¿Se recuerda mejor lo que está conectado causalmente? La conexión ahá.
Sección: aprendizaje.
En esta web suelo hablar de experimentos muy recientes. Sin embargo en esta ocasión hay uno bastante antiguo que me ha llamado mucho la atención.
En un experimento de 1984 (Keenan y otros) se hizo que varias personas leyeran párrafos de dos frases en los que la primera establecía la causa para el suceso de la segunda frase.
Cada párrafo tenía cuatro versiones. Todos los párrafos tenían la misma segunda frase y todos ellos eran coherentes. La diferencia era la relación entre las dos frases.
¿Qué párrafos se leyeron más rápido?
Los párrafos que tenían menos conexión causal entre la primera frase y la segunda se leyeron más despacio.
¿Y el recuerdo?
Los párrafos se recordaban peor si la conexión causal era o muy grande o muy pequeña. El mejor recuerdo fue para las conexiones causales que no eran ni muy fuertes ni muy escasas.
Consecuencias para la memoria
Lo más interesante de ese experimento es lo importante que resulta para el aprendizaje y especialmente la memorización.
Es muy frecuente que en libros sobre memoria se recomiende imaginar una situación absurda para recordar algo.
Imagina un oso conduciendo un coche hecho de golosinas.
Esa estrategia parte de la idea de que lo que no tiene lógica se recuerda mejor que lo tiene mucha lógica. Y en la vida real es así. Si vas al Starbucks y encuentras al barista de siempre, no te vas a acordar tan bien como si vas al Starbucks y te encuentras a una jirafa sirviendo Cafe Latte.
Sin embargo, en la imaginación no funciona igual. Lo que en la realidad te llama la atención, en la imaginación pasa bastante más desapercibido. No vemos demasiadas cosas extraordinarias en la realidad, pero en la imaginación las cosas absurdas son mucho más frecuentes.
Sea por lo que sea, mi experiencia de los últimos meses es que si quiero recordar algo, lo mejor no es una conexión con una causa evidente ni una conexión absurda, sino una conexión intermedia.
Esa conexión intermedia exige un poco de esfuerzo pero no demasiado. Lo suficiente como para que no pase desapercibido pero no tanto como para que después no se pueda recuperar.
Un caso especial de conexión intermedia es lo que yo llamo la conexión ahá.
La conexión ahá
La conexión ahá es la que se produce cuando te explican algo que tiene lógica, pero no una lógica obvia, sino escondida.
Por ejemplo, en mi reciente viaje a la India estaba visitando un monumento cercano al Taj Mahal que se llama el Baby Taj, porque es muy parecido al Taj pero en pequeño.
En las paredes había unos relieves de una forma extraña. No sabía lo que eran. Después me enteré de que eran unos vasos. Había vasos en relieve porque el emperador mogol que había mandado hacer el monumento era un gran amante del vino. Y ello a pesar de que como musulman lo tenía prohibido en teoría.
Ese tipo de cosas se descubren constantemente en los viajes. Cuando las descubres dices “ahá, vaya…”. Y en ese momento se ha creado en tu mente una conexión ahá que normalmente es bastante duradera.
Conexión absurda vs conexión lógica indirecta
Frente a los que hablan de recordar mediante historias absurdas, yo propongo recordar mediante historias con algo de lógica. Creo que es más efectivo.
La cuestión es cómo se recupera la información. Para recuperar la información partimos de una parte de esa información conocida y tratamos de acceder a la no conocida.
Si usamos una conexión absurda, no tenemos vías para llegar a la información almacenada.
Cuando usamos una conexión con una causa no demasiado directa, el recuerdo es más poderoso.
Veamos un ejemplo.
La coronación de Carlomagno
(Información conocida) Carlomagno fue coronado emperador en el año….. ( información desconocida)
El año por cierto es el 800. Tratemos de pensar en formas de recordarlo.
A) Conexión absurda
Una conexión absurda podría ser imaginarse a Carlomagno en Roma (donde fue coronado emperador) comiéndose un bizcocho. Por aquello de “con esto y un bizcocho, hasta mañana a las ocho”. Para que sea más absurdo puedes imaginarte un bizcocho que llena toda Roma y hasta se moja en el Tiber.
Da la sensación de que algo así no lo puedes olvidar. Y estoy seguro de que no lo olvidarías si lo vieras. Pero hay un problema. No lo estás viendo en realidad. Si lo vieras, sentirías algo. Miedo, sorpresa, incredulidad. Lo que fuera. Lo que haría que lo recordarás no sería solamente el hecho en sí, sino tu reacción emocional ante ese hecho.
Pero un bizcocho gigante mental te deja absolutamente indiferente. No te produce miedo ni sorpresa. Te da absolutamente igual. Por eso no produce el mismo efecto en tu memoria.
B) Conexión causal indirecta
Intentemos otra cosa. Tengo muy claro que los árabes entraron en España en el año 711 con la batalla de Guadalete. Recorrieron la península y pasaron los Pirineos. Siguieron avanzando por Francia hasta que fueron derrotados por Carlos en la batalla de Tours/Poitiers unos años después ( el 736).
Carlos, que era el rey de los Francos, fue llamado Carlos Martel (“Martillo”) por vencer esa batalla. Carlos Martel sé que era el abuelo de Carlomagno.
Si era el abuelo de Carlomagno, podría tener 40 años o así más que él.
Si sé que Carlomagno fue coronado emperador al principio de un siglo, con esos datos no puede ser otro año que el 800.
Y en efecto así es el día de navidad del año 800 DC Carlomagno fue coronado emperador en Roma.
Este ejemplo no es una frase como en el experimento, pero si es una conexión causal existente pero no demasiado directa. Tiene la ventaja de que nos obliga a pensar y al prestar atención recordamos mejor. Además nos da mucho contexto que nos sirve para recuperar la información.
También nos permite relacionar información distinta en una sola historia, agrupándola y reforzando el recuerdo de todos sus elementos. Además al ser tan indirecta podemos ir buscando en nuestro cerebro alguna información sólida con la que establecer la relación. Todo se recuerda mucho mejor si al principio hay un conocimiento firme.
Espero que esta entrada te haya sido útil. Al menos para recordar cuándo fue coronado Carlomagno.