No todos los caminos llevan a Roma.
Da igual lo que diga el refrán. Cada camino lleva a un lugar diferente.
Cada paso que das te dirige a un destino. Y cuando tienes un sentimiento, es porque previamente has ido recorriendo el camino que te lleva allí.
Las emociones no surgen de la nada.
Tenemos la costumbre de considerarnos seres racionales. Y lo somos. Pero eso no significa que nos movamos por la razón. No significa que nos sentemos, planeemos y actuemos en consecuencia. El 95% de las cosas las decide nuestro subconsciente. Y nuestra razón solo viene después para justificar lo que hemos hecho o reparar lo que hemos destruido. En el mejor de los casos, con mucho entrenamiento, es posible establecer algunas reglas que nuestra mente inconsciente aprenda a respetar.
En otra entrada escribí que lo que ocurre no tiene que determinar necesariamente cómo nos sentimos. Podemos cambiarlo si cambiamos nuestras creencias. Pero es un cambio que hemos de hacer de manera consciente. Tenemos que tomar las riendas de un caballo que si dejamos solo, irá donde va siempre.
Y en la mayoría de las ocasiones, no usamos nuestra razón para controlar las emociones. Simplemente nos dejamos llevar. Y entonces lo que ocurre nos hace sentir algo y ese sentimiento produce como una reacción en cadena un sentimiento nuevo, que a su vez produce otro, y así una y otra vez hasta que llegas a la emoción que querías evitar, y ardes de ira, te mueres de envidia o te deprimes hasta el punto de querer mandar todo a hacer puñetas.
Entonces ya es demasiado tarde. Puedes arrepentirte, puedes intentar apagar las llamas, puedes disculparte con las personas a las que has herido pero no has conseguido evitar que ocurriera.
¿No sería mejor que no llegara a ocurrir?
El camino ya recorrido.
Madrid está en el centro de España. A la ciudad llegan 6 carreteras principales. Por todas ellas he vuelto a la ciudad en algún momento u otro de mi vida. Algunas entradas las conozco más, otras las conozco menos. Pero como todas las he usado, si fuera conduciendo por cualquiera de ellas sabría que cuando estoy a punto de llegar.
Con tus emociones, deberías poder hacer lo mismo. He llegado por muchos caminos a la ira por ejemplo. Y he llegado tantas veces, que debería ser capaz de reconocer el camino. Y sabiendo cuál es, debería poder tomar medidas para no recorrerlo hasta el final.
Quizá tu ira comience cuando algo te contraría. Quizá haya ciertas insatisfacciones dentro de ti que se alcen cuando te encuentras con un determinado tipo de circunstancia. Quizá los días que no duermes estés más irascible. O quizá es de todas esas maneras a la vez.
Se trata solamente de mirar. De pasar el microscopio a lo que ha ocurrido, una vez que ya ha pasado. Y de seguir, como un explorador indio, el camino que han seguido tus sentimientos. Así te irás conociendo a ti mismo.
Poner tus propias trampas.
Una vez que conozcas el camino es más fácil evitar recorrerlo.
Puedes darte cuenta por ejemplo de que te irritan las cosas que se alejan mucho de tus expectativas, y que cuando eso ocurre te sientes molesto. Y si la otra persona en ese momento en lugar de actuar de una forma pacífica, te dice las cosas de una forma desafiante, tu sangre empieza a arder.
Ahí es donde está la encrucijada. Ahí está el lugar donde se cruzan las vías, y donde puedes cambiar las agujas para el tren no acabe descarrilando. Ahí es donde debes colocar tu estrategia para que las cosas no acaben como siempre, para no dejarte ir.
Cada emoción que acaba estallando tiene un camino. Descubre cuál es el tuyo y planea donde puedes interrumpirlo. Te sentirás mejor.
Gran post!! la inteligencia emocional es la clave para ser feliz!
Muchas gracias anónimo.
Interesante reflexión, no había reparado en ello pero es cierto, reconozco el camino que me lleva a emociones indeseadas.
Entonces ahora te queda saber cómo pararlas.