Nada es más tentador que encontrar una representación sencilla de la realidad que explique todo lo que ocurre.
Cuatro ideas que digan dónde va a ir el precio de las acciones.
Tres principios para tener éxito con las chicas.
Cinco reglas para escribir un best seller.
Sería muy bonito. Pero no es tan sencillo. Estas palabras de Alfred North Whitehead lo explican muy bien:
“El objetivo de la ciencia es buscar la explicación más sencilla de hechos complejos. Podemos caer en el error de pensar que los hechos son simples porque la simplicidad es el objetivo de nuestra búsqueda. El lema que guía en la vida de cada filósofo natural debe ser “Busque simplicidad y desconfíe de ella.”
La realidad es compleja. Pero nuestra explicación ha de ser lo más sencilla posible.
Reproducir la realidad
Tomemos una realidad compleja. Por ejemplo la geografía del mundo. El número de ríos, charcos montañas, montículos, cabos, bosques, setos es casi infinito.
La única manera de crear un sistema absolutamente exacto sería incluyendo todos esos datos. Eso es reproducir la realidad y es casi imposible salvo para objetos de estudio muy básicos o cuando nuestra capacidad de computación sea altísima.
La escala en la reproducción de la realidad es 1X. A cada elemento de la realidad, le corresponde un elemento absolutamente igual en la reproducción.
No es difícil ver que esa reproducción es tan compleja que es inutilizable.
Modelar la realidad
Como nuestra finalidad es casi siempre más modesta, nos basta con modelar la realidad. Modelar supone escoger aquellos elementos de la realidad que son más importantes. Perdemos exactitud, pero a cambio ganamos claridad.
Un ejemplo perfecto de modelaje es un mapa. “El mapa no es el territorio” como dice el famoso lema de la programación neurolingüística. El mapa supone elegir lo más importante del territorio, perdiendo en exactitud pero ganando en claridad.
Todos los modelos son falsos, pero algunos son útiles. George Box.
La elección de lo que poner en el mapa es un ejemplo radical de la regla 80/20. Cuanto más pequeño sea el mapa, más veces se ha aplicado el 80/20. En un mapa de España estarán todas las capitales de provincia, en un mapa de Europa posiblemente solo estará la capital y si acaso un par de ciudades importantes.
La tentación de la complejidad
Como nos gustaría que nuestro modelo fuera lo más exacto posible, es frecuente que incorporemos más y más elementos, hasta que llegue un momento en que muera por complejidad. Un mapa con demasiadas cosas no serviría absolutamente de nada.
Un ejemplo de esa tentación de la complejidad es el proyecto cero en el que intentaba crear un protocolo exacto para tareas cotidianas.
Lo complejo es que es difícil de recordar, y difícil de utilizar.
Tendemos (yo el primero) a sobreestimar nuestras fuerzas y a creer que recordaremos todo lo que escribimos y que tendremos una disciplina de hierro al aplicar nuestras ideas. No es así, olvidamos la mayoría de la información y dejamos de cumplir la mayoría de nuestros proyectos. Ser realista es duro pero necesario.
La doble tentación de la simplicidad
La simplicidad nos tienta de dos maneras:
- La tentación de simplificar la realidad. Es a lo que se refiere la cita anterior cuando dice ” caer en el error de pensar que los hechos son simples porque la simplicidad es el objetivo de nuestra búsqueda.” Nuestra explicación y la realidad están en niveles diferentes. Por más sencilla que queramos hacer la explicación, eso no cambia la realidad.
- La tentación de simplificar la explicación. Aquí es donde se puede encuadrar perfectamente lo que decía Einstein. “Todo debería hacerse tan simple como sea posible, pero no mas que eso”.
El equilibrio de la simplicidad
Hemos de crear un modelo que tenga el equilibrio adecuado. Si es demasiado simple, no reflejará la realidad. Si es demasiado complicado no se utilizará.
¿Cómo saber cuál es el punto adecuado de complicación?
Hay dos sistemas:
La simplificación progresiva. Es el sistema que utilizaba Steve Jobs en Apple cuando al ver cualquier dispositivo decía: “no es lo suficientemente sencillo”.
La complicación progresiva. Es el método de “The lean start up” hacer algo simple e ir llevándolo hacia una mayor complicación.
Frecuentemente se siguen las dos vías de manera sucesiva. Empiezas complicando algo hasta que resulta inutilizable, y entonces lo tratas de simplificar para salvarlo.
Pero sigas uno u otro camino el equilibrio de la simplicidad es el mismo. Se da en el punto en el que se dan dos circunstancias:
– introducir una mayor complejidad generaría unos costes ( de recursos, de complejidad para recordarlo o utilizarlo) más importantes que la mayor exactitud ganada.
– introducir una mayor simplicidad produciría una pérdida de exactitud más importante que los costes que se ahorran.
Conviene, para cualquier modelo que crees, estar al tanto de las nuevas ideas que surjan. Pregúntate siempre:
¿Mejoraría el sistema incluyendo esta idea?
¿Mejoraría el sistema excluyendo este elemento?
Pero pregúntate a la vez también:
¿Cómo podría hacer este sistema más sencillo sin que perdiera eficacia?
¿Qué podría eliminar sin que cambiara nada importante?
El deseo constante de mejorar es lo que te permitirá alcanzar la sencillez óptima.