No recordamos todo lo que nos ocurre. De hecho si piensas en todo lo que has vivido, el número de sucesos que recuerdas bien es extremadamente escaso.
¿Qué es lo que determina que recordemos un suceso o no?
La función del recuerdo episódico
Algunos autores han señalado que recordamos hechos que nos han pasado para usarlas en futuras conversaciones. (Dessalles, 2007b)
Pero ese recuerdo tiene que servir a alguna función. Parte del gran tamaño del cerebro se justifica por la complicación de recordar sucesos pasados.
Los sucesos pasados forman una parte importante de nuestras conversaciones. Algunas estimaciones hablan de que el 40% del tiempo se dedica a hablar de sucesos pasados (Eggins & Slade 1997, p.
265). Otros hablan de que el 27% del tiempo hablamos de sucesos pasados y el 12% del tiempo de sucesos presentes (Dessalles, 2017).
Así que sí que usamos los sucesos pasados en las conversaciones. Pero no basta con saber que los usamos, hemos de saber para qué los usamos.
La función de contar historias
Para algunos la función de lo que contamos es modelar el pasado en nuestro beneficio. Este uso lo hemos visto todos. Al contar que he estado de vacaciones en Japón, mi “estatus” entre los amigos aumenta, porque se me representa como una persona que tiene el interés y los medios para viajar.
Sin embargo gran parte de nuestras historias no tienen esa función.
Es frecuente que contemos cosas que no afectan para nada a nuestra imagen a los ojos de los demás ( p ej: hoy cuando iba por la calle principal vi un hombre vestido de payaso que gritaba a todo el mundo “el fin del mundo está cerca”).
Incluso es frecuente que contemos historias que nos hacen quedar mal. Cuentas el día que te confudiste de hora del examen y llegaste cuando ya había acabado, o el día en que confundiste una servilleta caliente del restaurante chino con un rollito de coco.
Tiene que haber algún motivo más por el que contamos las historias.
También se ha hablado de la utilidad de los sucesos que recordamos al discutir sobre algo. Y es cierto que algo de eso hay. El otro día por ejemplo hablaba con un amigo acerca del tipo de personas que se sienten más atraídas por el tai chi. Él me comentaba que aunque aquí lo practican sobre todo personas mayores, en China lo practican personas de todas las edades. Yo, entonces, recordé cómo estando en Shangai, había visto en un parque un grupo exclusivamente de gente mayor practicando taichi.
Sin embargo la mayor parte de las veces los sucesos pasados salen en la conversación sin apoyar ningún tipo de discusión. Los contamos por el mero hecho de contarlos.
Para Dessalles los sucesos que recordamos son aquellos que son inesperados. ¿Qué tiene que tener un suceso para ser inesperado? Ha de ser causalmente complejo pero conceptualmente simple. Es decir que sea una cosa que no parezca tener relación causa-efecto pero que es a la vez fácil de explicar.
Cuando se dan esas dos circunstancias el suceso puede llegar a recordarse toda la vida.
¿Cuál es el interés del que escucha la historia?
Aunque algunos estudios como los de MC dicen que el interés de quien escucha las historias está en el aprendizaje que se puede obtener de la historia, para Dessalles el interés de quien escucha la historia está en ser sorprendido por sucesos inesperados. Los hechos han de ser ciertos, porque el hecho de ser cierto es lo que hace que sea causalmente complejo.
Si yo cuento que he viajado a Australia y allí me he encontrado con mi hermano, ese suceso resulta inesperado solo si es cierto. Si después descubres que me lo estoy inventando, carece absolutamente de valor.
Y si a la gente le gusta escuchar historias inesperadas, para Dessalles ese es precisamente el motivo por el que las recordamos. Porque al disponer de historias inesperadas aumentamos el interés de otros en nosotros.
Fuente: Remembered events are unexpected. Dessalles (PDF Download Available). Available from: https://www.researchgate.net/publication/322640013_Remembered_events_are_unexpected [accessed Feb 17 2018].