¿Los ricos lloran más o menos?
Es difícil estudiarlos, porque son pocos y normalmente es difícil acceder a ellos. Sin embargo, en el discurso político actual se hacen muchas referencias a los más ricos.
En un estudio reciente de 2018 [note] Sengupta, N.K. & Sibley, C.G. J Happiness Stud (2018). https://doi.org/10.1007/s10902-018-0038-4[/note] los investigadores estudiaron el 1% mejor situado económicamente en Nueva Zelanda.
En el estudio descubrieron que el uno por ciento mejor situado económicamente en Nueva Zelanda cree más firmemente en la legitimidad de los sistemas políticos y económicos que gobiernan la sociedad y expresa un menor apoyo a la política de reducción de la desigualdad de los impuestos redistributivos. Estos hallazgos son consistentes con las teorías del interés propio y grupal en psicología, que sugieren que las personas tienen creencias políticas que se favorecen su deseo de avanzar en su propia posición [/note] por ejemplo, Sidanius y Pratto 1999; Rubin y Hewstone 2004[/note]
Los investigadores también examinaron la felicidad de la élite del uno por ciento. ¿Son más felices que los demás o menos?
Hay un mito que dice que ningún grupo en la sociedad lo tiene todo: que las personas pobres son más felices que las ricas [note] (Kay y Jost, 2003). [/note].
Esta idea no es solamente de personas que no saben psicología. Algunos estudios también promueven la idea de que el dinero no solo no compra la felicidad [note](por ejemplo, Diener y Seligman 2004; Csikszentmihalyi 1999)[/note], sino que también impide la búsqueda de la felicidad, produciendo una ética materialista que aumenta el estrés y el conflicto en las relaciones. al tiempo que reduce la autoestima, la empatía, la motivación intrínseca y la socialidad [note](Kasser et al. 2004; Vohs et al. 2008). [/note]
Sea cierto o no que las personas con altos ingresos se enfrenten o no a este tipo de tribulaciones, este nuevo estudio sugiere que los muy ricos, al menos en Nueva Zelanda, aún son capaces de mantener niveles de satisfacción con la vida, autoestima y pertenencia que, en promedio, superan no solo a la población en general, sino también a las personas que están bastante bien económicamente (es decir, el ‘resto del 5% superior’).
Estar en el uno por ciento de las personas más ricas parece beneficiar a las personas no solo económica y políticamente, sino también psicológicamente.