Recientemente paseaba por la playa con un amigo. Es verano en España, y el día era de sol radiante, así que la orilla del mar estaba llena de personas caminando.
“¿Te has fijado que este año se llevan las gafas de sol con cristales de colores?” mente dijo mi amigo. No, no me había fijado. Ni lo más mínimo. Si me hubieran ofrecido un millón de euros por saber de qué color se llevaban las gafas, no habría sido capaz de decirlo. Pero para mi amigo, acostumbrado a fijarse en los detalles de la moda, había resultado muy evidente.
Aprendemos mirando. Contemplando como otras personas hacen algo, lo repetimos hasta ser capaces de hacerlo igual.
Recuerdo que una vez, cuando era pequeño, vi a mi padre afeitarse. Horas después, en el baño, cogí una de sus cuchillas e intenté hacerlo yo. El resultado fue digno de una película de terror.
Había mirado poco. Pero había mirado. Y había sido el mirar lo que me había hecho darme cuenta de lo que había que hacer. Aunque estuviera equivocado.
Durante varios años, entrené Tae Kwon do, un arte marcial coreana. En las clases el profesor rara vez daba instrucciones directas. Simplemente hacía los movimientos. Y los alumnos nuevos, situados al fondo de la clase, no aprendíamos del profesor, sino de los alumnos que estaban ligeramente por encima de nosotros, cuyos movimientos menos perfectos, eran sin embargo más interpretables por nosotros.
Si quieres ser pintor, tendrás que aprender a mirar las pinturas antes de poder hacerlas. Si quieres ser futbolista, tendrás que aprender a mirar cómo juegan los que saben hacerlo. Si quieres ser feliz, quizá también hayas de aprender a mirar cómo hacen las personas que tienes cerca y son felices.
Y además has de estar vigilante. Lo que miras determina lo que aprendes y lo que sientes. Eso no solo les pasa a los niños. Nos pasa a todos. Si miras las cosas malas de la gente, te harás un experto en detectar defectos. Si miras las cosas buenas, quizá te sea más fácil apreciarlas.
La mirada va primero. Detrás, inmediatamente detrás va absolutamente todo.
Yo sí llevo un tiempo fijándome en que cada vez más personas llevan esas gafas de cristal de color. .. Modas…la última moda…verdes, azules… Cada uno elige el color del que quiere ver la vida no???
Dices que Aprendemos mirando. Bueno… Puede ser…
Creo que debemos aprender a ver… Miramos, y si prestamos atención entonces vemos.
Porque a veces miramos y no vemos. Por las prisas…
Saludos!
Como oír y escuchar sí. Hay que mirar con intención para descubrir. Felicidades por estar pendiente de la moda. 🙂
Es que soy muy “mirona” jeje. Me llamaron la atención cuando se las vi porprimera vez a un amigo muy pijotón que tengo. Personalmente no me gustan nada, por cierto. Quedan raras. Me quedo con las clásicas de aviador..
Por cierto, sin ánimo de agobiar: tu libro? Cuándo dices que vas a firmarlo? En qué feria? Cuándo nos vas a hablar de tu libro??jajjaja si lo publicas acudo a la firma con gafas de color!
Saludos Iván! Me voy a meditar diez minutos que estamos en el día 9 y quiero conseguir el reto de tu amigo Homominimus!
Pues haces muy bien la meditación es fundamental para el bienestar.