¿Has visto alguna vez una película de astronautas en la que miran la tierra desde la ventana de su nave espacial y se maravillan de lo hermosa que es?
¿Es bonita verdad?
¿Quién no se quedaría embobado mirando eso?
El efecto planeta azul
He viajado por muchos países. He visto lugares maravillosos: Ríos transparentes bajo la luz de la luna en que solo se escuchaba el agua, edificios alzándose imponentes sobre ciudades inquietas, playas con aguas cristalinas.
Pero he visto también muchos lugares horribles: Zonas de infraviviendas hirviendo de pobreza, valles con instalaciones industriales abandonadas hace años, carreteras llenas de basura en rincones olvidados por la historia.
En el mundo hay de todo, bueno y malo. Pero desde lejos eso no se ve. No se ven los basureros ni la pobreza, se ve solo una inmensa, redonda y hermosa pelota azul.
Lo que hace hermosa a la tierra en el espacio no es la perfección sino la distancia.
Es el efecto planeta azul.
La perfección es un efecto óptico de la distancia.
Nada es en realidad perfecto. Y sin embargo cualquier cosa parece perfecta si la miras desde una distancia lo suficientemente grande.
Por eso dijo Napoléon “ningún hombre es grande para su ayuda de cámara”. Porque si estás viendo desde cerca, las imperfecciones se hacen evidentes.
Por eso la hierba siempre parece más verde en el jardín del vecino. Porque estamos lejos, y no vemos las partes de su hierba que no están tan verdes.
Por eso siempre parece que los demás tienen menos dudas, que los demás sufren menos, que los demás tienen una vida más feliz.
Estamos viéndolos desde lejos.
Cuando envidies a una persona, piensa que quizá estás como un astronauta admirando la tierra desde la distancia. Y creyendo que es un perfecto planeta azul.