¿Cuántas veces a lo largo de tu vida, has tenido en tu mente una idea que te ha parecido brillante?
Quizá se te ocurrió mientras caminabas.
Quizá la leíste en algún lugar.
Quizá hablabas con alguien y de pronto, todo hizo “click”.
Pensaste: “qué idea tan buena”.
Después seguiste caminando, o seguiste leyendo o seguiste hablando, y la olvidaste.
O la apuntaste en un trozo de papel. Y después el papel lo tiraste a la basura, o se perdió o lo pasaste a no sé qué fichero del ordenador.
Se perdió, se perdió para siempre.
Cuadernos contra el olvido
Yo tengo decenas de cuadernos. Grandes, pequeños, medianos. Algunos muy nuevos y otros con las hojas desgastadas. Todos con páginas escritas e ideas dibujadas.
Quizá pueda parecer que esas ideas no las he perdido. Pero sí las he perdido. Están allí ignoradas, olvidadas, muertas.
Incluso en alguna ocasión, cuando he intentado abrir uno de esos cuadernos, no he sido capaz de entender mi letra. O si la he entendido, no he recuperado la idea, porque al escribirla lo hice esquemáticamente, apoyándome en un contexto que no tengo ahora.
Decía García Márquez, que cuando uno no tiene memoria, se la tiene que hacer de papel. Es cierto, pero la memoria de papel que uno se hace tendría que ser fuerte. Porque si lo que nos construímos es una mala memoria, entonces no servirá de nada.
Las ideas y su lugar en el mundo
Una idea aislada de las demás no sirve para nada. No la recordaremos y no podremos usarla para nada.
Cuando te llega una idea, tienes que buscar en tu mente o en tus archivos un lugar para situarla.
Tienes que pensar en qué significa, cuál es el principio esencial en que se basa, dónde la vas a situar y que vas a hacer con ella.
Algunos se pasan el día ordenando su casa, pero no dedican ni cinco minutos a ordenar su mente. Tendrán la casa pulcra y la mente como la buhardilla cerrada de una casa antigua.
Cuando recibes una nueva idea, has de hacerte una pregunta:
¿Merece la pena recordarla?
Si la respuesta es no, puedes olvidarla.
Si la respuesta es sí, entonces deberías hacerte una segunda pregunta.
¿Dónde guardaré esta idea?
El mundo de las tormentas de ideas
En el mundo desarrollado actual, por suerte o por desgracia, nos caen ideas de punta. Deberíamos salir a la calle, y especialmente a las redes sociales con un paraideas, que nos protegiera de la tormenta que no cesa de lanzarnos ideas a la cara.
Eso tiene muchos inconvenientes, pero también puede ser una ventaja. Siempre que hagas algo para conservarlas.
En los pueblos antiguamente las casas tenían en el techo unos aljibes. Eran ( y son donde aun los hay) una especie de depósito abierto por arriba en el que se recogía el agua de lluvia. Porque la lluvia cae para todos, pero solo los que se han preparado pueden utilizar el agua.
Eso mismo ocurre con la chaparrón de ideas diario. Las ideas te van a caer igual, desconcertándote y distrayéndote *, pero tú puedes decidir si quieres que eso sirva para algo, o como casi siempre, dejarás que simplemente llueva sobre mojado.
Hola! Vivimos en modo videoclip, fotogramas sucesivos, no nos vayamos a aburrir. O al menos así lo siento a menudo. Información por todas partes y sin tiempo de asimilar porque enseguida viene la siguiente idea y no la quieres dejar escapar. Me ha gustado el símil del final, almacenar las ideas para que sean útiles como con el agua. Yo al final apenas uso cuaderno, tengo muchos acumulados que fui comprando con muy buenas intenciones pero luego me da pereza o no consigo convertirlo en un hábito… Últimamente se me ocurrió grabarme mientras iba en el coche. Ya que de todos modos voy pensando mis historias a veces aprovecho y pongo la grabadora mientras pienso en voz alta. Quizá también porque muchas veces al intentar escribir no consigo recuperar de igual manera esos pensamientos.
Un saludo.
recien lo veo