Rosas y espinas. El mundo está hecho de ambas cosas. De alegrías y de tristezas. “No hay mal que por bien no venga” se suele decir. Pero a la vez es complicado encontrar un bien que sea tan absoluto que no encierre dentro al menos un poco de mal.
Entonces, ¿cómo definir el mundo?
Quizá no somos conscientes de que es nuestra mirada la que decide si lamentamos que haya espinas, o celebramos que haya rosas. Cada mirada al mundo, cada pensamiento y cada sentimiento es una interpretación de la realidad.
Tú eliges si quieres ver rosas o quieres ver espinas.
Pero cuando digo que tú eliges quiero que sepas una cosa. Elegir no es simplemente pensar “rosas” o pensar “espinas”. Elegimos con cada acto que realizamos, porque vamos creando nuestra personalidad con nuestras costumbres. Cada vez que al mirar una situación ves la rosa estás escogiendo ser una persona que ve rosas. Cada vez que al mirar una situación ves la espina, estás escogiendo ser una persona que ve espinas.
Y no me malinterpretes, es obvio que hemos de ver ambas cosas. Que hemos de saber que hay rosas y que hay espinas. Si no lo hicieramos así nos estaríamos engañando. La cuestión es otra. La cuestión es decidir si quieres que el centro de tu mirada sean las rosas o sean las espinas. Si lo que quieres es que tu atención se quede descansando en las rosas o descansando en las espinas.
Y yo personalmente elijo las rosas. Así que me comprometo, contigo, pero sobre todo conmigo mismo, a intentar dirigir mi vista todos los días al lugar donde está la rosa.
Yo también me comprometo a intentar dirigir la vista todos los días al lugar donde está la rosa.
Bonito post. Simple pero difícil de llevar a la práctica ¿verdad?
abrazo
Ana
Muy difícil de llevar a la práctica. Pero ¿si fuera fácil no tendría mérito no?.
Muy buena la cita.
Nos sentiremos mejor si buscamos la rosa y pensando que si nos pinchamos alguna vez con la espina,será siempre por coger la flor.