Muchas veces hemos oído la importancia de la autoestima para el bienestar de las personas. El otro día escuchando un audio-libro de Jack Canfield ( “How to build higher self-esteem” como -edificar una mayor autoestima-) me encontre con una metáfora muy interesante.
Es la metáfora del jugador de póker.
Jack Canfield explica como nos afecta el tener o no autoestima antes de afrontar una situación mediante la metáfora de dos jugadores de póker. Si en una mesa de poker tenemos un jugador que tiene 10 fichas y un jugador que tiene 100 fichas, ¿qué jugador es más posible que arriesgue 5 fichas en una sola jugada?. Seguro que estamos de acuerdo en será el jugador que tiene más fichas.
En términos absolutos la jugada es la misma para ambos jugadores: ambos apuestan 5 fichas. Sin embargo en términos relativos la apuesta es mucho más grande para el jugador que tiene menos fichas porque se juega un 50% de lo que tiene, mientras que el otro jugador se jugaría tan sólo un 5%. Dado que la pérdida posible es menor, es mucho más fácil que el riesgo sea asumido.
Me llamó la atención la metáfora, porque explica muy bien cómo nos sentimos cuando en alguna ocasión nuestra autoestima está baja. En esos momentos no tenemos casi fichas. No queremos arriesgarnos a perder las pocas que nos quedan, así que nos quedamos parados. Jugamos a la defensiva, con miedo.
Por el contrario cuando estamos exultantes, con una confianza plena, es mucho más fácil atrevernos a hacer cosas, jugárnosla, sabemos que tenemos una situación que nos permite hacer frente a la posible pérdida.
El intento castrado
Hay otro efecto también peligroso que yo añadiría a lo que dice Canfield. Es cuando la falta de autoestima hace que intentemos algo pero que no lo intentemos con todas nuestras fuerzas. Lo intentamos de una manera limitada y algo cobarde, para no arriesgar la poca autoestima que nos queda. Nos engañamos a nosotros mismos haciéndonos creer que no deseamos algo que sí deseamos para cubrirnos de la posible decepción del fracaso. Es el intento castrado o capón. ( Sí, puede parecer un nombre tonto. Ahora intenta olvidarlo)
Además de ese efecto hay dos cosas en la autoestima que son diferentes a la metáfora de Canfield. Una cosa buena y una mala. Primero las malas noticias.
El círculo vicioso
Hay algo aún peor en la autoestima que no se refleja en esa metáfora. En el póker siendo igual la habilidad de los jugadores, la posibilidad de ganar o de perder una cantidad es la misma.
Sin embargo en el caso de la autoestima, cuando nos arriesgamos a hacer cualquier cosa, la posibilidad de que salgamos ganando autoestima es más grande que la posibilidad de que perdamos.
Es decir imagina que tienes que hacer una presentación en público, presentarte a unas personas, o vender un producto a un cliente. En la mayoría de esos casos, si las cosas no salen como esperas, no hay pérdida, solo se produce una no ganancia. Con lo cual la posición defensiva, de no arriesgarse es mucho más costosa en la vida que en una mesa de juego.
Si nos arriesgamos lo más probable es que ganemos autoestima. Y al ganarla la podemos volver a arriesgar, y ganar nuevamente. Es la espiral ascendente de la autoestima.
El no arriesgarnos o el hacer un intento castrado nos hace no poder ganar autoestima. Y el no ganarla nos hace no tenerla y por tanto no arriesgarnos. Ese es el círculo vicioso de la autoestima.
La solución para el círculo vicioso y el intento castrado.
Ahora las buenas noticias. Hay algo en la realidad de la autoestima que es positivo y que no se recoge en la metáfora. Y es que podemos crear fichas solo con nuestra mentalización.
Cuando las cosas van bien todo es sencillo y no hace falta mentalizarse. Pero ¿y cuando las cosas van mal?. Entonces es cuando es necesario que nos demos cuenta de que hay que crear fichas “artificialmente”.
Para crear fichas “artificialmente”, es decir cuando no hay éxitos que apoyen nuestra autoestima, es necesario acudir a métodos como las afirmaciones y la visualización. Es decir imaginar de una manera artificial el éxito que por desgracia no tenemos en ese momento y que refuerce nuestra imagen de nosotros mismos.
¿Alguna vez has sentido la espiral descendente o la espiral ascendente de la autoestima? Me encantaría saber tu opinión.
Yo escribí un artículo “¡Al diablo con la autoestima!” y otro “¡Al diablo con la confianza!”, que recomiendan obviar la idea de autoestima al tomar decisiones, o al menos no ponerla en un foco atencional privilegiado. Así que voy a proporcionar al final una solución alternativa a la tuya.
Tu artículo me parece valioso en tres elementos muy importantes:
1º Un hecho: la menor o valor autoestima puede exacerbar todavía más nuestra natural aversión a la pérdida.
2º En el juego de la vida la mayor parte de las veces no se trata tanto de una pérdida “real” como de un “no ganar”, que conlleva una “pérdida subjetiva” o de “autoestima”. Esto hace que la aversión a la pérdida resultante de la baja autoestima nos lleve a decisiones todavía peores. Nos quedamos paralizados sin concedernos la mínima posibilidad de obtener algún beneficio.
3º Lo peor de la baja autoestima y su influencia sobre las decisiones es que nos conduce a un círculo vicioso de no intentar cosas y de baja de la autoestima, y como consecuencia terminamos asumiendo una estrategia meramente defensiva en la vida: intentamos minimizar el sufrimiento y las pérdidas en vez de maximizar las ganancias.
