Las personas cambian: ¿Quién eres?

Las personas cambian: ¿Quién eres?

Las personas cambian
Por: flickr.com/photos/icstefanescu/14199889707/
Ese camión no es el mismo que era hace un segundo. Y además está mucho más cerca.

¿Quién eres?

Ya, sé que es una pregunta un poco extraña, pero intenta responderla.

Posiblemente tu primera respuesta sea decirme tu nombre.

Pero tu nombre no me dice demasiado de ti.

Puedes también decirme a qué te dedicas, de dónde eres o cuáles son tus aficiones.

Pero eso tampoco me dice nada de ti.

No es fácil para mí saber lo que eres. Y tampoco para ti es fácil saber quién eres.

De hecho, seguramente llevas toda la vida intentando responderte esa pregunta. No te extrañes, nos pasa a todos.

 

Una explicación para cada cosa

El ser humano necesita encontrar una explicación a todo lo que ocurre. Cuando, lleno de terror, ve caer un rayo, se acaba inventando un dios del rayo que muestra su enfado en forma de relámpago.

¿Por qué?

Porque no hay nada que asuste tanto al hombre como lo desconocido. La ciencia y la mitología tienen el mismo origen: la necesidad del hombre de encontrar una explicación a lo desconocido.

El misterio de uno mismo

Siempre se ha dicho que las grandes preguntas de la humanidad son:

¿Quiénes somos?

¿De dónde venimos?

Y ¿Adónde vamos?

Solo es verdad en parte. Conocer nuestro origen como especie puede ser una duda científica, pero no es una duda existencial.

Las preguntas esenciales de cada hombre no se refieren a la especie, se refieren a sí mismo.

Los dos misterios existenciales son ¿quién soy? y ¿qué pasará cuando muera?

Vamos a dejar el segundo para otro momento y a centrarnos en el primero.

 

¿Quién eres?

Seguro que a los monjes zen de alguna cima nevada les parece que toda la realidad es una, y que tú y el gato que maúlla sobre el tejado vecino sois la misma cosa. Bien por ellos. Pero tú no sientes eso. Puede que el ego sea una mentira, pero es una mentira todos nos creemos.

Sientes que eres una entidad diferente al resto de la realidad. Si alguien se da un golpe contra una mesa, no te duele. Si te lo das tú, sí te duele. ¿Cómo no vas a sentir que eres distinto al resto de las personas y las cosas?

Vale, entonces pareces ser algo diferente. ¿Pero qué?

Y es aquí cuando nos encontramos con un problema.

 

Nuestra auto-imagen

Percibimos nuestros pensamientos, nuestras sensaciones, nuestras acciones y nuestros sentimientos. En cualquier momento concreto de nuestra vida, todo eso forma una nebulosa difícil de conciliar y hasta contradictoria.

Pero no aceptamos ser una nebulosa. Queremos ser algo bien definido. Así que usamos todas nuestras energías para extraer de ahí una auto-imagen coherente.

Las personas cambian

Esa auto-imagen no es lo que eres. Es lo que crees que eres.

Nuestra auto-imagen condiciona lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos. Si actuamos contra esa auto-imagen, hay mecanismos en nuestra mente que nos hacen sentir mal, como la disonancia cognitiva. A la larga dejaremos de actuar así o cambiaremos nuestra auto-imagen.

 

Nuestra auto-imagen y el cambio

Una vez hemos conseguido crear una auto-imagen, con el esfuerzo que eso conlleva, lo último que deseamos es tener que cambiarla. Así que nos resistimos a toda novedad. Y no queremos aceptar que las personas cambian.

Pensamos que no podemos mejorar.

Es muy frecuente escuchar a personas que dicen “yo no puedo tratar con gente, no soy muy abierto” o “no se me da bien memorizar”. Cualquier frase que establezca un límite a lo que puedes ser, es una frase que nace de la creencia errónea de que tu auto-imagen es real y se va a mantener siempre.

Pensamos que no podemos empeorar.

El niño que ha sacado siempre buenas notas sin estudiar en el colegio, llega a la universidad pensando que él es capaz de aprobar sin estudiar. Y suspende. El empresario de éxito se define a sí mismo como triunfador y se descuida, dejando que la competencia le destruya. La mujer que siempre se ha sabido atractiva tiene un paso complicado a la vejez.

No creemos la verdad de que las personas cambian.

Tenemos una visión congelada de lo que somos. Como si fuera algo envuelto en un bloque de hielo que no puede cambiar ni moverse. Nos gusta imaginarnos así, porque eso hace todo más fácil.

Pensamos también que las relaciones no cambian. Creemos que porque una persona nos diga que nos ama, nos va a amar siempre. Que porque alguien sea nuestro amigo, lo va a ser siempre. Es normal que lo creamos, si pensamos que las personas son seres congelados que nunca cambian, también lo han de ser las relaciones.

 

Las personas cambian

No solamente es que tu auto-imagen sea un dibujo simplificado de lo que eres en realidad. Es que además es un dibujo de una realidad en constante movimiento.

En el budismo se usa la palabra Anitya para indicar que la vida está en constante movimiento.

Solemos creer que el filósofo griego Heráclito dijo que “nadie se baña dos veces en el mismo río”.

Pero no es así, lo que dijo en realidad es aún mejor:

«En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]»

No es que cambie (solo) el río, es que cambiamos nosotros.

En el budismo eso se denomina Anatma: Cambias cada día.

Y la ciencia lo apoya: Está demostrado que la personalidad cambia con el tiempo.

 

Cómo cambiamos

Nuestros pensamientos, sentimientos y acciones influyen los unos en los otros constantemente, produciendo reacciones en cadena de consecuencias inesperadas. Súmale a eso la influencia de otras personas y de circunstancias externas y verás porqué cambiamos.

 

Como cambian las personas

Nos resistimos al cambio, claro. Porque nos encantaría ser siempre iguales. No tener que buscar constantemente la respuesta a quiénes somos, no tener que esforzarnos por cambiar y por mantenernos.

Pero no es así. Cambiamos constantemente y no ser consciente de ello solo te puede causar dolor.

Has de adoptar una mentalidad de crecimiento y no una mentalidad fija. Has de saber que cada decides lo que quieres ser, y que cada día te estás convirtiendo en lo que eres.

No somos, estamos siendo. Deja de querer ser roca, acepta ser río.

Posted by Alejandro Jodorowsky on Jueves, 1 de marzo de 2012

 

Las personas cambian. Tú cambias.

No intentes ser una roca. Sé un río, sé agua.

Be water my friend.

Y disfrútalo.

 

 

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3 comentarios en «Las personas cambian: ¿Quién eres?»

  1. Complejo artículo que solo escribiendo un libro se puede uno aproximar a dar una respuesta (en el caso de tenerla).

    Tendemos siempre al homo centrismo (y es lógico que así sea) pero teniendo en cuenta que todo es una cuestión de perspectiva, no siempre acertaremos.

    De momento me conformo con responderme a mi mismo las tres primeras:
    ¿Quiénes somos?
    ¿De dónde venimos?
    Y ¿Adónde vamos?
    Con mi autodefinición en el perfil de twitter:
    Varón español nacido en Andalucía que ha realizado múltiples tareas en el empeño de sobrevivir. Lo ha sido casi todo, pero cree que lo mejor está por llegar.

    …Y tu artículo va contra el diagnóstico que me dio un amigo común budista: “piensas demasiado”.

    Un abrazo

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    • Creo que uno de los pasos más necesarios para cambiar es convencerte a ti mismo de que puedes ser la nueva persona que puedes ser. Cuando aprendes a verte a ti mismo así, todo es más fácil.

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