Es muy de película. Sin embargo ¿quién no ha hablado alguna vez con la mano en el corazón y cara de trascendencia?. Sin embargo uno no puede evitar preguntarse si hay que creer más a aquellos que hablan con la mano en el corazón.
Hablar con la mano en el corazón
En un reciente estudio se trato de averigüar si poner la mano en el corazón nos hace más sinceros (Hand over Heart Primes Moral Judgments and Behavior. 2014). Para descubrirlo se llamó a diversos chicos y se les pidió opinión sobre una chica que era presentada como amiga del investigador. La chica estaba tomada de uno de dos grupos. Un grupo de chicas nada atractivas y otro de chicas bastante atractivas.
A alguno de los chicos se les pidió que pusiera la mano en la cintura, y a otros que pusieran la mano en el corazón. En cuanto a las chicas atractivas no hubo diferencia. Todos las valoraron más o menos igual. La diferencia vino con las chicas feas. No es un plato de gusto decirle a nadie que su amiga es fea. Sin embargo mientras los chicos con la mano en la cintura mintieron más, los chicos con la mano en el corazón fueron más sinceros y valoraron más negativamente a la supuesta amiga del investigador.
También en otro estudio que realizaron los investigadores se comprobó que las personas que ponen la mano en el corazón tienen menos tendencia a hacer trampas. Eso se comprobó haciéndoles decir sus resultados en diversos problemas de matemáticas y comparándolos con personas que ponían la mano en su propio hombro.
¿Qué opinan quienes te ven con la mano en el corazón?
En estudios de los mismos investigadores también se ha comprobado que cuando alguien ve a otra persona con la mano en el corazón, la juzga más honesta y le inspira más confianza.
Si quieres que una persona crea algo que dices, pon la mano en el corazón. Pero ten cuidado si lo usas como truco, porque igual lo que pasa es que acabas diciendo involuntariamente la verdad.
Así deberían de hacer en los matrimonios convencionales. Cambien la metodología.
Sería un buen cambio para la ceremonia, poner la mano en el corazón. En realidad es parecido al poner la mano en la Biblia que hacen los presidentes americanos en las películas al jurar su cargo.