Tu solución es lograr un empuje de la autoestima “creando piezas artificialmente”; la mía es dejar fuera del juego o en un juego distinto las fichas de la autoestima, o al menos no poner el foco en ellas y centrarme más en los beneficios y pérdidas reales, no subjetivos.
Así mato dos pájaros de un tiro: el de la baja autoestima, que nos conduce a ser demasiado cautos o conservadores; y el de la excesiva autoestima, que nos lleva a perder el sentido de la realidad y conciencia de los beneficios y las pérdidas reales (esto es, no subjetivos).
Tengo un argumento del mundo del póker a favor de mi solución: si estudias algún libro de expertos en póker, verás que te aconsejan dejar a un lado tus emociones y tu ego a un lado (aunque los jugadores profesionales suelen tener egos inmensos) y en cada mano centrarte solo en las probabilidades y los beneficios y pérdidas reales (fichas-dinero).
Por lo que he leído la preparación psicológica de un jugador profesional de póker es muy importante, pero pasa por eliminar las emociones no funcionales y hacer que la razón y la estadística se imponga por encima de los bajones y subidones anímicos. Su gestión emocional está más en obviar el ego y las emociones que en intentar gestionar sus subidas y bajadas.
Creo que este artículo toca un tema capital en la estrategia vital de cualquier persona, y que está lejos de estar resuelto. Me gustan los artículos de este tipo.
Salud.
Homominimus, es cierto que lo ideal sería la solución que tu propones. Dejar de lado la autoestima, y centrarse sólo en la realidad de las cosas. Sin embargo, siendo realista es muy dificil que eso pueda ocurrir en un plazo breve. Creo que la autoestima no se puede obviar, solo engañarla un poco, aunque se que tú eres de otra opinión, y eres partidario de prescindir de ella. Me alegro en todo caso de que coincidamos en el problema aunque aún no estemos de acuerdo del todo en la solución.
Un saludo y gracias por el comentario.
Conclusión number one: la mente humana nos da mucho pero nos quita otro tanto.
Conclusión number two: no bebas alcohol si juegas al poker.
All In (voy con todo).
Jejeje, ves, se nota que estás con confianza. La mente nos da, la mente nos quita bendita sea la mente.
De entrada diré que no creo en la relación autoestima-riesgo,pq me parece muy inestable.
Yo parto de la base de que entiendo el concepto autoestima como la confianza que tengo en mi capacidad de conseguir o lograr y en ese sentido entiendo la autoestima como gradual,paso a paso.
Me explicaré con el ejemplo de un salto de trampolín,supongamos que hay un trampolín de 3m. otro de 5m. y otro de 10m.
Si mi objetivo,lo que quiero y lo que deseo es conseguir saltar desde el trampolín de 10m.si en el primer intento me voy directamente y lo arriesgo todo en el trampolín de 10,muy probablemente sólo conseguiré sentarme en el borde,saltar despues de media hora de indecisión con el resultado del peor salto posible.La otra opción sería echarme atrás,no saltar y bajar por las escaleras.En los dos casos mi autoestima quedará por los suelos.
En cambio,si empezamos practicando saltos desde el trampolín de 3 y cuando lo tengamos dominado vamos subiendo sucesivamente de trampolín paso a paso,nuestro nivel de autoestima tambien irá subiendo y además se irá consolidando por niveles.
De esta forma cuando lleguemos al trampolín de 10,el salto que hagamos muy probablemente será mucho mejor que el primero,adecuado a mi propósito y deseo y a mi nivel de autoestima.
En el supuesto de llegar al trampolín de 10 y al final no seamos capaces de saltar,sólo tendremos que retroceder hasta el trampolín de 5 y nuestra autoestima también sólo retrocederá un nivel y no irá hasta abajo del todo.
Nuestra autoestima subiriía y bajaría gradualmente.
El intento castrado se produciría si intentásemos saltar desde el trampolín de 5 sin tener dominado el de 3,por lo tanto sería evitable dominando el trampolín 3.
La posisicón defensiva sería conformarse con del salto de 3 y no seguir subiendo,por si acaso.
En este sentido no necesitaría fichas artificiales para imaginar el salto de 10 pq ya tendría la referencia de haber superado los saltos anteriores.
Tampoco me encontraría con la situación del círculo vicioso pq tendría la seguridad de que a base de intentos. al final conseguiría hacer todos los saltos.
No se si me he explicado con tanto salto!! 🙂 un saludo.
Sí te has explicado Isara, pero si te das cuenta, lo que haces al ir subiendo trampolines, es ir creando “naturalmente” más fichas. Pero imagina que no tuvieras la confianza suficiente para lanzarte del trampolín más pequeño ¿ cómo harías entonces?. Quizá lo más adecuado sería mentalizarte “artificialmente”. De todas maneras dos consejos: 1) no veas tantos programas de saltos de trampolín en la tele, y 2) sobre todo, antes de saltar, asegúrate de que haya agua.
Siempre nos quedaría el borde de la piscina y si aún así,la distancia de 10 cm.nos parece demasiada altura ¿para qué se inventó el paracaidas????
1-Si das por hecha una suposición sin tener la certeza 100% de que es así, te puedes equivocar de cabo a rabo!!
2-agua a poder ser en estado líquido…
1) tienes toda la razón, mis disculpas.
2) también tienes razón… estoy demasiado acostumbrado a vivir por encima del 0 y por debajo del 100.
Perdona no he visto el comentario,espero estar a tiempo de aceptar tus disculpas.Supongo que puse un ejemplo a huevo.
Nunca es tarde si la dicha es buena.