La paradoja del barco de Teseo. Cuándo cambia algo

La paradoja del barco de Teseo

En su libro sobre el mítico Teseo, Plutarco, el historiador griego escribe lo siguiente:

“El barco en el cual volvieron (desde Creta) Teseo y los jóvenes de Atenas tenía treinta remos, y los atenienses lo conservaron hasta la época de Demetrio de Falero, ya que retiraban las tablas estropeadas y las reemplazaban por unas nuevas y más resistentes, de modo que este barco se había convertido en un ejemplo entre los filósofos sobre la identidad de las cosas que crecen; un grupo defendía que el barco continuaba siendo el mismo, mientras el otro aseguraba que no lo era”.

Esa es la llamada paradoja del barco de Teseo.

Douglas Adams en su libro Last Chance recoge un caso parecido:

Yo recuerdo que una vez en Japón, fui de visita al Kinkaku-ji en Kioto y me sorprendí al observar lo bien que el templo había resistido el paso del tiempo desde que fuera construido en el siglo catorce. Entonces me explicaron, que en realidad el edificio no había resistido, ya que de hecho se había quemado hasta los cimientos dos veces durante este siglo. Por lo que le pregunté a mi guía japonés “¿O sea que no es el edificio original?”.

“Al contrario, por supuesto que es el original”, me contestó, un tanto sorprendido por mi pregunta.
“¿Pero no se incendió?”.
“Sí”.
“Dos veces”.
“Muchas veces”.
“Y fue reconstruido”.
“Por supuesto. Es un edificio histórico importante”.
“Con materiales completamente nuevos”.
“Por supuesto. ¡Si se había incendiado!”.
“Pero entonces, ¿cómo es posible que sea el mismo edificio?”
“Siempre es el mismo edificio.”
Y tuve que admitir que este era un punto de vista perfectamente racional, solo que partía de un postulado completamente inesperado. La idea del edificio, la finalidad del mismo, y su diseño, son todos conceptos inmutables y son la esencia del edificio. El propósito de los constructores originales es lo que sobrevive. La madera de la que está construido decae y es reemplazada todas las veces que sea necesario. El preocuparse por los materiales originales, que solo son recuerdos sentimentales del pasado es no saber apreciar al edificio.”

Todo ello nos lleva a una pregunta, la propia de la paradoja del barco de Teseo. ¿Cuándo deja algo de ser lo que es? ¿cuándo ha cambiado tanto que ya no merece ser considerado de la misma forma?

Las causas de Aristóteles

Aristóteles decía que hay 4 tipos de causas:
La causa material: de qué está hecho algo. Por ejemplo un templo está hecho de mármol.
La causa formal: el diseño que tiene. En el caso del templo sería la estructura que se le ha dado en los planos y que se plasma en la realidad.
La causa eficiente: quién ha hecho que sea así. En el caso del templo, sería el arquitecto.
La causa final: para qué está hecha la cosa. P. ej: Para adorar a Atenea
En el caso del barco de Teseo, aun después del cambio de todas las piezas de madera, la causa formal sería igual (el barco tendría el mismo tipo de estructura). En cuanto a la causa final, también tendría el mismo destino que es navegar y llevar a las personas de un lugar a otro. La causa material habría cambiado porque serían tablones distintos. En cuanto a la causa eficiente a lo largo del tiempo serían constructores distintos.

Las causas de Aristóteles
El cambio constante

Decía Heráclito que no te puedes bañar dos veces en el mismo río, porque el río ha cambiado. Pero nadie que pasa por un río todos los días siente que sea un río diferente. ¿Entonces es el mismo río o no?

El problema es nuestra tendencia binaria. Nuestro deseo de responder a las preguntas con un sí o un no, cuando casi siempre la respuesta es sí y no al mismo tiempo.

El río es el mismo y no es el mismo. El barco de Teseo es el mismo y no es el mismo. Tiene cosas que son iguales y cosas que son diferentes.
El considerar que algo es igual o no es igual, cuando ha habido algún cambio por mínimo que sea es una cuestión subjetiva.

La causa material en los recuerdos

De hecho, si me tuviera que mojar en el caso del barco de Teseo, diría que deja de ser igual cuando se han cambiado todas las piezas.
El valor de un recuerdo, no es solo el de recordar algo, sino el de establecer un puente material con el pasado. Por eso para la memoria la causa más importante es la causa material.

Ver la pulsera que regalé a la persona que amé, producirá un efecto muy grande en mí, aunque esté deteriorada. El mismo modelo de pulsera, aun pareciéndose más a la pulsera que regalé en su momento, no produciría en mí el mismo efecto.

En 1999 el dibujante Todd McFarlane pagó algo más de 3 millones de dólares por una pelota de beisbol. Como cualquier otra pelota es redonda, blanca y está cubierta de dos capas de piel, pero su valor emocional es incalculable, porque es la bola de béisbol con la que Mark McGwire llegó a su home run número 70. ¿Qué valor tendría una pelota que reprodujera al detalle la pelota de McGwire? Muy poco posiblemente. Es el hecho de que ese trozo de piel estuviera presente en un momento histórico lo que hace que tenga valor.

 

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