Eres un puto Marine

Eres un marine

Practicando las maneras de hacer frente al dolor.

Hace poco te contaba mi experiencia con el dentista y el dolor, y cómo el sentirlo me llevó a investigar las maneras de soportar el dolor físico. Toda teoría está destinada a encontrarse ,en una cita de esas incómodas en ocasiones, con la realidad y ahí es donde demuestra su valor. Como un joven escudero acostumbrado a hacer bravatas que de pronto se encuentra con la realidad de la guerra y tiene que demostrar si vale o no vale para algo.

El dentista me había avisado. “Ve preparado para lo peor”. Quizá porque el otro día le había reprochado que antes de tocarme un solo pelo en la sesión me había pintado un panorama demasiado gris. Y no se puede afrontar el dolor físico con un panorama que ya sea gris.

Así que iba preparado. Y siguiendo mis propios consejos, sabía que la mejor manera de afrontar el dolor era usando tres armas:

– La meditación. Como todas las mañanas medite durante 10 minutos. Dado que es algo que hago todos los días es difícil saber si tuvo un efecto positivo o no, pero ya sabéis que mi fe en la meditación es casi ciega.

– El control de la respiración. Este punto plantea un problema en el dentista. Cuando controlo mi respiración noto un leve movimiento dentro de mi boca. Eso no suele dar lugar a ningún problema, pero en el dentista me he dado cuenta de que un ligero movimiento puede producir un auténtico caos. Quizá debería ser capaz de controlar la respiración sin mover nada en la boca, pero de momento no he llegado a ese punto. Así que decidí dejar el control de la respiración para tiempos más favorables.

– Las afirmaciones. Eso sí lo probé. A continuación os digo como.

 

Eres un puto marine.

Aunque las películas de entrenamiento militar no son mis preferidas no les hago ascos. Y uno de los momentos que más me gustan de esas películas es cuando el sargento, normalmente un negro duro de más de uno noventa metros de altura y de la anchura de un par de armarios roperos empieza a dar caña a los soldados:

“Son una panda de maricones/ bailarinas ( según el grado de correción política de la época) , pero yo haré de ustedes unos hombres”.

Invariablemente después empiezan unas escenas con muchísimos ejercicios físicos agotadores. En algún momento de ese entrenamiento, el protagonista se queda tirado en el suelo agotado, sin poder moverse. El sargento se acerca, y mira al soldado sin un ápice de compasión, con rabia.

El protagonista resopla: ” no puedo más” gime. Pero el sargento no cambia su expresión.

“Eres un puto Marine”, le dice. “Los marines siempre aguantan”.

Y entonces no tiene opción. Le ha definido con una palabra. La palabra viene con unos cuantos adjetivos añadidos que la siguen como una sombra. Un marine, es duro, resistente, no se queja. Un marine aguanta el dolor y resiste.

Muchas de nuestras quejas son debidas solo a que creemos que podemos quejarnos. Estamos acostumbrados a que llorar cambie el mundo. A que cuando somos pequeños nuestros padres vengan a mejorar nuestra situación cuando lloramos un poco.

Pero hace mucho tiempo que llorar no sirve de nada.

Sientes dolor sí, ¿y qué?. Calla y aguanta marine.

Imaginaba la cara del sargento mientras el dentista hurgaba mi dentadura, me hacía un empaste, limaba una caries. Aguantaba mucho mejor porque notaba el dolor, y me repetía “soy un puto marine”, y un marine aguanta el dolor, así que yo aguanto el dolor.

Después de torturarme por un rato el dentista paró y sonrió. “Esto tiene mejor pinta de la que parecía tener”. Una ola de bienestar me recorrió. Quizá era alguna forma de recompensa por mi valor.

Las alegrías a veces duran poco. El dentista seguía mirando dentro de mi boca, y un mero chorro de aire frío me hacía notar un intenso dolor. Sin embargo no decía nada, en parte porque ya estaba convencido de que era un marine, y en parte por no romper la frágil alegría del ” tiene mejor pinta de lo que parecía”.

Al poco el dentista torció el gesto. “He hablado demasiado pronto, hay una caries muy profunda, voy a tener que extraerte la muela”. Ya no era solo dolor físico. Era un palo psicológico, iba a perder la muela. Y no es que no contara con ello, pero aún así era muy duro que tragar. Pero un marine no descompondría el gesto. El sargento me miraba desde su lugar imaginario en el techo de la consulta ” Eres un puto marine, ni pienses en venirte abajo”.

Quizá el secreto es que venirse abajo no sea una opción. La cuestión es que resultó. A pesar del dolor de la extracción, dolor que noté y bastante intensamente, aguanté mucho mejor que la última visita al dentista.

He sacado algunas conclusiones:

Las afirmaciones sirven de algo cuando las cosas se ponen duras.

Quiero tener a ese sargento negro cabrón a mi lado cuando me pase algo malo.

ah y aunque no tenga documentación que lo acredite

Soy un puto marine y tengo la sospecha de que tú también. 

 

 

Si te gusta esta entrada no la copies, compártela en tus redes mencionando el origen. Muchas gracias

5 comentarios en «Eres un puto Marine»

  1. Cuando vamos de fiesta y alguien no puede beber más o echa la pota siempre decimos “¿somos hombres o maricones?” entonces nos venimos arriba y el whisky no deja de correr.

    Pero sí, carajo, con el positivismo se llega más lejos. Y lo digo yo, que soy Mr. Negativo.

    Responder
    • No estaría mal aplicarlo a algo más creativo que pillarse un ciego, cogerse una curda, pillarse un melocotón, o emborracharse como una rata. Pero el concepto es ese sí, jejeje.

      Responder
  2. Creo que hay dolores físicos que se pueden aguantar sin necesidad de tener al sargento de hierro al lado,que son los que quedan superados por el deseo(sarna con gusto no pica)
    En tu experiéncia hay un antes y un después que marca tu predisposición a sentir dolor que es cuando el dentista te dice:”la cosa es peor de lo que imaginaba”automáticamente tu cerebro te puede transmitir :”que no te pase nada!!!”
    Si el dentista te hubiese dicho:” bueno,tenemos que quitar una muela pero la cosa pinta muy bien” creo que tu cerebro te hubiese transmitido:”tranquilo no es para tanto,será sólo un momento”
    Yo prefiero de entrada que,dentro de la realidad, me suavicen la situación…. y si la cosa se complica mucho entonces pensar que soy un marine 🙂

    Responder
    • Sí ISara fue así. Mi mente dijo “¿voy a sufrir y encima la cosa está mal?”. Y entonces el dolor fue más difícil de soportar. Entonces fue necesario el sargento de Marines.

      Responder

Deja un comentario