Si algo tiene de bueno la pésima novela de 50 sombras de Grey, es que ha sacado a la luz fantasías que estaban escondidas a la vista de muchos. Es cierto que las fantasías sexuales pertenecen al ámbito privado de quienes las tienen, pero que sean admitidas en el conjunto de la sociedad permite disminuir la posible sensación de culpa de quienes las practican.
En 50 sombras de Grey se habla de un hombre dominante y de una mujer sumisa. Y no es un libro aislado. Es un esquema que se repite mucho. De hecho en un estudio ( Thurston 1987) se comprobó que más de la mitad de las novelas románticas escritas históricamente implican la sumisión de la mujer a un hombre poderoso.
Pero todos sabemos que hay hombres dominantes y sumisos, así como mujeres dominantes y sumisas. O quizá para ser más exactos, hombres y mujeres con tendencias dominantes y tendencias sumisas. Una pregunta sin embargo se plantea de forma inmediata: ¿Cómo de frecuentes son las fantasías de dominación y sumisión en hombres y mujeres?
¿Cómo de frecuentes son las fantasías de dominación y sumisión en hombres y mujeres?
Para conocer las fantasías de dominación y sumisión de hombres y mujeres, nada mejor que acudir a un estudio de 2009 de Patricia H. Hawley y William A. Hensley, IV. En esa investigación realizada en dos fases, se les presentó a varios voluntarios dos escenarios de dominación.
En la primera escena, consistente en que un compañero o compañera de clase te empujara contra la pared ( con intención sexual) después de las clases ( obviamente durante las clases estaría mal visto) los sujetos del experimento tenían que valorar entre el uno y el 7 la situación. Los resultados fueron los siguientes:
Mujeres fantaseando acerca de tener el papel dominante | 2.47 |
Hombres fanteseando acerca de tener el papel dominante | 3.48 |
Mujeres fantaseando acerca de tener el papel sumiso | 4.16 |
Hombres fantaseando acerca de tener el papel sumiso | 5.15 |
Los resultados son bastante interesantes. Quizá son los esperados en relación con las mujeres. Es mucho más frecuente que una mujer tenga fantasías de sumisión y no de dominación. Pero sorprenden los resultados encontrados en los hombres: las fantasías de sumisión son también mucho más frecuentes que las de dominación. E incluso son más frecuentes que en las mujeres.
Hay que aclarar dos cosas: primero que aunque los autores hablan de dominación y de sumisión, la escena es más bien de una situación de una cierta fuerza que de una dominación formal ( como por ejemplo en 50 sombras de Grey). Por otro lado el estudio, como casi todos los estudios, está hecho entre estudiantes universitarios, con la dificultad que eso conlleva de extrapolarlo a toda la población.
En el segundo estudio, se planteó una situación parecida. Una persona en una fiesta se acerca y afirmaba que lleva toda la noche pendiente de ti y que quiere tener sexo contigo. Te da una oportunidad de irte ( “Dime que pare”) pero al no oírte decir nada continua con sus intenciones. Los investigadores preguntaron a los participantes con qué frecuencia tenían una fantasía así. Solo un 6.64% negó haber tenido una fantasía relacionada. Un 66.2% de los hombres y un 57.52% de las mujeres afirmaron que entre el 50% y el 100% de sus fantasías estaba relacionada con una situación semejante.
El estigma social.
En la wikipedia se denomina parafilia a un patrón de comportamiento sexual enfermizo en el que la fuente predominante de placer no se encuentra en la cópula, sino en alguna otra cosa o actividad que lo acompaña. Anteriormente se llamaban perversiones, pero desde 1987 la Asociación Estadounidense de Psiquiatría usa el término más compasivo de “parafilia” para referirse al bdsm o dominación/sumisión.
No es suficiente. Una parafilia sigue siendo una desviación de lo deseable. Y lo que una persona desee hacer con su sexualidad con el consentimiento libre de otra y de forma segura no tiene porqué ser considerado como no deseable. En otros tiempos la masturbación fue considerada una desviación. Y lo mismo el sexo oral o la homosexualidad. Hoy en día a la mayor parte de las personas les parece inconcebible que fuera así.
Considerando el número de personas con fantasías de dominación y sumisión, seguir hablando de desviación parece ridículo. Especialmente importante es eliminar los tabúes respecto a las mujeres dominantes y más aún respecto a los hombres sumisos, que son en mi opinión los que tienen una peor consideración social.
Si algo ha de hacer la psicología ( y la psiquiatría) es conseguir que las personas se sientan mejor. Nadie debería sentirse culpable por desear algo que la sociedad aún no se ha atrevido a admitir a pesar de que forme parte de las fantasías de la mayor parte de sus miembros.
Diría, viajando al extremo (o no tanto…) que nada es una parafilia ni siquiera “no-normal”. Ni tan siquiera una perversión.
Aceptaría, tal vez, que esto se clasificase entre “natural” y “no natural“.
Incidiendo en el punto que comentas de “En otros tiempos la masturbación fue considerada una desviación”, prácticamente cualquier comportamiento sexual (o no sexual) está basado en la influencia social y en la cultura del sitio en el que se ha nacido.
