Después de llevar toda la vida criticando el “dolce far niente” resulta que el no hacer nada es conveniente. Al menos conveniente como opción. 

La web Inc. com menciona un reciente estudio según el cual en lugar de darte a ti mismo dos opciones, es más conveniente que te des la opción 1, la opción 2 y la opción de no hacer nada.

¿Por qué?

Al darte la opción de no hacer nada, si escoges una de las otras dos opciones no lo harás por no tener más remedio, sino que lo harás por decisión propia. Estarás por tanto más implicado en la decisión y por tanto será más probable que consigas tus metas.

En diversos experimentos, el hecho de dar la opción de no hacer nada, hizo que las personas que escogían una acción tuvieran más compromiso con la decisión adoptada y siguieran en ese curso de acción por más tiempo.

Parece semejante a la diferencia entre un niño que va a una clase de inglés porque está en el colegio y no le queda más remedio, y un adulto que decide ir a una clase de inglés no teniendo obligación. Tener la opción de no hacer nada es no sentirte obligado a nada.

Según el coautor Jeffrey Parker lo que la gente piensa es algo parecido a “No tenía que hacerlo y lo hice, así que me mantendré en ello por más tiempo”.

Consecuencias.

En general creo que este estudio refuerza la idea de la importancia de conseguir que las cosas se hagan de una manera voluntaria. Por un lado en los demás. Forzar las cosas es el último recurso cuando no se puede conseguir un cumplimiento voluntario.

Pero de la misma manera que tenemos muy claro que no conviene forzar a los demás, deberíamos ser conscientes de que no conviene que forzarnos nosotros mismos.

¿Te fuerzas alguna vez a hacer algo? ¿ No te das más opción que hacer un curso de una cosa o leer un libro de otra? ¿Dejas la posibilidad de no hacer nada? Quizá sería momento de comenzar a intentarlo.