¿Sabes lo que pasa cuando te enfrentas a un enemigo mucho más poderoso que tú?
Lo primero que ocurre es que tienes miedo.

Y además que no puedes pensar con claridad.

Si puedes huir, huirás.

Y si no puedes huir es fácil que tu moral no sea demasiado alta.

¿Cuándo te pasa eso?

Quizá te estabas imaginando una guerra. Pero no hace falta que te pongas tan trágico. Piensa por ejemplo en tener que ordenar una habitación muy desordenada, en hacer una pesadísima declaración de impuestos, en tener que organizar un proyecto, en cortar una relación muy larga y decírselo a todo el mundo, en organizar una boda.

Cualquiera de esas cosas muy probablemente te parecerá enorme.

Podrías intentar motivarte. Intentar insuflarte a ti mismo ánimo o convencerte de que no es para tanto y luchar. Pero es muy difícil que puedas vencer el miedo que sientes, porque es un miedo que es más profundo que tu lógica.

La mejor manera de luchar contra algo que te resulta insuperable es dividirlo.

Divide et impera.

” Divide et impera” se decía en latín. ” Divide y vencerás” se dice en español.

Muchas veces los grandes imperios han usado esta regla. Lo hizo el imperio romano para dividir a los pueblos vencidos. Y lo hicieron los británicos para imponer su poder en la India, frente a una población muchísimo más numerosa. También Napoleón lo usaba en las batallas, dirigiendo una gran parte de su ejército contra un punto concreto del ejército enemigo.

Y lo puedes usar tú para resolver cualquier situación que amenace con superarte.

Toma el problema y divídelo en partes de un tamaño que seas capaz de afrontar.

Planifica el orden en que vas a atacarlas.

Y cuando tengas claro por dónde vas a empezar ( lo que el sistema de Getting Things Done de productividad llama “la próxima acción”)  inicia la ofensiva.

Entonces solo tendrás que centrarte en esa próxima acción.

Y ya no tendrás miedo.