Por citar un caso rápido y muy extraño: En Japón hay muchos solteros que libremente renuncian a la sexualidad con una pareja y sin embargo tienen una muñeca femenina a tamaño natural a la que cuidan, peinan, etc. ¿Es una parafilia? ¿Es una perversión? ¿Es, acaso, normal? Para mi la respuesta es clara: Como español occidental lo puedo encontrar MUY rarito, y no llegar a entender cual es el placer que aporta eso, pero yo admito y entiendo que estoy influenciado por la educación y muchos estímulos externos que configuran mi percepción de la realidad y lo que es bueno o malo, aceptable o inaceptable.
¿Dónde marco yo entonces la línea roja, si hubiera que marcarla? El límite es el daño a uno mismo o a un tercero. Creo que el primer instinto de cualquier animal (el hombre lo es) es la supervivencia, por tanto, si algo me hace daño a mi, sin ser este deseado, no entraría dentro de lo aceptable. De la misma manera, creo que infringir un daño a un tercero a sabiendas que no lo está aceptando es invadir la libertad de esa persona, por tanto tampoco sería aceptable.
Todo lo demás, lo consideraré siempre normal, teniendo en cuenta los factores de la sociedad en la que ocurre.
Clasificar o etiquetar siempre está feo.
Incluso es discutible que el causarse daño a uno mismo no sea aceptable. Quiza es aceptable hasta un determinado nivel. A mí por ejemplo me parece perfecto que alguien desee recibir unos latigazos. No me metería en ello. ¿Y si deseara morir? Con eso admito que tengo más problema. ¿Hasta donde debería llegar la libertad de alguien de causarse daño? Es un tema más complicado de lo que parece a simple vista.
No, no, ojo… que yo no digo que hacerse daño no sea aceptable. El masoquismo está ahi. Hacerse daño a uno mismo sin ser intencionado y deseado es lo que considero no-natural. Si deseo que alguien me dé latigazos porque eso me transmite placer, perfecto.
También he de decir que respecto al suicidio, lo tenía más claro de lo que lo tengo después de leer sobre ello. Para mi es algo “antinatural”, ya que atenta con el instinto primario de conservación. Claro que según la wikipedia en esta entrada también se da como tal en la Naturaleza, por tanto sería aceptable. El caso de Ramón Sampedro, bajo mi prisma también sería aceptable, al poner en una balanza la calidad de vida que tenía respecto a una persona que podía andar. Pero no puedo asegurar que eso no sea un sesgo socio-cultural.
Por tanto me rectifico y me quedo que lo único no aceptable sería infringir daño no consentido a otros.
En eso sí estaríamos de acuerdo. Y como tú creo que es una cuestión de tiempo que la sociedad lo acepte todo con normalidad. Muy interesante tu aportación David, que desconocía.
Hola Ivan,
He encontrado casualmente tu artículo y me ha gustado. Sólo quería decírtelo y transmitirte una opinión personal sobre el tema del que hablas.
El sexo (y el placer asociado) es una estrategia de la naturaleza para asegurar la continuidad de la especie. Algo que evoluciona en los seres humanos y se “sofistica”. Entran en juego diversos factores: Primero las necesidades inherentes a una sociedad (la constitución de núcleos familiares eficientes por ejemplo), y en segundo lugar y lo más importante, la razón, la inteligencia, arrastrada claro por la educación social que nos toque.
Eso que llamamos amor es un proceso físico, aliñado con otros muchos ingredientes, pero básicamente químico. Se ha demostrado útil: Mantiene al macho y a la hembra juntos tiempo suficiente para la emancipación de la progenie, aumenta la seguridad de ambos individuos, etc. Por no hablar de conceptos religiosos, de estabilidad social, etc. Efectivamente siempre fue útil formar parte de las mayorías.
Podíamos llegar a plantear de forma licita, que todo aquello que no sea disfrutar del sexo por la simple idea de la procreación ya contiene un determinado grado de antinaturalidad, de parafilia… Es más, hay gente que comparte esta idea, y viven sus vidas libres de pecado.
Dejando a un lado todo aquello que podíamos considerar negativo, que creo que estamos de acuerdo en todo. Para el resto podíamos plantearlo como un simple problema de estadísticas. Si menos del 1% de la población no lo comparte es antinatural. Aunque somos conscientes de que en el fondo, este resultado no es más que un producto de la educación y la sociedad en la que vivimos, como bien decís mencionando el tema de Japón.
Creo que deberíamos aceptar que hablar de natural y antinatural, de parafilia o de perversión, no deja de ser en el fondo una manera de juzgar, de encasillar y de clasificar aquello que no nos gusta.
Siendo radicales, lo natural, sería ser capaz de disfrutar del sexo de muchas maneras posibles, sin condicionantes de educación o de prejuicios. Supongo que entonces uno podría ser dominado o ser dominante, incluso pegarse algún exceso repitiendo con el misionero :-).
Un saludo
Creo que estamos de acuerdo en casi todo. Gracias por tu opinión