Hazlo despacio

¿Tienes la costumbre de correr en todo lo que haces como el conejo blanco de Alicia?

Ten cuidado.

Apresurarte puede instalarte en la mediocridad.

O eso al menos es lo que cree la novelista Amelia Barr

“Todo lo bueno necesita tiempo. No trabajes apresuradamente. Entra en detalles; vale la pena en todos los sentidos. El tiempo significa poder para tu trabajo. La mediocridad siempre tiene prisa; pero cualquier cosa que valga la pena hacer, vale la pena hacerlo con consideración. Porque genio no es ni más ni menos que hacer bien lo que cualquiera puede hacer mal ”.

Para mí eso tiene dos vertientes. La primera es que no puedes conseguir llegar alto sin hacer un esfuerzo  muy grande. 

Barrer como Miguel Ángel

En otra entrada, hablamos de lo necesario que es realizar cualquier tarea como si fuera la más importante del mundo. Barrer para ser el Miguel Ángel de los barrenderos

El genio es hacer bien lo que cualquiera puede hacer mal como dice Barr.

Hoy escuchaba un vídeo de un youtuber que hace vídeos de geografía. Hablaba de cómo los mapas que hacía al principio no eran demasiado buenos. Y de cómo aprendió y probó sistema tras sistema, hasta que al final sus mapas alcanzaron el nivel actual.

A diferencia de lo que muchas veces creemos, el genio no lo regala la naturaleza. A muchas personas que llegan alto en su campo les gusta transmitir una idea de magia y por eso no confiesan todos los esfuerzos que han hecho para llegar donde están. Prefieren hablar de vocación o de pasión. O que pienses que es simplemente que son especiales.  Solo en algunas extrañas ocasiones alguien confiesa cómo hace de verdad las cosas y siempre que lo hace, muestra un sendero lleno de esfuerzo y de sacrificios.

El flujo del detalle

La segunda vertiente se refiere a tu satisfacción personal. El hacer algo bien te genera una satisfacción que el trabajo apresurado nunca va a proporcionarte. Y no solo se trata del ego. Se trata de la sensación de propósito, de tu porqué.

Además enfrascarte en un trabajo, es lo que te lleva a la agradable sensación de flujo. El flujo se genera cuando se alcanza el equilibrio perfecto entre nuestra habilidad y el reto que tenemos delante. Cuando no te sientes incapaz de hacerlo ( lo que genera frustración), ni tampoco crees que es demasiado fácil ( lo que genera aburrimiento).

Esa sensación de que el tiempo ha pasado y no te has dado cuenta porque estabas totalmente concentrado.

Hacer las cosas con cuidado y dedicación produce por tanto dos efectos principales: la maestría y la felicidad.

Si algo merece hacerse, merece hacerse despacio.

¿Necesitas algún motivo más para dejar de correr?

 

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