“Cuando uno se aburre escribiendo, el lector se aburre leyendo” Gabriel García Márquez.
Todos queremos influir en los demás.
Queremos que otras personas se emocionen con nosotros, que se entusiasmen con nuestras ideas, que se ilusionen con nosotros.
Pero muchas veces lo hacemos muy mal.
Pensamos en influir en los demás como si fuera algo que nosotros creamos en la mente de otra persona. Como si tuviéramos que hacer una tarta que podemos servir sin probarla. Nosotros simplemente ponemos los ingredientes y creamos un resultado que otra persona prueba.
Y no es así. Nosotros también estamos allí. Y la persona que tenemos delante siente nuestra energía.
Centrarse en el otro. Centrarte en ti.
Es un buen consejo el tomar en cuenta a la otra persona. Si no lo haces así, estás actuando a ciegas. Tener en cuenta al otro te da un feedback que va a hacer tu comunicación más eficaz.
Pero no es suficiente.
En una comunicación hay como mínimo dos personas, y considerar al otro es considerar solamente a una de esas dos personas.
Has de tenerte en cuenta también a ti mismo.
Para que la comunicación funcione ha de haber una conexión entre la otra persona y tú. Y nunca podrás conseguir esa conexión por bien que conozcas al otro, si no te ocupas también de tu lado.
Transmite tu energía.
El modelo adecuado no es el de hacer una tarta sino el de la transmisión de la energía. Sea cual sea el estado que quieres crear en la otra persona, has de crearlo primero en ti mismo, para después poder transmitírlo.
Y eso es aplicable a todo.
¿Puedes animar a una persona que está triste, sin estar tú animado?
¿Puedes hacer que la otra persona arda de pasión cuando tú estás totalmente frío?
¿Puedes ilusionar a alguien con un proyecto que no te motiva lo suficiente?
Primero has de pensar en ti. En crear en ti ese sentimiento. En eliminar todas las barreras que impiden que surja ( tus miedos, tus incomodidades, tus resistencias). Después es cuando te habrás de preocupar en cómo transmitir ese sentimiento a la persona o personas que tienes delante.
Aunque en realidad no es tan complicado. Los sentimientos son tan contagiosos como los resfriados, y si la otra persona percibe tu energía con intensidad,es muy probable que acabe sintiendo lo mismo que tú.
Claro. Por algo nos dicen en los aviones que ante un accidente, nos pongamos salvavidas y mascarillas de oxígeno nosotros primero antes de asistir a mayores y a niños.
Es contraintuitivo pero es lo adecuado.
Buscar la felicidad es igual a un corazon vacio, no es facil llenarlo pero no imposible.