Cuando era adolescente, fui un día con unos amigos a ver “La mujer de rojo”. En esa película, unos jóvenes poco populares en el colegio pero con talento para los ordenadores lograban crear una mujer ideal que respondía a sus deseos. Después de ver la película, mis amigos y yo ( que obviamente no nos habíamos comido un rosco hasta la fecha) estuvimos un buen rato fantaseando con lo mucho que nos gustaría conseguir una chica así.
En realidad es normal que la película fuera un éxito. Aunque fuera de una manera mágica, hablaba de la posibilidad de que unos chicos sin ningún mérito especial pudieran conseguir a la chica perfecta.
Varios años después, acompañé a una chica con la que salía a ver una película romántica. El esquema era muy parecido. Una chica normal y corriente conseguía captar la atención de un hombre extremadamente codiciado por todas ( Richard Gere en esa película).
En ese esquema se basan todas las novelas románticas que han existido, las películas románticas y buena parte de las eróticas. Si lees 50 sombras de Grey, verás que el modelo se repite. Una chica normal y corriente consigue volver loco de deseo al hombre perfecto ( en “50 sombras” obra irónicamente poco dada a los matices, perfecto es totalmente perfecto) ¿Y lo hace por algo especial? No. Lo hace por su manera de “morderse el labio”.
¿Qué tienen que ver todos esos casos con el mito de que basta la pasión para tener éxito en la vida?
La fantasía del desequilibrio de prestaciones.
Hay un esquema común a todo ese tipo de pensamiento. Y se trata de una fantasía. Es la fantasía del desequilibrio de las prestaciones.
Esa fantasía consiste en creer que aunque el valor de lo que tú ofreces no sea muy alto, puedes obtener a cambio algo de mucho valor. ¿Por qué motivo? La causa puede ser el azar, tu pasión, o el poder de atracción de tu deseo. En realidad no importa mucho cuál sea el motivo. Lo que importa es que no necesitas cambiar el valor de lo que ofreces.
Esa fantasía del desequilibrio de las prestaciones te lleva a pensar:
Que siendo un chico que no resulta interesante, puedes conseguir ligar con la chica más deseable del instituto.
Que siendo una chica corriente y moliente que se pasa las tardes comiendo palomitas en su casa, puedes enamorar al guaperas de moda.
Que siendo una persona sin ninguna formación, puedes conseguir triunfar en cualquier campo si lo deseas lo suficiente.
Que basta con montar una empresa con suficiente ilusión para que tu cuenta se llene de euros ( o dólares).
El que esta fantasía haya tenido tanta aceptación no es casualidad. El motivo de su éxito es que todos queremos creer que podemos conseguir nuestra meta sin ningún esfuerzo. Es por eso que triunfan los métodos para perder peso en una semana. Es por eso por lo que se venden las fajas que prometen hacerte perder 20 kilos solo con llevarlas alrededor de tu inflada barriga.
El equilibrio de prestaciones.
Por desgracia ( como habrás adivinado por la palabra “fantasía”) la fantasía del desequilibrio de prestaciones no es cierta.
No te voy a decir que no sea cierta nunca. Hay personas que se hacen millonarias por la lotería y personas que adquieren fama y grandes ingresos por estar en el lugar exacto en el momento adecuado.
Pero , de manera general, esa fantasía es falsa.
En su libro “Tan bueno que no te pueden ignorar” Cal Newport lo explica muy bien. Si quieres algo que sea excepcional ( y por tanto deseado por mucha gente) tienes que ofrecer a tu vez algo también excepcional.
Si quieres conseguir a una mujer o un hombre muy deseado por todos, deberás ser también tú muy deseado por todos. ¿Por qué motivo iba esa persona tan especial a querer estar contigo si eres uno más? ¿Por tu manera de morderte el labio?
Si quieres conseguir un trabajo con el que ganes muchísimo dinero, tendrás que ofrecer unas prestaciones que otros trabajadores no pueden ofrecer.
Si quieres conseguir crear una empresa con la que te hagas de oro, tendrás que proporcionar al consumidor un valor que no le proporcionen en otros lugares.
Tengo que hacer una precisión. El equilibrio de las prestaciones no exige que lo que das y lo que recibes valga lo mismo. Lo que es necesario es que para cada una de las partes lo que recibe sea suficiente para compensar lo que da.
Imagínate una compraventa que es el ejemplo clásico de equilibrio de prestaciones. Si compras una casa a su dueño anterior es evidente que cada uno de vosotros otorga a lo que recibe un valor suficiente respecto al valor de lo que da. Si no no se haría la venta.
El equilibrio de las prestaciones es a la vez una mala y una buena noticia.
Es mala, porque tendrás que trabajar para conseguir lo que quieres.
Es buena, porque como la gran mayoría de las personas cree en la fantasía del desequilibrio de las prestaciones, si tú ignoras esa fantasía y trabajas por mejorar, es muy probable que consigas tu objetivo.
La escalera para subir a la torre.
Imagina que tu recompensa está situada en lo alto de una torre. Allí está la doncella que quieres conquistar, el hombre que te gusta, el trabajo que quieres, la empresa que te hará rico.
Estás debajo de esa torre. Hay árboles y tienes una sierra. Puedes talarlos y hacer una escalera. Esa escalera representa el aumento de valor de lo que tú ofreces ¿De qué tamaño ha de ser la escalera?
Para que te sirva de algo la escalera ha de ser como mínimo del tamaño de la torre. Si es más grande, no pasa nada, puedes dejar una parte sin utilizar. Pero si la escalera se queda aunque sea unos metros corta, no te servirá absolutamente de nada.
¿Qué es lo que quieres? ¿Cómo de grande ha de ser la escalera? ¿O de verdad pensabas que ibas a poder subir a la torre de un salto y sin tener que hacerte una escalera?
Muy interesante, Iván. Creo que los medios en general, al menos en mi país, alimentan esa falsa idea a diario.
Siguiendo con tu ejemplo, creo que mi error frecuente es construir la escalera sin mirar primero qué altura tiene la torre.
Lo primero que deberíamos hacer siempre es saber qué altura tiene la torre. Pero claro, es difícil muchas veces. Y además preferimos no mirar para no desmoralizarnos. Lo bueno es que en la realidad la escalera siempre la puedes hacer más grande después, si le pones el suficiente esfuerzo. Un saludo Melisa.
Un excelente articulo, a mi parecer todos crecimos pensando que esa fantasía es cierta, pero llega un punto donde nos damos cuenta que es eso, una fantasía. Algunos deciden buscar una torre más baja, o inventarse una escalera muy alta pero muy débil. Da mucho para pensar, gracias por compartirlo.
Gracias Leo por tu comentario. Creo que todos hemos caído en lo mismo en algún momento u otro. Y es hora de despertarse.
Gran post y excelente reflexión!! desde hoy mismo empiezo a construir mi escalera 😉
Muchas gracias.