Hay una cosa en que los hombres y las mujeres nos parecemos mucho.

Quizá no nos gusta admitirlo, pero muchas veces no decimos la verdad.  Existen mentiras sobre toda clase de cosas, pero posiblemente sobre una de la que más mentiras existan es sobre el sexo, que es algo que no se hace a los ojos de los demás.

Mentiras sobre el comportamiento sexual.

Los estudiantes mienten acerca de su vida sexual para que parezca más próxima a las expectativas culturales que existen de hombres y mujeres. Al menos eso es lo que resulta de una investigación del psicólogo de la universidad de Ohio, el doctor Terri Fisher, (Sex roles, abril 2013)

La doctora Fisher solicitó a 300 estudiantes universitarios rellenar un cuestionario acerca de la frecuencia con la que realizaban 124 comportamientos “típicos de hombres” ( como contar chistes verdes) y “típicos de mujeres” ( como mentir sobre el peso). Lo curioso del experimento es que la mitad de los estudiantes respondió sujetos a un polígrafo que supuestamente alertaría sobre cuanto estaban mintiendo. En realidad el polígrafo no funcionaba, y se trataba de un truco para que fueran esta mitad de estudiantes fuera más sincera en sus respuestas.

¿Cuál fue el resultado?

En temas no sexuales, los participantes respondieron de la misma manera estuvieran conectados al polígrafo o no. Sin embargo en temas sexuales las respuestas fueron muy diferentes según los estudiantes estuvieran conectados al polígrafo o no. Los que no estaban conectados al polígrafo respondieron de una manera mucho más típica de su género que los que sí lo estaban.

Es como si en el tema de la sexualidad temiéramos más separarnos de la norma. No actuar como verdaderos hombres o como verdaderas mujeres.

A veces nos sentimos raros por ser diferentes a otros. Y fingimos ser normales. Pero quizá los otros no sean tan “normales” como parecen. Quizá están intentando simplemente, como en el estudio, cumplir con lo que se espera de ellos.