La Felicidad futura
El siglo XXI nos vendió la promesa de la Felicidad con mayúsculas, no ya como una aspiración, sino casi como un derecho. Y sin embargo, después nos la ha arrebatado de forma violenta.
Situaciones como la pandemia y las restricciones a las libertades nos hacen sentirnos más y más lejos de la Felicidad a la que creemos tener derecho.
La reacción suele ser convertir nuestras aspiraciones en esperanzas. Considerar la Felicidad como un tiempo futuro que vendrá en algún momento y por el que solo hace falta esperar.
La vida se convierte entonces, como decía John Lennon en aquello que pasa mientras estamos haciendo otros planes. “Cuando la pandemia acabe,…” “Cuando gane suficiente dinero” “Cuando la empresa me prejuible”.
Vivimos una vida transitoria, un día a día por el que hay que pasar porque no queda más remedio. Y esperamos.
El infierno de la esperanza
No es malo tener esperanza. La esperanza es el único bien que queda en la caja de Pandora cuando todos los males han salido. Pero la esperanza no se puede basar simplemente en esperar.
Muchos creen que la palabra esperanza viene de esperar. Pero es la palabra esperar la que viene de esperanza. De la raíz “spe”, que significa expandirse , tener éxito, y que dio también prosperar.
Se cultiva una huerta cada mañana con la esperanza de que brotarán las hortalizas.
Se entrena todos los días con la esperanza de lograr una medalla.
Se aprende cada día con la esperanza de llegar a ser más sabio.
Esperar sin hacer nada es una espera vacía y desesperada. Esperar sin hacer nada es el infierno de la esperanza.
La felicidad con minúscula
Estamos tan ocupados en esperar a que llegue la gran FELICIDAD que dejamos pasar todas las pequeñas cosas que nos pueden hacer un poco más felices. Y eso es tan absurdo como esperar que nos toque la lotería, en lugar de ahorrar día a día, poco a poco, las cantidades que harán que tengamos un futuro más tranquilo.
Tenemos que recuperar la felicidad en minúscula. Las cosas que nos hacen un poco felices. Tenía un libro que se llamaba la primera cerveza del verano y otros pequeños placeres de la vida. O algo parecido. Cada página describía un pequeño placer, algo que hacía la vida mejor. Los míos no tienen que ser iguales que los tuyos. Igual un pequeño placer para mí es escuchar la cadena de la bicicleta mientras voy rodando, y para ti es leer el periódico en la playa por la mañana. No importa. Lo que importa es que seas capaz de hacer las cosas que te hacen un poco más feliz.
Thomas Mitchell, en su obra ensayos sobre la felicidad habla de los pequeños placeres de la vida.
“Uno de los mejores secretos de una vida feliz es el arte de extraer comodidad y dulzura de cada circunstancia …
La gente siempre está buscando la felicidad en algún momento futuro y en algo nuevo, o en un nuevo conjunto de circunstancias, en posesión de las cuales algún día esperan encontrarse. Pero el hecho es que, si la felicidad no se encuentra ahora, donde estamos y como estamos, hay pocas posibilidades de que alguna vez se encuentre. Hay mucha más felicidad a nuestro alrededor día a día de la que tenemos el sentido o el poder de buscar y encontrar.
Si queremos cultivar el arte de vivir, debemos cultivar el arte de extraer dulzura y consuelo de todo, mientras la abeja va de flor en flor en busca de miel “.
Fuente de la cita: Ensayos sobre la vida de Thomas Mitchell