El mundo es ya plano advierten los profetas del fin de los tiempos.
Con las comunicaciones, con los viajes, el mundo es uno solo. Igual para todos, y en todos lados.
Y en parte es cierto. Todo se parece cada día más, y se irá cada vez pareciendo más hasta que una ciudad sea un reflejo en un espejo de otra, y cada uno de nosotros sea una copia más o menos perfecta del vecino.
Pero aún no es así. Y quizá nunca lo sea del todo.
En este mundo tan plano existen miles de mundos.
Algunos son tan pequeños que solo incluyen a una persona y a su gato, como los planetas del Principito. Otros incluyen a decenas, a cientos, a miles de personas.
Cada mundo es un conjunto de personas que viven una misma realidad y que aceptan unas mismas reglas.
Los mundos a veces duran una vida y a veces un suspiro. Hay mundos como decía Machado, ingrávidos y gentiles como pompas de jabón.
Estoy trabajando y veo un mundo en el que las personas intentan encajar sus vidas en una selva de normas que amenazan con ahogarlos. Y hay una serie de reglas, y una serie de cosas que se dan por hechas, que lo convierten en un mundo en sí mismo.
Salgo a tomar una copa a una zona de bares y veo un mundo diferente. Un conjunto de personas que operan bajo otras presunciones y donde hay otras cosas prohibidas y otras permitidas. Un hombre se puede acercar a una mujer para hacerle una proposición, pero sería mucho más inaceptable que requiriera asistencia jurídica.
En cada mundo, miles de haces invisibles nos rodean. Son invisibles, pero por experiencia sabemos donde están. Son como los rayos infrarrojos que hacen saltar las alarmas en los museos por la noche. Sabes que no puedes ir por allí. Pueden estar unos centímetros más allá o más acá, pero sabemos que existen.
Tú no eres tú, tú eres tú y los miles de mundos a los que perteneces. Los mundos a los que perteneces siempre y a los que perteneces a ratos. Ahora, sin darte cuenta, formas parte del mundo de los blogs, del mundo de este blog. Hay una serie de presuposiciones. Se presupone que yo he de contarte algo interesante, y que tenga un cierto sentido. Se supone que tú encuentras interesante lo que lees o ya te habrías ido.
A veces en esos mundos hay pequeñas brechas. Se rompen las reglas no escritas, se produce un desajuste.
Pero todo vuelve pronto a la calma. Al fin y al cabo a todos nos gusta la seguridad de saber lo que va a ocurrir.
Excelente reflexión.
Y excelente analogía entre las normas sociales invisibles y los rayos infrarrojos que hacen saltar las alarmas en los museos.
Gracias Minimus.
A todos nos gusta ver otros mundos, a todos nos gusta vivir otros mundos, pero eso si, todos tenemos un limite de tolerancia a la sorpresa e incertidumbre. Según tu frase final: a todos nos gusta saber lo que va a ocurrir.
Vivimos entre el deseo de explorar, y la necesidad de estar seguros.
Buenos ejemplos literarios Machado y el Principito todo autor y todo artista recrea sus mundos. Me ha gustado mucho tu escrito.
Muchas gracias Anna.
¡Me encanta esta reflexión, Iván! Es como si te sintiese retrasmitiendo desde otra frecuencia, en otra onda… Una que sintoniza con la mía propia. ¡Qué bueno! 🙂