Viento en contra, viento a favor

Es un hombre razonable. Y además me inspira simpatía. Coincidimos en muchos puntos, pero no en el tema del que estaba hablando. Lo hacía con pasión, pero mi posición es radicalmente distinta a la suya en eso.

Iba a cortarle y decirle que no, que no estoy de acuerdo. Que en realidad no es lo que él dice sino justamente al revés.

Y entonces me vino una idea a la cabeza.

Siempre lucho contra el viento.

Gran parte de mi vida es luchar contra el viento. Gran parte de mi vida es empeñarme en decirle a las personas que están equivocadas, y que las cosas no son como a ellos les gustaría que fueran.

No me lo suelen agradecer.

Pero ¿acaso debería sorprenderme?

Luchando contra el viento

Según el hombre hablaba, empecé a imaginar que desde él venía hacia mí un viento muy fuerte.

Y que yo trataba de lanzar mis palabras contra ese viento.

¿Qué posibilidades tenía de tener éxito?

Es absolutamente prepotente o absurdo por mi parte, creer que voy a convencer a nadie en unos segundos para abandonar su idea y adoptar la mía. Quizá en algún asunto de nula importancia, si es una persona extremadamente flexible, pudiera conseguirlo. Pero en el 99% de los casos es un seguro de fracaso.

Nadie va a abandonar su idea porque tú le presentes la tuya.

¿Cuántas personas conoces que en una discusión hayan de pronto dejado de discutir y te hayan dado la razón?

Todos nos aferramos a nuestras ideas, y cuando alguien intenta ir contra ellas hacemos dos cosas: mirar mal a esa persona y atrincherarnos más en nuestra idea.

Piensa en las veces que alguien te ha llevado la contraria. ¿Qué has hecho? ¿Le has dado la razón y las gracias?, ¿te has molestado y has tratado de demostrarle con ahínco que tú tenías razón?

La lucha contra el viento y las artes marciales

Si hubiera un libro que se llamara “el zen de las artes marciales” seguro que tendría alguna frase parecida a esta.

“No te opongas a la fuerza del enemigo, úsala a tu favor”.

Casi me puedo imaginar a Miyagi el de Karate Kid diciendo algo así. O a Bruce Lee.

El principio esencial

Todo deriva de un principio esencial aplicable a cualquier clase de conflictos.

No ataques las posiciones fuertes.

Ya lo dijo Sun Tsu en su Arte de la Guerra

“Un ejercito puede compararse con una corriente de agua, porque así como el caudal que fluye evita las alturas y corre presuroso hacia las tierras bajas, así un ejército evita la fortaleza y ataca los objetivos más débiles”.

Y otro principio que se deriva del anterior. Aprovecha la fuerza de tu adversario en tu favor.

Eso también lo dijo Sun Tsu:

“Sustituye las banderas y estandartes de tu enemigo por los tuyos, mezcla sus carros de guerra con los propios y móntalos.”

Aplicando la sabiduría oriental hoy en día

La sabiduría oriental está muy bien, pero yo prefiero las ideas claras y prácticas, las reglas sencillas.

Creo que cuando una persona te expone una idea que no coincide con las tuyas hay tres posibles reacciones:

• Oponerte directamente a esa idea, tratando de imponer la tuya ( vía de la lucha).
• Esconder tu idea, haciendo como si aceptaras la ajena ( vía de la huida).
• Tratar de aceptar la parte de la idea ajena que te parece válida, para después girarla poco a poco hacia el destino al que tú querías llegar ( vía de la habilidad).

Siempre he sentido un gran rechazo por la vía de la huida. Pero siendo muy experto en la vía de la lucha creo que es mucho mejor usar la vía de la habilidad. Es la que produce los mejores resultados.

La estrategia de los improvisadores

Esto me recuerda lo que escribí acerca de cómo funcionan los espectáculos de improvisación. Su regla más importante es que ninguno de los actores dice “no” a lo que haya propuesto el otro. Y tampoco se limita a decir “sí”. La respuesta sería más bien un “sí, pero además”.

Esa es la mejor respuesta para el viento en contra. La vía de la habilidad. El camino de la persuasión y del éxito.