Espadas oxidadas: el aprendizaje en relieve

Siempre he tenido la costumbre de intentar aprovechar los viajes para aprender algunas palabras del idioma que se habla en el lugar.

Me divierte, sí, pero en ocasiones ha sido una obsesión que me ha impedido disfrutar de otras cosas. Porque es evidente que no puedes aprender nada en una semana, y que lo que aprendes cuando no sabes nada, difícilmente se te queda en la memoria.

Aprendí unas palabras de polaco, algo de ucraniano, unos cuántos símbolos en japonés y chino, y muchos otros retazos de idiomas sin orden ni concierto.

¿Qué me ha quedado de eso? Nada o casi nada. Si lo hubiera hecho solo como entretenimiento, habría estado bien, pero pretendía más que eso. Pretendía que fuera una punta de lanza para un aprendizaje futuro. Y no me sirvió.

Recuerdo, en el colegio, haber estudiado la vida y obra de algunos bichos. Sus costumbres, su origen, sus especies concretas. ¿Qué me queda de todo eso? Nada, absolutamente nada.

 

Aprendizaje sostenible

No estoy en contra de aprender. Todo lo contrario. Me fascina aprender, me duele que la vida sea tan corta y millones de cosas queden fuera de mi capacidad y de mi tiempo.

Pero precisamente por eso creo que tenemos que ser selectivos con lo que aprendemos.

No voy a defender el criterio de la utilidad. Es bueno aprender cosas útiles, pero hay muchos conocimientos importantes que algunos, algo cortos de miras, podrían calificar de inútiles: la filosofía, el latín, la historia, la literatura.

No, lo que quiero destacar hoy es la importancia de que el aprendizaje sea sostenible. Que aprendas cosas que vayas a poder conservar después.

No estoy en contra de picotear un poco de aquí y un poco de allí. Lo que te digo es que te centres en intentar que lo que aprendes no desaparezca con el tiempo.

Por: flickr.com/photos/quinet/11185230115/

Espadas oxidadas

Estaba tratando de recordar las runas vikingas. Tuve un libro de runas vikingas y me aprendí varias. Ahora recuerdo una, bueno dos. Halagaz y Thurinsaz, o algo así. Quizá ni siquiera recuerdo eso. La cuestión es que después de leerme todo un libro, recordar dos ( seguro que mal, no he mirado en Google) no es una hazaña.

Esos conocimientos perdidos son como espadas oxidadas. Herramientas que con el tiempo han perdido toda su utilidad por la falta de uso. Si vas a dejar que la espada se oxide, ¿para qué forjarla?

 

  Cómo aprender las cosas

Hay básicamente dos maneras de aprender las cosas:

  1. De forma anárquica y extensa. Sin pensar en qué es importante y que no es importante, dejándote llevar. Recogiendo información sin orden ni concierto y cruzando los dedos para que el tiempo respete algo.
  2. De forma resumida. Centrándote en las ideas principales. Estudiando cuatro ideas de cada cosa que sabes que puedes conservar.

En teoría la segunda manera es la mejor. ¿Para qué aprender lo que no vas a recordar? Lo que ocurre es que el tiempo me demuestra que las teorías no siempre funcionan en la realidad.

El segundo sistema tiene sus inconvenientes. Aprendes las cosas sin contexto, te desmotivas porque la densidad de información es muy grande, pierdes el placer de aprender.

¿Qué solución puede haber entonces?

Creo que podría ser interesante un sistema intermedio, el aprendizaje en relieve. Aprender un poco de todo, pero distinguiendo lo esencial de lo accesorio y centrándote en recordar lo esencial. Separar lo que ha de permanecer de lo que sirve de contexto y de paisaje. Establecer grados de importancia de la información y generando conexiones que permitan reforzar lo que se aprende.

Y añadiría otra cosa: ser muy realista con lo que vas a recordar. Cuando estás aprendiendo algo, lo tienes fresco y crees que es fácil que luego te venga a la memoria. Pero no es así. Por eso hay que determinar lo que quieres recordar necesariamente de una forma muy restrictiva. Y eso repetirlo y relacionarlo con todo lo demás para que sea más fácil recordarlo.

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