Pasamos la vida entre consejos que se contradicen.
“Tienes que creer en ti mismo”, “no tienes que creértelo”, “eres el mejor”, “no te creas más que los demás”.
Si tenemos una opinión demasiado buena de nosotros mismos, somos poco menos que unos monstruos. Si la tenemos mala, somos unos perdedores. ¿Qué hacer entonces?
La humildad
Considerar que eres uno más y que no tienes nada de especial va a hacer que nadie se meta contigo. Te evitará problemas y si tu forma de ser es de no querer destacar, es posiblemente la mejor de las opciones.
Pero ,cuidado, el mundo está lleno de personas que mienten cuando dicen que quieren ser uno más, y aprovechan cualquier opción para destacar. El deseo de destacar está en casi todos nosotros. Es como ese vecino que cuando le dices que has ido a un país exótico, te menciona un lugar que tú no viste y que “era lo mejor de todo el país”.
Si tu carácter es ambicioso, no te bastará con ser uno más.
Creerse el mejor
Dice Cristiano Ronaldo que él siempre se considera el mejor. “En mi mente soy el mejor, eso es lo único que importa. ” Al margen de las preferencias futbolísticas de cada uno, parece que no le ha ido mal a Cristiano, aunque posiblemente le ha generado unos cuantos enemigos.
Pero el consejo de Cristiano no es tan fácil de seguir. Si simplemente te crees el mejor, no solo caerás en el narcisismo sino que además te llevarás un palo enorme cuando las cosas no salgan como tú habías imaginado.
No se trata de con creerse el mejor, se necesita otra cosa.
El equilibrio: Creer que tienes el potencial de ser el mejor
El equilibrio está en pensar que puedes llegar a ser el mejor aunque no lo seas actualmente. Decía García Márquez que si no crees que puedes escribir mejor que Cervantes, es mejor que no escribas. ¿Para qué vas a ponerte un techo? Ya te lo pondrá la realidad.
Pero esa fe tiene que ir acompañada de trabajo. No puedes esperar ser el mejor sentado bajo un pino. Cristiano no solo tiene una mentalidad ganadora, también lleva toda su carrera entrenándose y esforzándose para ser el mejor.
Tu mentalidad tiene que ser una mentalidad de crecimiento, la creencia de que no tienes un nivel de talento o de inteligencia fijo, sino que se puede aumentar en función de lo que hagas.
El mundo cree demasiado en el talento. Detrás de cada historia de éxito hay una historia de esfuerzo y de superación. Lo que pasa es que a los triunfadores no les gusta demasiado que se vea que están hechos del mismo metal que el resto de seres humanos, solo que forjado a una temperatura más alta.
En la ejecución creer en ti mismo
Cuando llega el momento de usar tu talento: en una prueba, en una entrevista de trabajo, en una cita, en una reunión de negocios, entonces es el momento de no dudar. Es el momento de creer en ti mismo, de sentir en lo más profundo que mereces lo que deseas.
El momento de la ejecución es el momento de repetirte sin dudas que eres el mejor. La ejecución no es momento para plantearse cosas o aprender lecciones.
Después de la ejecución
Cuando acaba la acción, empieza la reflexión.
Si has triunfado, fenomenal, puedes celebrarlo. Hay que celebrar las cosas buenas en la vida.
Si la cosa ha ido mal o incluso si ha ido bien y ya has celebrado, es el momento de la reflexión.
Lo más importante es lo que puedes aprender. Y aunque es importante ver lo que has hecho bien, es más importante todavía ver lo que has hecho mal.
Tu capacidad de crecer depende de tu capacidad para ser crítico contigo mismo y aceptar la crítica ajena. Pero no sirve cualquier crítica. Acepta , de ti mismo o de los demás, las críticas que no sean ataques contra ti, sino comentarios sobre puntos mejorables. En general todas las críticas que empiezan con “eres..” (eres demasiado blando con los rivales) no son aceptables. Las que empiezan por “has…” ( has dejado que remataran demaisado fácilmente los delanteros) se dirigen a cuestiones concretas.
Lo importante: la mejora constante
No todos podemos ser los mejores. Tampoco es necesario. Los números uno en cada disciplina son personas que dedican gran parte de las horas del día a lo mismo. Si no estás dispuesto a ese sacrificio, es muy probable que nunca consigas llegar a ese nivel. No pasa nada. Lo que el ser humano necesita no es ser el mejor de todos, sino saber que cada día mejora un poco más.