Recuerdo que tenía un amigo que cada vez que un entrenador de fútbol hacía un cambio que el público no entendía decía : “Este tío o es un genio o es un gilipollas” . Y ambos sabíamos que solo el tiempo y el resultado diría cuál de las dos cosas era verdad.
El camino del loco y el camino del genio.
Hay una cosa en la que el camino del genio se parece al camino del loco. Ambos se inician de la misma manera. Separándose del camino ordinario.
Pondré un ejemplo. Situémonos en el final del siglo XV. En Europa las especias son extremadamente caras. Al fin y al cabo hay pocas maneras más de conservar los alimentos. Pero no se encuentran en Europa sino en las Indias. Así que los barcos europeos navegan girando alrededor de África hasta llegar allí.
En ese momento, esa es la única posibilidad conocida de llegar por mar a las Indias. No la mejor, sino la única. Porque no hay ninguna otra manera que haya funcionado.
Cualquier navegante sensato hará lo que hacen todos los demás, bajará navegando por África y girará por el cabo de Buena Esperanza para luego subir por el Índico. Quien haga eso no se equivocará. Nadie podrá decir que está loco. Pero tampoco nadie podrá llamarle genio por eso.
Pero imagina que hay un navegante que decide que quiere hacer algo distinto. Y que dice que navegando no hacia el Sur sino hacia el Oeste llegará a las Indias. Ahora sabemos como acaba el relato. Colón no llegó a las Indias pero sí pasó a la Historia por descubrir América. Ahora nos parece evidente que Colón era un genio. Al igual que nos parece que era evidente que cualquier multimillonario que dejó su trabajo para crear una empresa hizo bien. Una vez que sabes el final del cuento te parece imposible que pudiera tener un resultado diferente. Es la maldición del conocimiento.
Pero olvídate por un momento del final. Vuela con tu imaginación al momento en que Colón sale de España. Si hubieras vivido en esa época, no podrías saber si Colón es un genio que va a descubrir un continente, o un loco que va a perecer ahogado. Ni siquiera su tripulación lo sabía. Es el resultado el que muestra a los demás quién era el genio y quién era el loco.
¿Cómo saber si estás haciendo el camino del genio o el camino del loco?
No es fácil. Por eso cualquier consejo genérico de usar el camino no transitado es insensato. El consejo sensato es considerar los caminos que nadie haya usado. Y según las razones que tengas, seguir ese camino o no seguirlo.
Si el camino es el mismo para el loco y el genio, mejor asegúrate de ser el genio. No sea que acabes siendo el loco.
¿Quienes son los que buscan combinaciones nuevas? Los hombres de pensamiento, los cerebros finamente diferenciados, que poseen la sensibilidad de una mujer y la emotividad de un niño. Ellos son las ramas más externas y delgadas de un gran árbol. Esas ramas son las que dan flores y frutos. Muchas se secan demasiado pronto y muchas se rompen. La diferenciación avanza tanto hacai lo adecuado como lo inadecuado; por ello los hombres ingeniosos se parecen a los enfermos mentales: hay locos con genio y hay genios con locuras, como dice Lombroso. Una de las notas distintivas más generales y habituales de la degeneración es la histería, la carencia de autodominio y de auto crítica. Podemos afirmar con toda seguridad que sin cierta constitución mental parecida a la histeria resulta casi imposible un genio. Como decía Schopenhaver con toda razón, al genio le es propia una gran sensibilidad, algo de sensibilidad de la mimosa y de la emocionalidad que tienen los sujetos histéricos.
Carl Gustav Jung.
Estudios Psiquiátricos