normal pedir opinión a quien crees que sabe algo del tema.

Lo que me sorprendió es que muchas personas no querían una opinión, querían que decidiera por ellos.

No querían un consejo, alguien que les diera algo que pensar.

Querían alguien que les diera una respuesta. A o B, si o no, una especie de margarita virtual que les dijera si la relación merecía la pena o no.

Muchas veces he pensado por qué lo hacían.

Puede que en muchos casos la situación fuera tan desesperada que requiriera medidas desesperadas.

Puede que estuvieran tan confundidos que consideraran que alguien desde fuera vería la situación mejor.

Pero también puede ser que ocurriera otra cosa. También puede ser una expresión de algo más general. De la necesidad de seguridad y del miedo a equivocarnos.

Animales en manada

Cualquier ñu que atraviesa el Serengetti* sabe que está más seguro en la manada que fuera de ella. Que en caso de duda es mejor tirar para donde está yendo ya otra persona.

Estamos hechos para valorar la opinión de los demás. No es malo que antes de tomar una decisión tengamos en cuenta otras opiniones. Lo que sí es malo es no darnos cuenta de que con opiniones ajenas o sin ellas la decisión es nuestra.

Recibir un consejo no es dejar de tener la responsabilidad

El otro día estaba al cuidado de mi hijo. Mi madre me dijo a la 1 PM que no era necesario que el niño durmiera la siesta. Al principio aguantó bien, pero a las 15.30 PM se hizo evidente que el niño necesitaba descansar. Durmió la siesta tarde y al llegar la noche, le costó coger el sueño.

¿Cuál fue mi primera reacción?

Mi primer pensamiento fue culpar a mi madre por haberme dicho que el niño no necesitaba dormir la siesta.

La idea había sido suya, pero no era justo culparla. La decisión había sido mía. Y la responsabilidad de haber hecho caso a su consejo era mía.

Los niños pequeños siempre preguntan a sus padres. Se creen que sus padres tienen la respuesta para todo. Y cuando los padres se equivocan, los niños pequeños les echan la culpa del error.

No somos ya niños pequeños, pero seguimos a quien afirma las cosas con seguridad como las ratas siguen al flautista de Hamelin. Escucha a los gurús más famosos. Siempre parece que tienen las cosas muy claras. En el fondo no hemos dejado esa infancia en la que queremos encontrar unos padres que decidan por nosotros.

Preguntamos a los demás pensando que así nos liberamos de responsabilidad. Pero no es así. La responsabilidad siempre es nuestra. Nosotros somos los que decidimos.

Si tu amigo te dice que no necesitas cambiar de coche, no le culpes cuando te quedes tirado en la carretera con tu coche viejo. Tú eres quien tomó la decisión.

Cuando un experto en bolsa recomiende invertir en una acción, no le culpes si después pierdes dinero. La responsabilidad de hacerle caso fue tuya.

Da igual que la causa de la decisión sea un consejo de otra persona o tus propias ideas. La responsabilidad es tuya.

Te puede parecer una condena asumir la responsabilidad de las cosas. Pero no lo es. La responsabilidad es la raíz de la libertad. Solo dejando de ser libre puedes dejar de ser responsable.

Consulta a quien quieras, escucha las opiniones que quieras, pero no olvides una cosa, la responsabilidad es siempre tuya. No culpes a quien te dio un consejo. Tú eres el responsable por aceptarlo.

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