Seguro que has oído en numerosas ocasiones frases del tipo de “No hay más limites que los que tú quieras tener”, o alguna frase del estilo. Pues no se si llegará a tanto como que no haya otros límites, pero sí es cierto que uno se limita a sí mismo mucho, y hay pruebas de ello.
La manera en que pienses sobre ti mismo, y el grupo al que tú mismo te adscribes te pueden limitar. Si piensas que perteneces a un grupo que tiene una determinada dificultad, o que está poco dotado para una determinada materia, es bastante posible que eso disminuya tu rendimiento.
En diversas investigaciones se ha probado que las mujeres y las personas de color tienen unos resultados inferiores a los hombres de raza blanca en exámenes de matemáticas. Según los investigadores eso se puede deber, al menos en parte, a la consideración generalizada de que las mujeres o las personas de raza negra son menos hábiles para las matemáticas.
Al hacer las mismas pruebas bajo un nombre falso, los resultados de un grupo de mujeres en pruebas de matemáticas mejoraron ostensiblemente. Lo más curioso es que la mejora se produjo incluso cuando el nombre falso era el de otra mujer. Así que parece que el efecto negativo de la etiqueta está al menos parcialmente unido a la propia identidad, y a las concepciones limitativas sobre lo que supone esa propia identidad.
De la misma manera un nuevo estudio de la facultad de Gereontología de la Universidad del Sur de California ha llegado a la conclusión de que en las personas mayores, atribuir los olvidos a su edad puede efectivamente disminuir la capacidad de memoria de la persona.
No deja de ser ,como en el caso de las matemáticas, una especie de profecía de autocumplimiento. Si piensas que harás algo mal es muy posible que lo hagas mal. Y si piensas que por ser quien eres hay algo que siempre harás mal, es muy fácil que sigas haciéndolo mal siempre hasta que no cambies tu mentalidad o al menos pretendas por un tiempo ser una persona distinta.
Quiza por todo eso no sea conveniente crear ideas sobre nosotros mismos que nos incluyan en un grupo determinado con problemas para hacer algo. Yo mismo me he considerado muchas veces incluido en el grupo de los incapaces de dibujar, en el grupo de los tímidos, en el grupo de los intelectuales poco dotados para el deporte o para las actividades manuales. Y como mis profecías sobre mi pobre desempeño en algunos campos se iban cumpliendo, mis creencias se han ido reforzando.
Así que se acabaron los grupos. Bueno no del todo, me incluyo en el grupo de los que van a ser capaces de vencer sus limitaciones, incluidas las limitaciones nacidas de mí mismo.
Quería añadir a tu artículo que no solo son las etiquetas negativas o limitativas las que nos limitan; también las etiquetas pretendidamente ampliadoras o positivas pueden hacerlo. ¿Por qué? Porque ponen el foco en el yo, no en la actividad.
Una etiqueta que puede limitar mucho es la de: “Yo soy muy inteligente y puedo hacer cualquier cosa.” Razón: cuando “esencializas” lo que eres estarás más preocupado por lo que tu comportamiento dice de ti que por los resultados que consigues.
Por otra parte, decirte a ti mismo “no tengo límites” o “puedo hacer cualquier cosa” creo que es contraproducente. Una vez más, porque te centras en el yo en vez de la actividad.
Conozco mucha gente que no para de etiquetarse positivamente que no hace grandes cosas en la vida. Yo mismo. Así que, aceptando tu artículo en cuanto a las etiquetas negativas, no supongo que las etiquetas positivas son buenas automáticamente.
Salud.
Sí homo minimus. Es cierto que también pueden limitar. Sobre todo por abandonar la mentalidad de progreso hacia un resultado, y caer en una mentalidad fija. Lo que sí ocurre es que las negativas son malas siempre y las positivas son malas si no se manejan bien. Y estoy de acuerdo en que manejar bien las etiquetas positivas es complicado. Sobre todo porque es contrario a nuestra intuición. Quizá lo mejor que podríamos decirnos , en lugar de soy inteligente, es algo así como “soy alguien que siempre se esfuerza por aprender y por mejorar su manera de pensar”. Es la mentalidad de crecimiento que mencionas en tus principios minimalistas, y que sabes que me ha resultado muy interesante.
Me interesaría conocer intenciones de implementación que se te ocurran para esa mentalidad porque es bastante complicado mantenerse en ella cuando estás acostumbrado a la mentalidad fija.
Intentaré encontrar alguna intención de implementación. La verdad es que no había pensado en ninguna. Una vez más, parto del supuesto erróneo de que saber qué es lo correcto es suficiente para hacer lo que es correcto. Pero ya sabemos que del dicho al lecho hay un gran trecho.
Profecía de autocumplimiento. Todas las afirmaciones se basan en esta profecía. Es como si todos los planetas se alinearan para que se cumpla aquello que pensamos que se va a cumplir. Genial si son cosas positivas, pero también ocurre con lo negativos… por lo que ¡cuidado!
Y si malo es que tu misma etiqueta te limite, pavor me da El Efecto Pigmalión. Es decir, que sea la etiqueta que otros te ponen la que te frene y te limite. Sobre todo cuando hablamos de educación y de niños con una personalidad en construcción.
Con respecto al comentario de Homo Minimus, ¿qué problema hay en centrar el foco en el yo en lugar de en la actividad? Yo quiero crecer como persona. Yo quiero llegar a lo máximo que puedo llegar. En todas las áreas de mi vida. Sin excepciones. Por eso me centro en el yo. Para que ese yo sea capaz de llegar a todo a lo que potencialmente puede llegar. Pero siendo realista, claro… El problema surge cuando levantamos los pies de la tierra y nos decimos cosas que no nos creemos ni nosotros…
Quizá habría que distinguir 4 tipos de etiquetas: las propias positivas, las propias negativas, las ajenas positivas y las ajenas negativas. Porque igual que las etiquetas pueden ser negativas pueden ser positivas. Si por ejemplo alguien te dice que tú eres muy luchador, y eso te influye positivamente y hace que luches más aún. O cuando tú mismo te dices que eres una persona creativa, y eso te compele a crear más cosas.
En cuanto al comentario de Homo Minimus, es uno de los temas más complicados para mí. El incardinar el deseo de centrarme en el momento y el yo, que para mí también es importante. No sé si estaré intentando combinar cosas demasiado diferentes o si realmente es posible hacerlo.
Muy interesante el artículo y el debate que se ha planteado. Todo es mente y todo lo que se materializa antes ha sido pensamiento, sobre eso hay mucho escrito. El pensamiento tiene una fuerza poderosísima que no hay que subestimar. Creo que tener autocontrol sobre los pensamientos y etiquetarnos a nosotros mismos de forma positiva es una de las claves para el crecimiento personal. Hoy mismo he apuntado un libro en mi lista de lectura que creo que va sobre este tema: “Master Your Mind, Design Your Destiny”.
Parece un tema muy de nuestro tiempo y que se puso muy de moda con libros como “El Secreto” pero viene de antiguo. Soy estudiante rosacruz y el poder creativo del pensamiento forma parte importante de las enseñanzas de la orden.
Un saludo
El poder del pensamiento es importante, pero creo que debe ir unido a la acción sino se queda en unos meros fuegos de artificio. Pero la acción si no va dirigida por el pensamiento no llega a ningún lado. Supongo que hay que equilibrar las cosas.
Del mundo rosacruz la verdad es que no conozco casi nada he de confesarlo. Aunque si tiene raíces en la kábala y la alquimia, supongo que ha de ser algo bastante complejo.
Un saludo Luis José y gracias por comentar.