Los primeros ocho segundos

“Los compradores deciden en los primeros ocho segundos de ver una casa si están interesados ​​en comprarla. Salga de su automóvil, camine en sus zapatos y vea lo que ven en los primeros 8 segundos.”

Barbara Corcoran.

 

La importancia de una primera impresión

El otro día me encontré esa frase en una red social. Me llamó la atención.

Hay una parte de ella he escuchado muchas veces: la primera impresión es fundamental. Solo hay una oportunidad de causar una primera impresión y esas cosas.

Vale, es cierto. Nada nuevo.

Pero en esa frase hay algo más. No vale con tratar de preparar la primera impresión. Tienes que preparar la primera impresión de la otra persona. No tu primera impresión, no la primera impresión que tendrías tú si estuvieras en el lugar de la otra persona. Sino la primera impresión del otro.

 

Los muebles del dentista

Recuerdo una vez que buscaba un dentista para hacerme dos implantes. Visité hasta cuatro dentistas preguntando presupuestos y tratando de ver cuál me daba mejor impresión.

Uno de ellos me recibió en su consulta. El hombre no tenía mal aspecto, pero los cajones del armario estaban rotos y desconchados: parecía que se pudieran caer en cualquier momento. Puede que eso demuestre que era poco cuidadoso o puede que no. Lo que sí es cierto es que en esos 8 segundos, ese dentista me perdió como cliente.

El restaurante de la India

En otra ocasión estaba buscando un restaurante en un lugar de la isla de Goa. No había demasiados que tuvieran un buen aspecto. No soy exquisito para comer, pero sí delicado de estómago y sé que en esos países hay que tener mucho cuidado.

Entré en el restaurante que tenía mejor pinta. Me senté en la mesa y leí la carta. Pero aunque la carta estaba plastificada, la suciedad hacía imposible tocarla sin sentir asco.

¿Demuestra una carta sucia que el restaurante es un sitio sucio? Algunos dirán que sí y otros que no. Sea como sea, no comí en ese restaurante.

Ocho segundos

Imagina que eres un cliente, una persona con la que has quedado en una cita, un comprador o un vendedor. Imagina que llegas y te ves a ti mismo. Y ves tu ropa, tu postura, tu casa o tu despacho, tu producto o tu servicio. Y te escuchas hablar. Y te miras moverte.

¿Qué pensarías? ¿Qué podría hacer que te fueras? ¿Qué podría hacer que te quedaras?

Quizá no se trata de los ocho segundos. Quizá lo importante es aprender a mirarte con los ojos de los demás, darte cuenta de lo que estás ofreciendo al mundo y aprender a mejorarlo.

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