Cada vez estoy más convencido de que hay dos maneras de hacer las cosas.
Haces las cosas con una intención determinada.
Se puede hacer las cosas por algo determinado o sin motivo alguno.
Todos hacemos algunas cosas con motivo y otras sin él.En algunos temas sabes porqué haces lo que haces y en otros no.
Yo puedo hacer las cosas con un porqué en mi trabajo, y sin embargo ir a la playa, montarme en una tabla de surf y no saber qué intención hay en cada movimiento ( algo bastante probable porque nunca me he montado en una tabla de surf)
Quizá tú sabes perfectamente por qué haces cada cosa al salir a correr, y sin embargo no tienes ni idea de porqué hierves la pasta los minutos que la hierves.
La ventaja del propósito.
Si yo hago algo con una finalidad, siendo consciente de ello, puedo comprobar si los resultados son los convenientes. Puedo utilizar el sistema PDCA ( Planear, Hacer, comprobar, actuar) rectificando lo que haya ido mal y cambiando mis reglas de enfrentamiento.
Si no actúo de forma intencional, por el contrario, será imposible que sepa si ha funcionado algo o no.
Pero además la actuación apoyada en un propósito es una actuación firme. Una actuación en la que es mucho más difícil que surjan dudas.
Propósito y yo ideal.
En otra ocasión hable de la importancia de conectar todas nuestras acciones con nuestro yo ideal. El propósito está relacionado con eso pero está en un escalón inferior. Se refiere a la justificación concreta de cada actuación.
Cuido de mi bebé porque mi yo ideal es alguien que se ocupa de la protección y desarollo de su hijo.
Pero le dejo intentar caminar, porque creo que así puede acostumbrarse a hacerlo solo.
Escribo en el blog porque mi yo ideal es una persona creativa, que expresa sus ideas.
Pero mi propósito al incluir un enlace en la parte de abajo a las últimas entradas, es que los lectores lean otras cosas del blog.
El propósito y las reglas.
El propósito está muy relacionado con las reglas. Cada regla tiene que tener un motivo que justifique su existencia. Pero además también las acciones concretas que se realizan en la ejecución de esa regla necesitan un motivo.
El propósito sería como las raíces de un árbol. Las que hacen que cuando alguien pretenda mover el árbol, este se mantenga firme.
El porqué es como el copiloto de un coche de rallies.
En un coche de rallies, es el piloto el que decide para donde va el coche. Sin embargo al hacerlo sigue las instrucciones que le da el copiloto. El copiloto está en el asiento de al lado mirando un mapa, y como sabe donde está el objetivo final, y como es el recorrido, le puede decir al piloto para donde tiene que ir en cada curva.
Si en el coche de rallies que es nuestra acción no hay copiloto tendremos dos problemas:
Será más difícil saber en que dirección tienes que ir, porque el piloto no tendrá el apoyo de la persona que mire las cosas de una forma más global.
Y además correremos el riesgo de que otra persona inadecuada se siente en el asiento del copiloto y convenza al piloto para que cambie de dirección.
La pregunta del ¿por qué?
Cuando los niños son pequeños constantemente están preguntando por qué. ¿Por qué el cielo es azul? ¿Por qué hay que comer pescado? Hay algo dentro de nosotros que nos impulsa a buscar los motivos de las cosas. Sin embargo con el paso del tiempo nos conformamos. Aceptamos las cosas como son sin preguntarnos nada. Hacemos las cosas como si fuéramos el personal de una empresa anticuada, “porque siempre se han hecho así”.
En muchas ocasiones hago las cosas porque sí, y soy demasiado perezoso para encontrar un motivo. Eso debilita mis acciones. Eso hace que mis reglas sean menos elaboradas. Pero quiero cambiarlo, así que esta semana me dedicaré precisamente a eso, a encontrar los motivos de las cosas, a preguntar siempre por qué.
Mi misión durante esta semana será preguntarme y preguntar el porqué de todo y convertir el mayor número posible de acciones en acciones intencionales.
Esta entrada forma parte de la serie, “En busca de la confianza plena” ( clave para Twitter #BCP) que sale todos los lunes en Entusiasmado.com.
Si me gusta me uno creo que escribiré mis razones y mis dudas
Por supuesto Gaby, me encantará que lo hagas.
Entiendo lo que dices pero pienso que siempre siempre detrás de todo lo que hacemos ( aun
me falló el ordenador y se me quedó el comentario a medias… Decía que creo que siempre detrás de todas nuestras acciones hay una intención ¿no crees? Aunque parezca que actuamos muchas veces sin un porqué , por inercia…siempre detrás hay una intención. Lo que pasa es que a veces nos cuesta identificarla. Quizás el trabajo de esta semana ( como ves he vencido mi vagancia y he retomado mi trabajo en búsqueda de la confianza) consista entonces en identificar las intenciones que se esconden detrás de nuestras acciones?
A veces hay una intención que conocemos. A veces hay una intención que no conocemos, y a veces es simplemente el azar. Por eso creo que es necesario que haya una intención conocida.
Te pondré un ejemplo de un porqué bastante nimio que he encontrado hoy. Estaba pasando por las garitas de cobro de peaje de una autopista. Había tres colas, una muy ocupada ( por un coche retrocediendo) y dos en las que solo había un coche en cada una entrando. Uno de los coches que entraba era un vehículo particular y entraba lento. El otro era una furgoneta de empresa y entraba rápido. Decidí entrar detrás de la furgoneta pensando ” es una furgoneta de una empresa, así que posiblemente tenga un sistema de pago rápido de la autopista, y tenga más prisa. Además entra rápido lo cual indica una cierta prisa y decisión”. Tiré detrás de la furgoneta y efectivamente fue más rápido que el coche. Acabé unos segundos antes.
Lo importante no es que acabara antes, sino que convertí una acción con un porqué oculto, en una acción con porqué expreso.
No entiendo a dónde quieres llegar Iván.
Cuando dices que a veces hay una intención y a veces no, entiendo que hablas de las intenciones que tus acciones llevan detrás no? Y la intención es el porqué. Por qué sigues a la furgoneta? Porque quieres pasar rápido no? Esa es tu intención no?
Azar? No creo que detrás de una acción esté el azar. Detrás de todo lo que hacemos hay una intención! Percibida o no por el que actúa pero la hay!
Eso pienso yo
En ese ejemplo no entra el azar. Pero en otros sí.
Puedo por ejemplo ir al gimnasio como regla el lunes o el martes. Quizá voy el martes por puro azar, porque un día dije sin pensar “martes y sábado”. Eso es una decisión por azar. No es que haya un motivo que no conozca, o si lo hay está tan oculto que es como si no existiera.
Estará oculto. Pero existe. Llámalo motivo o intención. Pero en todo lo que hacemos y decimos existe siempre una intención. Eso creo yo…
Es una cuestión terminológica, puede existir un motivo, pero no es tu motivo, porque tú no lo has elegido.
Encontrar la intención se podría traducir en meditaciones instantáneas, reflexionemos sobre cada acción que vamos a llevar a cabo y podríamos optimizarla actuando según los resultados.