Llegaron los oscars, y mi preferida del año, Boyhood no se llevó el premio a la mejor película. La ganó Birdman, que siendo una buena película me gustó menos.

Una de las mejores cosas de Boyhood es que realmente no pasa nada. Estamos acostumbrados a las películas grandilocuentes, en las que la tierra está en peligro de desaparecer, los personajes son personas con mucho poder y todo es extraordinario.

En Boyhood no pasa eso. Boyhood es una película rodada durante doce años, que va siguiendo la “vida” de los mismos actores, y sus distintos momentos.

Un oscar sí ha ganado Boyhood, y es por la fabulosa interpretación de Patricia Arquette.

Casi es ridículo hablar de “spoilers” en una película como Boyhood. En todo caso desvelaré una escena pero nada que te reviente la película.

Pensaba que habría algo más.

De toda la película, ninguna escena tiene la fuerza que aquella en que el personaje representado por Patricia Arquette llora pensando en que la vida ha pasado delante de ella y ya no va a volver. Te recomiendo que la veas, hayas o no visto la película. Merece la pena.

Cuando somos jóvenes, nos parece que la vida es infinita. Creemos que tenemos todo el tiempo del mundo para hacer cosas. Tenemos grandes fantasías con lo que será nuestra vida.

Según nos vamos haciendo mayores, vamos perdiendo las esperanzas de lograr algunos de esos sueños, y vamos también perdiendo la ilusión por los sueños que hemos conseguido.

Un día, por arte de magia, miras a tu alrededor y te das cuenta de que toda la gente es más joven que tú. Que los actores que salen en las películas son casi todos más jóvenes, que las personas con las que te relacionas también son más jóvenes. Miras los años que la gente suele vivir, y te das cuenta de que has pasado la mitad de tu vida, y además la que suele ser la mejor.

Piensas en el pasado, y lo que te hace vibrar  está cada vez más atrás. Como cuando conduces por la noche y vas dejando cada vez más lejos las luces de la última ciudad.

Mirás detrás y ves sueños olvidados, algunos cumplidos y otros no, pero todos igualmente olvidados. Y miras hacia delante y no ves nada que te ilusione. Y piensas, como la protagonista de la película, “¿Esto era todo?”

Esto no era todo.

Pero no, no es cierto. Eso no era todo. Es verdad que cuando eres joven todo es más fácil. Es más fácil hacer amigos, tener aventuras interesantes, disfrutar del sexo, aprender nuevas cosas. No tiene sentido negar la evidencia.

Cuando el tiempo pasa, todo es más difícil. Pero no imposible. Podemos encontrar nuevos retos, descubrir nuevos caminos. Podemos intentar recuperar la energía que tuvimos y que no se ha ido a ningún lado. Está ahí, en algún rincón de nuestra mente, esperando a ser reutilizada.

Nunca es tarde para encontrar retos nuevos. Nunca es tarde para intentar lograr lo que siempre pretendiste. Tú eres el que cree que es tarde. Por comodidad, por cobardía o por conformismo. No le eches la culpa al tiempo.

Esto no era todo. Salvo que tú dejes que sea todo.