En alguna ocasión he mencionado en esta misma web que lo ideal es tener más de 2,9013 pensamientos positivos por cada pensamiento negativo.
Y sonaba bien.
Aunque siempre he desconfiado de las cifras mágicas. ¿Pero a quién no le gusta conocer algo tan claro, cierto y seguro?
Pues leyendo por internet, descubro que ese famosísimo estudio de Barbara Fredrickson y Marcial Losada, citado en más de 350 ocasiones, no tiene ninguna base científica. En un estudio de 201 3 de Nick Brown, Alan Sokal, y Harris Friedman se descubren todas las falsedades en que estaba basada esa investigación anterior.
No existen las cifras mágicas.
En 2012, el investigador John Ioannidis, de la Universidad de Stanford, calculó que “las falacias sin rebatir pueden representar al menos un 95% de los hallazgos significativos en algunas áreas de la investigación en psicología”.
Es irónico que esa misma crítica contenga una cifra. Pero hay una realidad que no se puede desconocer: la psicología no es una ciencia como pueden ser las matemáticas. Las cifras transmiten una sensación de certeza y quedan muy bien para los debates y discusiones. Pero tienen un problema. Acaban siendo falsas.
Ocurrió con el estudio del tanto por ciento del mensaje que se transmite con las palabras, con el tono y con el lenguaje no verbal.
Ocurrió con la idea de que se necesitan 10000 horas para alcanzar la maestría en cualquier materia.
Y ocurrirá con todas las cifras redondas hasta que la psicología haya avanzado lo suficiente como para hacer cálculos con fundamentos reales.
Tendencias y no cifras.
Por eso, creo que cada vez que aparece un estudio empeñado en dar unas cifras mágicas hemos de desconfiar de él. Y hemos de fijarnos no en las cifras sino en las tendencias.
Es verdad que el lenguaje no verbal es más importante en muchas ocasiones que el verbal.
Es verdad que se necesita mucho tiempo para llegar a dominar cualquier campo.
Es verdad que es conveniente tener más pensamientos positivos que negativos.
La experiencia propia.
Y hay algo más importante aún. Por encima de los estudios, está tu experiencia personal. Si un estudio dice que algo es positivo pero al aplicarlo descubres que a ti no te produce resultados, olvídate del estudio. Nadie sabe mejor lo que funciona en ti que tú mismo.
En el fondo, estoy convencido que la gran mayoría de las cosas, las podemos descubrir sin necesidad de estudios mirando dentro de nosotros mismos.
En efecto, un estudio o una cifra grandilocuente puede ser la mecha que prenda una iniciativa personal, pero es la experiencia de cada uno la que comprobará si eso que dice el estudio es verdad para nosotros mismos.
Probarlo es la mejor manera, aunque es cierto que a veces puede resultar difícil saber si algo funciona.
Es curioso: la seguridad que nos dan las cifras y todo lo que nos resulta ‘científico’ en contraposición a la poca credibilidad que le prestamos a nuestro propio bagaje personal…
Cada vez estoy más de acuerdo en eso de la importancia mucho mayor de la práctica y de la autoreflexión.