Este año ha sido un año muy difícil.
Un año en que hemos estado distanciados de personas que nos importan.
Un año en que muchos planes se han truncado.
Un año en que nada es como era antes.
Y un año en que hemos tenido tiempo y necesidad de reflexionar.
Nunca se sabrá el daño que ha producido lo que se ha llamado confinamiento y se ha sentido más bien como un arresto domiciliario. Una privación absoluta de libertad ( más o menos justificada, en eso hay opiniones distintas) por la lucha el coronavirus.
Sin embargo hay alguna cosa positiva. Una de ellas es que nos ha acercado a la idea de nuestra propia fragilidad y mortalidad.
Todos los hombres son mortales
Muchas veces,especialmente cuando somos jóvenes, nos sentimos inmortales. Creemos que nuestro tiempo es infinito. Eso nos permite vivir tranquilos pero a la vez nos engaña. Nos hace olvidar quiénes somos y cómo es nuestra vida.
En el libro ( y en la serie ) de Juego de Tronos, los habitantes de Braavos se saludan con una frase antigua en Alto Valirio: Valar Morghulis “todos los hombres deben morir”
Es el célebre “memento mori” de los romanos. En algunas épocas, el emperador llevaba a su lado un esclavo que le murmuraba periódicamente “memento mori”: recuerda que vas a morir. Se suponía que recordar la muerte, evitaría el endiosamiento del emperador.
Puede que recordar que somos mortales sirva para evitar la soberbia, pero tiene otra utilidad mucho mayor.
En la novela de Simone de Beauvoir “todos los hombres son mortales”, habla de un hombre que nace en la italia del Renacimiento y por un azar del destino se convierte en inmortal. Lo que parece ser una bendición, acaba resultando una condena. El tiempo pasa, y toda la gente que ama muere y llega un momento en que desea acabar con su vida, porque siente que no tiene valor.
El tiempo que tenemos
Sea bueno o malo ser inmortal, la realidad es que nosotros no tenemos elección. Somos mortales, y nuestro tiempo en esta tierra es limitado.
El mago Gandalf en el libro de JRR Tolkien “La hermandad del anillo” pronuncia una frase fascinante: “All we have to decide is what to do with the time that is given us.”
Todo lo que tenemos que decidir es qué hacemos con el tiempo que nos es dado.
Tu tiempo no es infinito, tu tiempo es limitado.
Una sola vida
Tienes solo una vida. Hay muchos condicionantes externos: la sociedad, tu entorno, tus ideas morales. Todo eso te condiciona y te limita. Puede que sea malo o puede que no. Pero hay una cosa que es cierta, tu vida es solo tuya y nadie va a morir por ti.
Decide qué haces con tu tiempo. No cómo si fuera el último día, porque no se puede vivir siempre como si fuera el último día. Pero sí como si te fueras a morir, porque te vas a morir.
Haz lo que tú quieres y no lo que quieren otros. Haz lo que deseas y no lo que se espera de ti.
Si no sabes lo que quieres, descúbrelo.
Si sabes lo que quieres, entonces atrévete a buscarlo.
Decide lo que quieres hacer con el tiempo que te ha sido concedido, y cuando estés en el lecho de muerte y mires hacia atrás, podrás cantar lo que cantaba Frank Sinatra: lo hice a mi manera.