El segundo error

Por: flickr.com/photos/duskblackwolf/4788032696/

Nos equivocamos.

Ojalá fuera de otra manera, pero nos equivocamos constantemente.

Me olvido por enésima vez el desayuno de las doce que debería llevar al trabajo.

Llego a una reunión con unos clientes sin haber preparado bien (una vez más) lo que tenía que hacer.

Dejo que mi hijo pequeño duerma una siesta de dos horas y luego no duerme por la noche.

Siempre molesta equivocarse, pero unas veces molesta más que otras.

¿Sabes cuándo molesta más equivocarse?

Cuando ya te has equivocado antes varias veces en lo mismo.

En ese momento, recuerdas que te habías prometido a ti mismo no volver a cometer ese error.

Es lo que yo llamo el segundo error. Pero podría llamarlo el tercero, el cuarto o el décimo. Porque una vez que te equivocas en lo mismo por segunda vez, es muy probable que lo sigas haciendo más veces.

El primer error es inevitable. El número de las circunstancias que se pueden dar es casi infinito y no puedes estar preparado para todas.

Pero después de ese error, ya conoces el problema. Ya has visto las consecuencias de no estar preparado. Ya tienes los recursos para encontrar una solución para la próxima vez.

Pero no piensas en una solución, o lo piensas muy por encima y no te preparas para aplicar esa solución.

La vida tiene una curiosa tendencia a lanzarte una y otra vez la misma situación hasta que consigues superarla.

Por eso cada desastre ( grande o pequeño) debe llevar consigo una reacción. Una regla mental que evite que se repita.

Piensa en lo que ocurre cuando hay un accidente de avión, se estudia al detalle para saber qué ha ocurrido y para tratar de sacar conclusiones sí, pero sobre todo para encontrar qué se puede cambiar en los procedimientos para que esa situación no se vuelva a repetir.

 

Evitar el segundo error te hace sentir mejor

Maniobro en el parking para salir. Voy hablando por el teléfono móvil. Al estar distraído no me doy cuenta de que hay una columna. Hago una ralladura en la carrocería.

En ese momento tengo dos problemas.

El primer problema es el problema objetivo: mi coche, que antes estaba bien, ahora está rayado.

El segundo problema es el problema subjetivo: empiezo a pensar en lo imbécil que soy por conducir hablando por teléfono.

Estudiar los errores para evitar un error futuro te hace sentirte mejor doblemente.

Te hace sentirte mejor, porque aunque tienes un problema que antes no tenías, también tienes una solución que antes no tenías.

Te hace sentirte mejor, porque sabes que has sido capaz de analizar el problema y actuar.

El propio hecho de concentrarte en el futuro hace que dejes de pensar en el pasado y en lo que ha ocurrido. Te lleva de enfocar tu atención en la solución, en lugar de enfocarla en el problema.

Decía Milan Kundera en la insoportable levedad del ser que una vez es ninguna vez (Einmal ist keinmal) Que lo que pasa una vez es como si no hubiera pasado. No estoy nada seguro de que eso sea cierto. De lo que sí estoy seguro es de que equivocarse una vez es mucho mejor que hacerlo constantemente.

 

 

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