“Si un hombre es llamado a ser barrendero, debería hacerlo  como Miguel Ángel pintaba, o como Beethoven tocaba música, o como Shakespeare escribía poesía. Debería barrer tan bien que todos en la tierra y el cielo se detengan para decir ‘ Aquí vivía un barrendero grande que hizo su trabajo bien”. 

Martin Luther King. 

A veces parece como si en la vida hubiera dos tipos de cosas. Las cosas pequeñas, de todos los días, sin demasiada importancia, y las cosas grandes que realmente forman la vida. 

La cita con la persona que te gusta, el viaje al país que siempre has querido visitar, la presentación ante decenas de personas serían cosas grandes. Cosas que harían que la vida merezca la pena. Allí ponemos todo nuestro interés, todo nuestro esfuerzo, toda nuestra energía.

¿Y las cosas pequeñas?

Las cosas pequeñas serían una especie de relleno. Como el poliuretano que se mete en una caja para que la mercancía valiosa no se dañe. Algo sin demasiada importancia.

La vida está hecha de todos los momentos.

En la vida no hay momentos importantes y momentos sin importancia. En la vida hay momentos. Puede que algunos tengan una trascendencia aún mayor pero cada segundo tiene un jugo que está ahí esperando a que se lo saques y lo disfrutes.

Lo ideal sería pasarte la vida haciendo lo que te gusta y lo que es tu pasión. Pero para la mayoría de nosotros eso no es posible.  Al menos de momento.

Lo más probable es que tengas que hacer muchas cosas que quizá prefirieses no hacer. Pero dado que las has de hacer, lo mejor es que te involucres en ellas y les dediques toda tu energía.

Porque posiblemente tu alternativa no es barrer o no barrer. Sino barrer como un artista o barrer como alguien que arrastra sus pies y ha sido condenado.

Y no sé a ti, pero a mí puesto a elegir, me gustaría barrer como Miguel Ángel.